Frustraci¨®n palestina
El aplazamiento indefinido de las elecciones por el veterano presidente Abbas, ante el veto israel¨ª al voto en Jerusal¨¦n, debilita la esperanza democr¨¢tica de un pueblo
La recobrada ilusi¨®n del pueblo palestino para expresar su voluntad en las urnas, que recorri¨® Cisjordania, la franja de Gaza y Jerusal¨¦n Este cuando se convocaron en enero las primeras elecciones en 15 a?os, se ha tornado en frustraci¨®n tras su aplazamiento indefinido. La decisi¨®n del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, de posponer las legislativas del pr¨®ximo d¨ªa 22 ante el veto de Israel a su celebraci¨®n en la parte oriental de Jerusal¨¦n ha ca¨ªdo como un mazazo sobre los territorios ocupados desde 1967. La en¨¦sima cancelaci¨®n evidencia la sangrante realidad de un liderazgo palestino que se ha incrustado en el poder sin mandato democr¨¢tico.
Es indiscutible que las elecciones deber¨ªan poder celebrarse tambi¨¦n en Jerusal¨¦n Este, anexionada por Israel desde hace cuatro d¨¦cadas, y as¨ª lo ha reclamado la comunidad internacional, con la UE a la cabeza. Pese al celo ejercido en defensa de una soberan¨ªa proclamada unilateralmente, el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu no debe olvidar que los Acuerdos de Oslo, base de una limitada autonom¨ªa desde 1993, lo obligan a facilitar el voto a los palestinos de la Ciudad Santa. La excusa de que su Gobierno se halla en funciones tras los comicios en Israel no es de recibo. Pero ante todo cabe sospechar que Abbas ¡ªde 85 a?os y en el poder desde 2005 sin haber vuelto a someterse a las urnas¡ª ha aprovechado gustosamente la circunstancia para evitar una votaci¨®n que iba a constatar presumiblemente su debilidad pol¨ªtica. El auge de otras dos facciones disidentes de Fatah, su partido nacionalista, con listas propias, y el previsible importante resultado de los islamistas agrupados en bloque bajo el movimiento Ham¨¢s, amenazaban con deslegitimar la prolongaci¨®n de su mandato.
Desde que hace un mes impulsara una candidatura alternativa dentro de Fatah, Marwan Barguti ¡ªl¨ªder de la Segunda Intifada encarcelado a perpetuidad en Israel tras ser condenado por terrorismo¡ª, Abbas era consciente de su fragilidad ante un prisionero que es idolatrado en la calle palestina. Y la hegemon¨ªa de Ham¨¢s en Gaza, obtenida por las armas despu¨¦s de su inequ¨ªvoca victoria en las legislativas de 2006, corr¨ªa el riesgo de extenderse tambi¨¦n a Cisjordania alentada por las acusaciones de corrupci¨®n contra el Gobierno de la Autoridad Palestina y el desencanto de la sociedad ante la paralizaci¨®n desde 2014 de las negociaciones con Israel para alumbrar un Estado propio. Ser¨ªa ingenuo negar que el resultado de las urnas pod¨ªa alimentar liderazgos problem¨¢ticos en Palestina; esto ocurre incluso, en circunstancias muy diferentes, en democracias maduras. Es tambi¨¦n comprensible que Israel tema desarrollos adversos para su seguridad. Pero sofocar la democracia palestina ad libitum no es una soluci¨®n decente.
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