Paisaje despu¨¦s de la batalla
Matizar una opini¨®n se est¨¢ convirtiendo ya en agresi¨®n directa. Contradecir al otro ya es motivo suficiente para el odio o la amenaza
Pasadas las elecciones a la Asamblea de Madrid y conocidos sus resultados, toca sacar conclusiones y a ello se han puesto los partidos y la multitud de analistas y polit¨®logos que acampan en los distintos medios, cada uno desde su per...
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Pasadas las elecciones a la Asamblea de Madrid y conocidos sus resultados, toca sacar conclusiones y a ello se han puesto los partidos y la multitud de analistas y polit¨®logos que acampan en los distintos medios, cada uno desde su perspectiva. Como en toda elecci¨®n, ha habido vencedores y vencidos (en esta ocasi¨®n, tanto en un caso como en el otro de manera inequ¨ªvoca y clamorosa, con lo cual no han ganado todos, por suerte) y, mientras unos lo celebraban, otros reconoc¨ªan su derrota, incluso, como el l¨ªder de Podemos, anunciando su abandono de la pol¨ªtica. Habr¨¢ m¨¢s consecuencias sin duda que tardar¨¢n en conocerse m¨¢s tiempo, pero de momento lo que ha quedado claro es que Madrid es de derechas y que el centro ha desaparecido del mapa. La izquierda, fragmentada como es tradicional en ella, ha encogido por su parte a¨²n m¨¢s de lo que ya estaba.
M¨¢s all¨¢ de los resultados de las elecciones, el paisaje que ha quedado tras ellas parece m¨¢s un campo de batalla que el escenario de una representaci¨®n, con la sociedad espa?ola m¨¢s enfrentada que nunca y con los representantes pol¨ªticos convertidos, salvo excepciones, en hooligans de clubs de f¨²tbol que anteponen sus colores a la realidad. Rotos la mayor¨ªa de los puentes, la disyuntiva es ya estar conmigo o contra m¨ª y eso sucede incluso entre las familias y en la calle, donde el di¨¢logo se ha convertido en una utop¨ªa. Matizar una opini¨®n o cuestionar una idea en Espa?a se est¨¢ convirtiendo ya en una agresi¨®n directa y contradecir al otro ya es motivo suficiente para el odio, incluso para la amenaza expl¨ªcita. Dividido el pa¨ªs de nuevo en dos bloques (m¨¢s los particulares de algunas regiones), el enfrentamiento ha vuelto a la pol¨ªtica espa?ola contamin¨¢ndola por entero y contagi¨¢ndose a una sociedad que participa de ¨¦l cada vez en mayor medida. No hay m¨¢s que asomarse a las redes sociales o escuchar los comentarios en los bares o en la calle de la gente para detectar ese clima t¨®xico que se ha extendido por todo un pa¨ªs que hab¨ªa gozado de cierta tranquilidad durante algunas d¨¦cadas. Por supuesto, para todos los responsables de ello son los dem¨¢s y de esa manera la bola de nieve sigue aumentando sin que nadie pare su crecimiento como en esas peleas del Far West a las que cada vez se suma m¨¢s gente.
El triunfo del Partido Popular lo celebraron sus dirigentes y seguidores bailando frente a su sede durante horas (al contrario que el 8M del 2020 esa noche no hab¨ªa peligro de contagiarse de covid, parece) mientras que sus opositores entraron en depresi¨®n sabedores de que la traves¨ªa del desierto de la izquierda en Madrid va para largo, si es que alguna vez tendr¨¢ final. Despu¨¦s de 26 a?os repitiendo victoria tras victoria a¨²n a pesar de que dos de sus tres ¨²ltimos presidentes y varios consejeros tuvieron que dimitir por hurto o por corrupci¨®n (alguno estuvo en la c¨¢rcel), lo que parece evidente, por si alguien lo pon¨ªa en duda, es que Madrid es de derechas. Eso y que la convivencia en Espa?a cada vez est¨¢ m¨¢s en peligro, pues la agresividad de estas elecciones evocaba m¨¢s a la de ciertos pa¨ªses latinoamericanos que a la de una regi¨®n europea, del mismo modo que su celebraci¨®n por los ganadores est¨¢ traspasando en algunos casos la obscenidad al alegrarse de la desgracia ajena.