4-M (y II): claves de un descalabro
Las razones de la derrota del PSOE van mucho m¨¢s all¨¢ de una campa?a fallida
El rotundo fracaso de la izquierda en las elecciones del 4 de mayo tiene varios responsables, varias razones y varios tiempos superpuestos. Hay elementos locales, como la persistente incapacidad del PSOE para estructurarse con eficacia en el territorio madrile?o; t¨¢cticos, como los errores en la campa?a; nacionales, como el rechazo a la gesti¨®n sanitaria y, m¨¢s ampliamente, a las pol¨ªticas y alianzas de Pedro S¨¢nchez; y culturales, como una cierta incapacidad para conectar con amplios sectores de la sociedad. Estos factores, junto a otros, componen el mosaico de un descalabro del que la izquierda, y muy especialmente el PSOE, deben extraer lecciones. Las renuncias de ?ngel Gabilondo y Jos¨¦ Manuel Franco son los primeros pasos. Pero la reflexi¨®n tiene que ir mucho m¨¢s all¨¢.
En primer lugar, resulta evidente que desde hace d¨¦cadas el PSOE en Madrid no ha logrado afianzar una estructura s¨®lida, eficaz e ilusionante, en buena medida por sus cambios constantes y la improvisaci¨®n con la que han aterrizado distintos paracaidistas en la Comunidad y en el Ayuntamiento, incluido un seleccionador de baloncesto. Aunque en esta ocasi¨®n el candidato era el mismo que en las dos ¨²ltimas elecciones, la conciencia generalizada de que estaba de salida coloc¨® un lastre demasiado pesado y disuasorio a su nominaci¨®n.
En segundo lugar, est¨¢ la propia campa?a. Tras dos a?os de oposici¨®n noble pero poco efectiva, el PSOE ha seguido una t¨¢ctica electoral err¨¢tica, en gran parte atribuible a La Moncloa. ?ngel Gabilondo era un candidato de indiscutibles credenciales personales pero, tristemente, la pol¨ªtica espa?ola es muy hostil para alguien con su perfil. ?l rechaz¨® subir impuestos, y poco despu¨¦s el Gobierno anunci¨® planes de elevar la presi¨®n fiscal. Primero se apost¨® por el centro distanci¨¢ndose de Pablo Iglesias, pero luego hubo reacercamiento. Primero se opt¨® por poner el enfoque en los asuntos ciudadanos, pero luego se acept¨® el marco del antifascismo que estableci¨® Iglesias. Primero hubo protagonismo del presidente Pedro S¨¢nchez, pero luego hubo una marcha atr¨¢s al entender que esto favorec¨ªa a Isabel D¨ªaz Ayuso. Todo ello, sumado adem¨¢s a errores como la exhibici¨®n exagerada de las amenazas recibidas, la presencia de la directora de la Guardia Civil en un mitin, la descalificaci¨®n del ministro Marlaska del PP y la dependencia de un CIS a todas luces err¨¢tico ha descolocado por completo al PSOE.
Por otra parte, el voto constata el rechazo de una parte de la poblaci¨®n madrile?a a las pol¨ªticas del Gobierno de S¨¢nchez, y en especial a la geometr¨ªa parlamentaria que incluye a ERC y Bildu. Este disgusto no se proyecta en todo el territorio espa?ol; pero ser¨ªa un error estimar que es un hecho exclusivo de Madrid. Se trata de un factor que evidencia el desgarro que parte en dos, de manera enfermiza, la pol¨ªtica espa?ola. Resulta importante adem¨¢s reflexionar sobre las causas de cierta desconexi¨®n de los socialistas con la ciudadan¨ªa. Debe reflexionarse si en ella desempe?a un papel, una percepci¨®n de superioridad moral que esta tiene de la izquierda. La altura moral ¡ªque se encarna en los hechos¡ª suma; la superioridad moral ¡ªque mora en discursos y actitudes¡ª resta.
No todo son malas noticias en el bloque progresista. M¨¢s Madrid ha logrado un resultado significativo y muestra una v¨ªa. La decisi¨®n de Iglesias de abrir paso a un nuevo liderazgo puede ser fruct¨ªfera. Por otra parte, concluir que todos los problemas del 4-M sean extrapolables al escenario nacional es obviamente incorrecto. Pero la izquierda debe reflexionar seriamente sobre lo ocurrido. La coalici¨®n de izquierdas en el Gobierno ha proporcionado muy apreciables movimientos de progreso en la sociedad espa?ola en m¨²ltiples sectores. Es importante que reflexione sobre los fallos del 4-M para seguir dando el muy necesario impulso a la causa del progreso que este pa¨ªs necesita y que de ninguna manera ofrece el proyecto reaccionario y marcado por la indiferente aceptaci¨®n de la desigualdad que encarnan el PP y, a su lado, Vox.
EDITORIAL | 4-M (I): claves de un triunfo
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