Olivia o el fin de los hombres
Quienes se resisten a admitir que esto es la punta del iceberg de una violencia sist¨¦mica contra las mujeres tambi¨¦n agreden
¡°Ay de quien haga da?o a uno de esos peque?itos que creen en m¨ª, m¨¢s le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar¡±. Las palabras b¨ªblicas referidas a quien hace sufrir a lo m¨¢s sagrado tienen una triste resonancia en el final de una criatura de seis a?os, Olivia, que ha aparecido asesinada dentro de una bolsa en el fondo del mar. Ante la tendencia actual a las le...
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¡°Ay de quien haga da?o a uno de esos peque?itos que creen en m¨ª, m¨¢s le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar¡±. Las palabras b¨ªblicas referidas a quien hace sufrir a lo m¨¢s sagrado tienen una triste resonancia en el final de una criatura de seis a?os, Olivia, que ha aparecido asesinada dentro de una bolsa en el fondo del mar. Ante la tendencia actual a las lecturas literales aviso de que lejos de m¨ª la intenci¨®n de aprovechar la tragedia para escribir sobre cu¨¢l ha de ser la naturaleza del castigo. Me detengo, eso s¨ª, en la inusitada crueldad contra los vulnerables de aquel que persigue con el asesinato de una inocente multiplicar el dolor de quien m¨¢s sufre su p¨¦rdida, la madre, a fin de hacerle el futuro inhabitable. Se trata de atacar donde m¨¢s duele, y no duele tanto la propia vida como la de aquellos a quienes trajimos al mundo para que nos sobrevivieran.
Ha sido un asco de semana. Una semana de mierda en la que la violencia contra las mujeres y sus criaturas ha desplegado sus garras con una rotundidad y una frecuencia insoportables. A veces la violencia se maquina contra una madre de manera vicaria; otras, castiga de rebote a un beb¨¦, el hu¨¦rfano de Roc¨ªo, la menor de edad asesinada y descuartizada en Sevilla, al que alguien deber¨¢ explicar alg¨²n d¨ªa que el destino fatal de su pobre madre lo decidi¨® su padre. ?C¨®mo se encaja una vida despu¨¦s de eso? ?C¨®mo no verse v¨ªctima de un trauma sin cura posible? Es de miserables no llamar a las cosas por su nombre. Los que se resisten a admitir que esto es la punta del iceberg de una violencia sist¨¦mica contra las mujeres tambi¨¦n agreden, es una maniobra retorcida que busca perpetuar la subordinaci¨®n y el sufrimiento.
En d¨ªas como estos c¨®mo no pensar en el subg¨¦nero de asesinatos de ni?os que tanto abunda hoy en las tramas policiales. Ya s¨¦ que es ficci¨®n, pesado, ah¨ª no est¨¢ el debate, pero la abundancia nos conduce pensar en cu¨¢l es el atractivo. Ni?os o mujeres v¨ªctimas de rituales sexuales. ?Nos invitan a la reflexi¨®n sobre el miedo de las v¨ªctimas? La mayor¨ªa de las veces en absoluto. Se trata de un divertimento que apela a nuestros miedos e incita a la venganza. Hay excepciones, por supuesto, de historias que s¨ª nos muestran con verdad el origen de una violencia que enturbia la existencia de los inocentes desde la casilla de salida. Este es el caso de La?titia o el fin de los hombres de Jean-Xavier de Lestrade, basada en el hondo ensayo de Ivan Jablonka sobre el asesinato de una muchacha que sacudi¨® a la sociedad francesa en 2011 por sus m¨²ltiples ramificaciones. Al igual que hiciera Jablonka, el director de esta serie no se extas¨ªa en amaneramientos visuales sino que profundiza en las razones por las que un sistema pol¨ªtico y asistencial contribuye a generar v¨ªctimas. El demagogo Sarkozy enmend¨® la plana a los jueces culp¨¢ndoles de la recurrencia de los delincuentes sexuales y se hubo de enfrentar con la primera huelga de un sistema judicial castigado por los recortes. La vida desgraciada de La?titia Perrais se convierte en un an¨¢lisis sobre la violencia de unos hombres que, a su vez, fueron educados en el desprecio a las mujeres, y sobre la necesidad de que el tipo de macho venado, agresivo, abusador, encuentre su fin en una sociedad que los rechace. Estamos lejos de ese momento. Las leyes han mejorado, pero hace falta materializarlas para no generar desesperanza. Tambi¨¦n ser¨ªa deseable que los varones heridos por el feminismo se relajaran y aceptaran el hecho de la violencia estructural sin por ello temer una p¨¦rdida de testosterona.
El an¨¢lisis de la violencia en la ficci¨®n invita en ocasiones a reflexionar sobre ella. La tr¨¢gica existencia de La?titia nos deja meditabundos. La muerte de Olivia nos duele como sociedad. Y est¨¢ bien que as¨ª sea.