Violencia vicaria: golpear donde m¨¢s duele
El caso del hombre que ha desaparecido con sus hijas en Tenerife tras amenazar a la madre con que no las va a volver a ver revela una de las formas m¨¢s terribles de maltrato machista, el que se ejerce a trav¨¦s de los menores
Esta advertencia encierra el horror: ¡°No las vas a volver a ver¡±. Es la frase que el martes le dijo a su exmujer Tom¨¢s Gimeno, el padre desaparecido con sus hijas en Tenerife. Esa noche ten¨ªa que entregarle a las dos ni?as, Anna de un a?o, y Olivia, de seis. Pero en lugar de eso, se esfum¨®. La b¨²squeda de los tres sigue este viernes y se han abierto diligencias por un posible secuestro. Amenazas como esa ¨D¡±No las vas a volver a ver¡±, ¡°Te voy a dar donde m¨¢s te duele¡±¨D ejemplifican una forma de violencia machista extrema y a¨²n poco conocida socialmente, la violencia vicaria. Consiste en da?ar a la madre a trav¨¦s de sus propios hijos. En este caso el maltratador no persigue matar a la mujer, sino producirle el mayor sufrimiento posible. Existe un rango amplio de conductas que engloban esta forma de instrumentalizaci¨®n de los menores, que van desde hablar mal de la madre delante de ellos, manipularlos en su contra o amenazar con llev¨¢rselos, hasta el abismo: acabar con sus vidas, asesinarlos para arrebatarles definitivamente lo que m¨¢s quiere y conseguir as¨ª la muerte en vida de la madre.
En los ¨²ltimos a?os ha habido algunos casos de gran repercusi¨®n de esa violencia vicaria extrema que se lleva por delante la vida de los ni?os. Desde 2013, han sido asesinados por sus padres o las parejas o exparejas de sus madres 38 menores. Ese a?o, entraron en la estad¨ªstica oficial que arranc¨® con el recuento de mujeres asesinadas en 2003, que ya suman 1.086.
Dos a?os antes de que se creara esa lista, lleg¨® el caso que conmocion¨® a la sociedad sobre este tipo de ataques. Fue el asesinato de Ruth y Jos¨¦, los hijos de Ruth Ortiz y Jos¨¦ Bret¨®n. El hombre los mat¨® y despu¨¦s quem¨® sus cuerpos en una hoguera. Fue condenado a 40 a?os. Aquel caso hizo a Espa?a abrir los ojos y empezar a entender que un maltratador no es un buen padre y que los ni?os tambi¨¦n son v¨ªctimas de violencia machista, aunque en la ley no ser¨ªan reconocidos como tales hasta 2015.
La lucha de Ruth Ortiz junto a organizaciones de mujeres sirvi¨® para que, despu¨¦s de los ni?os, se reconociera como v¨ªctimas de pleno derecho tambi¨¦n a esas madres, lo que les permite acceder a la asistencia, ayuda y protecci¨®n establecidas para ellas. Ocurri¨® en 2017, seis a?os despu¨¦s de que ella perdiera lo que m¨¢s quer¨ªa, a sus dos hijos. Esta es, desgraciadamente, una de las caracter¨ªsticas que tiene el avance en la lucha contra la violencia machista: las medidas se han ido construyendo y aprobando a partir de la lucha de mujeres con nombres y apellidos que la sufrieron de manera devastadora.
Hace apenas dos a?os desde que el protocolo que las mujeres siguen en las comisar¨ªas cuando acuden a denunciar un maltrato machista, el llamado sistema Viogen, incluye preguntas sobre el riesgo espec¨ªfico que corren sus hijos. Aunque la ley contra la violencia de g¨¦nero se aprob¨® en 2004 y el primer protocolo policial comenz¨® a funcionar en 2007, solo desde 2019, 12 a?os despu¨¦s, el cuestionario que hacen los agentes a las mujeres incluye preguntas sobre si sus hijos han sido amenazados por el agresor o temen que este pueda ejercer la violencia sobre ellos. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Ministerio de Interior, del 31 de marzo, hay 397 menores en riesgo medio y 45 en riesgo alto. Este cambio en la percepci¨®n del riesgo, de nuevo, tiene nombre y apellidos. Se llama Itziar Prats y, como ella misma ha dicho, ahora sigue siendo madre, pero ya no tiene hijas.
El 25 de septiembre de 2018, su exmarido, Ricardo Carrascosa, cumpli¨® la amenaza que le hab¨ªa hecho: ¡°Me voy a cargar lo que m¨¢s quieres¡±. Mat¨® a sus hijas, Nerea y Martina, de seis y dos a?os y despu¨¦s se suicid¨® tir¨¢ndose por la ventana. Prats hab¨ªa pedido protecci¨®n para las ni?as. Lo reclam¨® en distintas instancias (el centro de la mujer, la comisar¨ªa, los juzgados) pero no le hicieron caso. Desde entonces, tiene una cruzada contra la Administraci¨®n para intentar que se admitan los errores cometidos en su caso. Nadie le devolver¨¢ a sus hijas, pero quiere ayudar a que no le ocurra a ninguna otra madre.
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