Venezuela y la puerta giratoria
Desde que Nicol¨¢s Maduro ejerce el poder, que pronto sumar¨¢ ocho a?os en el cargo, ha habido momentos en que la cifra de presos pol¨ªticos ha rondado los 400
En Venezuela hay en este momento m¨¢s de 300 presos pol¨ªticos.
Hace poco m¨¢s de un mes, Foro Penal, una admirable ONG que desde hace a?os brinda denodada asistencia legal a los ciudadanos secuestrados por el r¨¦gimen bolivariano, documentaba exactamente 302 personas arbitrariamente apresadas por los distintos cuerpos policiales y parapoliciales que administran, con pasamonta?as y fusil de asalto, el terrorismo de Estado en mi pa¨ªs.
Desde que Nicol¨¢s Maduro ejerce el poder ¡ª pronto sumar¨¢ ocho a?os cometiendo y auspiciando t...
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En Venezuela hay en este momento m¨¢s de 300 presos pol¨ªticos.
Hace poco m¨¢s de un mes, Foro Penal, una admirable ONG que desde hace a?os brinda denodada asistencia legal a los ciudadanos secuestrados por el r¨¦gimen bolivariano, documentaba exactamente 302 personas arbitrariamente apresadas por los distintos cuerpos policiales y parapoliciales que administran, con pasamonta?as y fusil de asalto, el terrorismo de Estado en mi pa¨ªs.
Desde que Nicol¨¢s Maduro ejerce el poder ¡ª pronto sumar¨¢ ocho a?os cometiendo y auspiciando toda clase de desafueros ¡ª ha habido momentos en que la cifra ha rondado los 400 presos. Casi la mitad de los venezolanos est¨¢n presos por intentar ejercer plenamente sus derechos pol¨ªticos son militares de las tres armas.
La mayor¨ªa de quienes actualmente se hacinan en las c¨¢rceles ¡°preventivas¡± del r¨¦gimen se halla en el limbo de quienes, en muchos casos durante a?os, no han sido sometidos a proceso alguno que forme causa a las fabricadas acusaciones de terrorismo y la nunca bien definida ¡°traici¨®n a la patria¡±, esta ¨²ltima muy del gusto del capit¨¢n Diosdado Cabello, el teleacusador p¨²blico.
Desde hace a?os, en la inminencia de ya s¨®litos ¡°di¨¢logos¡± con sus opositores, sean estos o no funcionales a Maduro, la dictadura se ha servido c¨ªnicamente de las libertades que atropella a mansalva poniendo en libertad a algunos de los secuestrados y presentando como indultos, como expresi¨®n suprema de su voluntad de concordia, esas calculadas excarcelaciones. El reh¨¦n como prenda propagandista de la magnanimidad del tirano.
Maduro se ha esmerado con ¨¦xito en sublimar con miras electoralistas la doctrina castrista de derechos humanos: al tiempo que libera un reh¨¦n lo aniquila civilmente con medidas de presentaci¨®n ante tribunales, prohibici¨®n de salir del pa¨ªs, de hablar de su caso con medios internacionales. Los medios opositores locales, al autocensurarse, ayudan a castrarlo.
As¨ª, refiri¨¦ndose al favorecido como quien hace profesi¨®n de pluralidad, Maduro alimenta socarronamente la suspicacia con que los venezolanos, abatidos tras veinte a?os de tremendas decepciones a cargo de la clase pol¨ªtica opositora, reciben al reci¨¦n liberado. ¡°?Qu¨¦ les habr¨¢ entregado este para que lo suelten?¡±, se pregunta el mir¨®n.
Si el liberado cree, de buena fe, que aun en las m¨¢s opresivas y desventajosas condiciones hay que perseverar en la v¨ªa electoral y acudir a elecciones, as¨ª est¨¦ cantado que ser¨¢n fraudulentas, ello carece de importancia porque a los ojos de todos luce como trompo servidor. El desaliento se ahonda cuando Maduro apresa inmediatamente a otra figura opositora. Por comparaci¨®n con esta, quien acaba de ganar la calle luce pelele, m¨ªsero rat¨®n.
El desencanto y la retracci¨®n generales ante la pol¨ªtica y sus oficiantes est¨¢ hecha, ciertamente, de muchas otras cosas, pero la c¨¢rcel con port¨®n giratorio ha sido una de las m¨¢s diab¨®licas estrategias maduristas.
Es de doble acci¨®n: desanima al electorado al mostrar cu¨¢n inerme y desdentada est¨¢ la clase pol¨ªtica y, al parecer, infunde una ataraxia de bur¨®cratas en nuestros pol¨ªticos de oposici¨®n. Tal como reza el aforismo¡ªcreo que de Whitehead¡ª, ¡±redoblan los esfuerzos pese a haber olvidado ya los fines¡±.
Ahora mismo la puerta giratoria de la c¨¢rcel est¨¢ obrando a tope y es claro que la falta de sentido de lo tr¨¢gico que caracteriza a la oposici¨®n venezolana aporta tambi¨¦n lo suyo.
Basta ver los v¨ªdeos publicitarios que suben los aspirantes de las dos oposiciones a las redes sociales. El alcalde de un municipio citadino se exhibe, radiante de optimismo en su lucha contra el hampa, ante una flotilla de autos patrulla de alta gama, con sus tripulaciones uniformadas a lo fashion. El t¨²nel del tiempo: Irene S¨¢ez por otros caminos.
Otro candidato se desplaza, euf¨®rico, por los barrios en la trasera de una motocicleta, abraza ancianitas que le ofrecen empanadas y gesticula como Carlos Andr¨¦s P¨¦rez durante el boom de precios de los a?os 70.
Habl¨¦ m¨¢s arriba del sentido de lo tr¨¢gico: mientras los iluminados se aprestan a presentarse a elecciones ama?adas, la vicepresidenta Delcy Rodr¨ªguez y el camarada D¨ªaz-Canel conferencian en Cuba sobre c¨®mo afinar m¨¦todos binacionales de represi¨®n masiva y perpetuarse en el poder.
Trescientos presos pol¨ªticos hay en Venezuela, y otros tantos candidatos a alcaldes y gobernadores. ?Alguien quiere apostar?
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