Ola de divorcios
Adem¨¢s de vidas, haciendas, cabezas y Gobiernos, la pandemia, con su certeza de lo fugaz de la vida, se est¨¢ llevando por delante amores que parec¨ªan eternos
Mi pregunta, al final de un banal intercambio de wasaps de curro, era del todo inocente. Un ¡°?c¨®mo est¨¢is?¡± ret¨®rico, dando el plural y el ¡°bien¡± por supuestos, interes¨¢ndome por un viejo colega y su pareja, tambi¨¦n compa?era, despu¨¦s de a?o y medio sin vernos por el teletrabajo. Fue la respuesta la que me dej¨® seca: ¡°ya no estamos juntos¡±. Se me cay¨® el alma al suelo. Listos, guapos, brillantes, excelentes cada uno en lo suyo, mis colegas son ¡ªeran¡ª una pareja de esas que da gloria verlas. De las que, de tanto emanar armon¨ªa, crees inseparables. No lo eran, claro. No son los ¨²nicos, ni...
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Mi pregunta, al final de un banal intercambio de wasaps de curro, era del todo inocente. Un ¡°?c¨®mo est¨¢is?¡± ret¨®rico, dando el plural y el ¡°bien¡± por supuestos, interes¨¢ndome por un viejo colega y su pareja, tambi¨¦n compa?era, despu¨¦s de a?o y medio sin vernos por el teletrabajo. Fue la respuesta la que me dej¨® seca: ¡°ya no estamos juntos¡±. Se me cay¨® el alma al suelo. Listos, guapos, brillantes, excelentes cada uno en lo suyo, mis colegas son ¡ªeran¡ª una pareja de esas que da gloria verlas. De las que, de tanto emanar armon¨ªa, crees inseparables. No lo eran, claro. No son los ¨²nicos, ni siquiera los menos pensados. Pero, en este a?o largo sin olernos el dolor en el aura ni la tristeza en los ojos, en este limbo sin charlas de caf¨¦ ni cotilleos de pasillos, saber de las penas ajenas duele el doble que cuando nos ten¨ªamos hasta en la sopa del men¨² del d¨ªa.
Adem¨¢s de vidas, haciendas, cabezas y Gobiernos, la pandemia, con sus certezas sobre lo fugaz de la vida, sus rigores sociales y econ¨®micos, y su caldo gordo de humores bullendo en la olla de las casas, se est¨¢ llevando por delante amores que parec¨ªan eternos. An¨®nimos y celeb¨¦rrimos. El pen¨²ltimo en trascender, mediante la preceptiva portada autorizada en ?Hola!, ha sido el de Ram¨®n Garc¨ªa, el Ramontxu de las campanadas de Nochevieja, y su muy ideal esposa, Patricia Cerezo. Antes fueron Enrique Ponce y Paloma Cuevas. Iker Casillas y Sara Carbonero. Amelia Bono y Manuel Martos. Ricos y famosos, de acuerdo. Pero ni toda la miel ni el dinero del globo pueden endulzar del todo la amargura de ciertas rupturas de toda una vida. Menos mal que, en la misma revista, nos queda un clavo al que asirnos. Ana Obreg¨®n, dolorosa superviviente a su idolatrado hijo Aless, vuelve a posar divina en traje de ba?o a sus 66 a?os inaugurando el verano y demostrando que, queriendo, de casi todo se sale. Los muertos se lloran, los Gobiernos caen, las cabezas mutan, las parejas rompen. La vida pasa. Ana permanece.