¡®Fulanocracia¡¯
Unos consideran adecuado que quienes triunfan profesionalmente ganen m¨¢s que un trabajador raso. Otros entendemos que el empe?o y el talento se tienen que premiar, pero de forma m¨¢s modesta
La meta m¨¢s elevada para una persona dedicada a la ciencia y la filosof¨ªa es buscar la claridad conceptual. Tratar de usar conceptos inequ¨ªvocos, que vemos por la calle o dibujamos n¨ªtidamente en nuestra cabeza, y huir de los confusos. Hablar m¨¢s de individuos que de ¡°clases¡± o ¡°estructuras¡±, de cargos concretos que de ¡°poder¡±, de una ideolog¨ªa determinada que de ¡°populismo¡±. Es dif¨ªcil, porque la vaguedad es la mayor tentaci¨®n del intelectual. Mi propuesta ¡°democratiza¡± tal cosa, suele decir el de izquierdas. Lo tuyo va contra la ¡°libertad¡±, insiste el de derechas.
Uno de los t¨¦rminos ...
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La meta m¨¢s elevada para una persona dedicada a la ciencia y la filosof¨ªa es buscar la claridad conceptual. Tratar de usar conceptos inequ¨ªvocos, que vemos por la calle o dibujamos n¨ªtidamente en nuestra cabeza, y huir de los confusos. Hablar m¨¢s de individuos que de ¡°clases¡± o ¡°estructuras¡±, de cargos concretos que de ¡°poder¡±, de una ideolog¨ªa determinada que de ¡°populismo¡±. Es dif¨ªcil, porque la vaguedad es la mayor tentaci¨®n del intelectual. Mi propuesta ¡°democratiza¡± tal cosa, suele decir el de izquierdas. Lo tuyo va contra la ¡°libertad¡±, insiste el de derechas.
Uno de los t¨¦rminos m¨¢s borrosos al que nos enfrentamos hoy es la meritocracia. Los progresistas la han convertido en la diana contra la que lanzan todos sus dardos anticapitalistas: el ideal de la meritocracia justifica la desigualdad y conduce al rencor, aseveran. Y los liberales enarbolan la bandera de la meritocracia como ¨²nica garant¨ªa frente a los privilegios, heredados de los padres o concedidos por el gobierno.
La mayor¨ªa de ciudadanos coincidimos en lo b¨¢sico, pero la polvareda levantada por el uso de una palabra tan imprecisa nos lo impide ver. El t¨¦rmino meritocracia mezcla maliciosamente un mecanismo para regular la competici¨®n en una sociedad (el m¨¦rito) con un resultado particular de esa pugna: que el ganador se quede con todo.
Este segundo aspecto, la cuant¨ªa de la recompensa al vencedor, es discutible. Unos consideran adecuado que los m¨¦dicos, directivos y dem¨¢s personas, afortunadas y esforzadas, que triunfan profesionalmente ganen 10, 100 o 1000 veces m¨¢s que un trabajador raso. Otros muchos, seguramente los m¨¢s, entendemos que el empe?o y el talento se tienen que premiar, pero de forma m¨¢s modesta, evitando desigualdades lacerantes y sosteniendo la cohesi¨®n social, am¨¦n de la igualdad de oportunidades ¡ªimposible de conseguir si los hijos de unas familias tienen infinidad de recursos m¨¢s que los de otras¡ª.
Pero eso no implica que no queramos meritocracia en la competici¨®n. Lo que define una carrera como meritocr¨¢tica no es que el primero gane un Porsche o una sand¨ªa, sino que venza el mejor. La alternativa al m¨¦rito ¡ªque terceras personas decidan que el beneficiado de una subvenci¨®n o un ascenso laboral es el fulano que les cae simp¨¢tico¡ª es siempre m¨¢s injusta. La meritocracia puede ser amarga, pero la fulanocracia es peor. @VictorLapuente