Ministros pararrayos
Muchas veces son una especie de escudo o fusible, y deben justificar las decisiones m¨¢s controvertidas de sus jefes, empecinarse en los errores o practicar el lanzamiento de globos sondas
El pr¨®logo se podr¨ªa llamar ¡°pararrayos¡±, escribi¨® Lichtenberg. Los ministros muchas veces tambi¨¦n lo son: una especie de escudo o fusible, como ha escrito Zarzalejos. Deben justificar las decisiones m¨¢s controvertidas de sus jefes, empecinarse en los errores o practicar el lanzamiento de globos sondas. Luego el l¨ªder, si quiere, puede aparecer y presentar una posici¨®n m¨¢s moderada. Los grados de desautorizaci¨®n son variables.
A veces lo vemos en gente que no tiene otra cosa que hacer y resulta comprensible. Produce m¨¢s desconcierto cuando lo vemos en alguien que ten¨ªa prestigio profesi...
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El pr¨®logo se podr¨ªa llamar ¡°pararrayos¡±, escribi¨® Lichtenberg. Los ministros muchas veces tambi¨¦n lo son: una especie de escudo o fusible, como ha escrito Zarzalejos. Deben justificar las decisiones m¨¢s controvertidas de sus jefes, empecinarse en los errores o practicar el lanzamiento de globos sondas. Luego el l¨ªder, si quiere, puede aparecer y presentar una posici¨®n m¨¢s moderada. Los grados de desautorizaci¨®n son variables.
A veces lo vemos en gente que no tiene otra cosa que hacer y resulta comprensible. Produce m¨¢s desconcierto cuando lo vemos en alguien que ten¨ªa prestigio profesional en otro campo. Se observa en esos casos c¨®mo tritura la pol¨ªtica: aunque lo sabemos desde los cl¨¢sicos siempre parece nuevo y fascinante. Con algunos l¨ªderes y estilos comunicativos tritura mejor. Un ejemplo es el caso del ministro del Interior. Su puesto es dif¨ªcil; tiene la complejidad a?adida de estar en un Ejecutivo experimental, donde el socio menor ejerce a ratos de oposici¨®n, con un griter¨ªo que entiende la deslealtad institucional como fidelidad a los principios y apenas logra ocultar su creciente irrelevancia. El ministro ha afrontado una situaci¨®n in¨¦dita en t¨¦rminos de alarma sanitaria y orden p¨²blico. Lo hemos visto excusar el acoso a diputados de otras formaciones en el d¨ªa del Orgullo Gay. Fue responsable de decisiones discutibles en su momento y corregidas por la justicia como la idea de que violar el confinamiento era desobediencia. La falta de instrucciones claras a los agentes dio a la polic¨ªa un margen excesivo de discrecionalidad, que posibilit¨® numerosos abusos. Su departamento destituy¨® al coronel de la Guardia Civil L¨®pez de los Cobos porque L¨®pez de los Cobos hab¨ªa cumplido con su deber. El ministro dio en sede parlamentaria una explicaci¨®n que no se ajustaba a los hechos. Una sentencia de la Audiencia Nacional (recurrida) estima que el cese fue ilegal. El ministro justific¨® la irrupci¨®n de la polic¨ªa en fiestas sin orden judicial. Ahora ha tratado de desviar la responsabilidad de la devoluci¨®n de los ni?os marroqu¨ªes en Ceuta hacia el presidente de la ciudad aut¨®noma, que no tiene competencias sobre el asunto (la maniobra se aprovech¨® de las habituales contradicciones internas del PP). Algunas de estas pol¨¦micas se deben a decisiones propias. Muchas no tanto. Pero no se le eval¨²a por su gesti¨®n para todos, sino por su eficacia como pararrayos: mientras los errores parezcan solo suyos. @gascondaniel