Tomarse la Constituci¨®n en serio
El consenso de anta?o ha devenido en un crudo disenso metodol¨®gico
Al parecer, seg¨²n se recog¨ªa en este peri¨®dico de fuentes del PP, en este partido se piensa que la renovaci¨®n de las instituciones no preocupa a la gente. Lo que de verdad les importa es el precio de la luz. La verdad es que es dif¨ªcil de creer que a los ciudadanos no les preocupe el incumplimiento de los mandatos consti...
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Al parecer, seg¨²n se recog¨ªa en este peri¨®dico de fuentes del PP, en este partido se piensa que la renovaci¨®n de las instituciones no preocupa a la gente. Lo que de verdad les importa es el precio de la luz. La verdad es que es dif¨ªcil de creer que a los ciudadanos no les preocupe el incumplimiento de los mandatos constitucionales, lo que ocurre es que con lo otro es m¨¢s sencillo hacer oposici¨®n. Porque explicar por qu¨¦ no hacen lo que deben les coloca en una actitud defensiva, aquella en la que en condiciones normales siempre se encuentra el Gobierno, como le ocurre con la actual subida de la electricidad. Y, sin embargo, el PP ha vuelto al tema de la no-renovaci¨®n con resucitado ah¨ªnco. Quiz¨¢ porque piensan que ahora, despu¨¦s de ir cambiando el argumentario, han dado al fin con una racionalizaci¨®n imbatible. Recuerden que la negativa al principio se sostuvo sobre la necesidad de excluir a Podemos del reparto de jueces. Hoy justifican su inacci¨®n con el argumento de que lo hacen en defensa de la independencia de la justicia.
El caso es que se revisten con los ropajes de la institucionalidad cuando en realidad est¨¢n haciendo pol¨ªtica de partido. El porqu¨¦ esto es as¨ª es obvio. En un pa¨ªs como el nuestro, tan marcado por la judicializaci¨®n de la pol¨ªtica, el nombramiento de determinados jueces ¨Dlos del TS, por ejemplo¨D es estrat¨¦gico. M¨¢s a¨²n si un determinado partido, como el propio PP, tiene causas abiertas. En principio no tendr¨ªa por qu¨¦ serlo, pero la experiencia nos dice lo contrario, y los partidos lo saben bien, aqu¨ª y en otros lugares ¨Drecuerden las disputas en Estados Unidos por la elecci¨®n de los integrantes de su Corte Suprema¨D. La cuesti¨®n es que restringir la elecci¨®n de los vocales del CGPJ atribuidos a las Cortes a los propios jueces no servir¨ªa en principio para garantizar su neutralizaci¨®n pol¨ªtica, sino para trasladar el sesgo pol¨ªtico mayoritario de los jueces al propio Consejo. De ah¨ª el entusiasmo con el que el PP se ha abrazado a esta iniciativa, porque conoce bien la naturaleza de ese sesgo. Detr¨¢s de una propuesta aparentemente neutra se esconde un inter¨¦s pol¨ªtico meridiano.
Se dir¨¢ que eso mismo sirve para explicar el rechazo del Gobierno a la propuesta, pero este tiene al menos la ventaja de la legalidad. Y del sentido com¨²n: ?qu¨¦ es eso de que no va a cumplirse una ley hasta que no se cambie? ?Y llevamos ya tres a?os de incumplimiento! C¨²mplase primero y luego ya veremos.
El punto al que quiero llegar trasciende, sin embargo, esta permanente guerra de trincheras entre estos dos partidos. Sobre todo, porque son los que m¨¢s presumen de sentido de Estado y de respeto a la Constituci¨®n. A ambos se les viene ahora encima de nuevo la cuesti¨®n de la monarqu¨ªa. La revitalizaci¨®n del debate en torno al CGPJ ha coincidido con la filtraci¨®n de las pesquisas de la fiscal¨ªa del TS sobre el rey em¨¦rito. Habr¨¢ que ir viendo los siguientes pasos, pero no est¨¢ el horno para bollos, vamos a entrar en lo que seguramente sea, junto con el desaf¨ªo catal¨¢n, el momento m¨¢s delicado para las instituciones del 78. Si hemos de guiarnos por lo visto en el anterior debate, nos esperan m¨¢s enfrentamientos cruzados y, probablemente, una defensa de las instituciones contaminada por intereses partidistas. El consenso de anta?o ha devenido en un crudo disenso metodol¨®gico.