M¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda
Debe asumirse ya que la v¨ªa impulsada por Llarena ha sido, como la independentista, impugnada de manera sostenida
A la hora de enfrentarse al desaf¨ªo unilateral planteado por la Generalitat en 2017, pueril y antidemocr¨¢tico, el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy colaps¨®. Lleg¨® tarde y lleg¨® mal. Su ineptitud a la hora de canalizar una situaci¨®n que llevaba a?os degrad¨¢ndose a la vista de todos, permiti¨® que durante unas horas se crease un vac¨ªo de poder en Catalu?a al tiempo que la noci¨®n hegem¨®nica de naci¨®n espa?ola era problematizada como no lo hab¨ªa sido a lo largo de todo el per¨ªodo democr¨¢...
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A la hora de enfrentarse al desaf¨ªo unilateral planteado por la Generalitat en 2017, pueril y antidemocr¨¢tico, el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy colaps¨®. Lleg¨® tarde y lleg¨® mal. Su ineptitud a la hora de canalizar una situaci¨®n que llevaba a?os degrad¨¢ndose a la vista de todos, permiti¨® que durante unas horas se crease un vac¨ªo de poder en Catalu?a al tiempo que la noci¨®n hegem¨®nica de naci¨®n espa?ola era problematizada como no lo hab¨ªa sido a lo largo de todo el per¨ªodo democr¨¢tico. Contra ese momento insurreccional, como salvaguarda ag¨®nica, sali¨® del armario el nacionalismo rancio y reaccion¨® parte de la elite del poder judicial encabezada por el fiscal general del Estado.
El esp¨ªritu de su respuesta qued¨® sintetizado en el t¨ªtulo del documento que el fiscal Jos¨¦ Miguel de la Rosa cre¨® para redactar la nota de prensa que Jos¨¦ Manuel Maza ley¨® al anunciar las querellas por rebeli¨®n interpuestas ante el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional: M¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda. Esa respuesta fue desmesurada y contraproducente, algo que siguen sin asumir quienes se excedieron entonces para tapar sus verg¨¹enzas. Pero que as¨ª fue no lo demuestra solo que hoy, despu¨¦s de los indultos, la soga penal siga obstaculizando la normalizaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a ¡ªnecesaria para los tibios que queremos normalidad, ya me perdonar¨¢n¡ª. Es que desde hace tres a?os esa v¨ªa va dejando en evidencia a Espa?a en el contexto europeo.
All¨ª apenas nadie aprueba la v¨ªa que sigui¨® el independentismo, y el sector menos fanatizado de ese mundo ha ido elaborando su autocr¨ªtica desde 2018. Pero debe asumirse ya, cuanto antes mejor, que la v¨ªa impulsada por el juez Llarena tambi¨¦n ha sido impugnada de manera sostenida, y a pesar de ello aqu¨ª no se ha producido una revisi¨®n en paralelo de los errores cometidos. Al contrario. Antes de revisar la posici¨®n ¡ªjudicial y pol¨ªtica, period¨ªstica e intelectual¡ª, la trinchera. Que nadie se mueva y ni una alternativa. Por eso el ¨²ltimo caso, el de L¡¯Alguer, ya ha tenido algo de d¨¦j¨¤ vu. Si hace tres a?os, despu¨¦s de la detenci¨®n de Carles Puigdemont en Alemania tras ser vigilado por el CNI, Jorge Bustos jaleaba al ¡°Llarena solitario¡±, este viernes a primera hora era Rub¨¦n Am¨®n qui¨¦n escrib¨ªa que ¡°Llarena captur¨® al miserable¡±. Y en los dos casos, a pesar del brindis en la taberna, la justicia decidi¨® no extraditar.
Pasan los a?os y la v¨ªa Llarena, de Escocia a Bruselas, pasando por Suiza o el Consejo de Europa, se va enredando m¨¢s y m¨¢s y l¨ªa m¨¢s que soluciona. Ejemplo pr¨¢ctico. La Abogac¨ªa del Estado inform¨® al Tribunal General de Justicia de la Uni¨®n Europea que la eurorden se suspend¨ªa, una decisi¨®n que correspond¨ªa a Llarena y a la que ¨¦l no estaba vinculado por una alegaci¨®n que no era suya, y que no suspendi¨®. Y activada la detenci¨®n el Supremo mand¨® unos documentos al juez italiano, que opt¨® por considerar el auto del TGUE. Lo que ha provocado que la justicia espa?ola quedase en evidencia, se creasen las condiciones para el debilitamiento de la confianza entre Estados y, matando tres p¨¢jaros de un tiro, el mito de la confrontaci¨®n volviese al centro de la pol¨ªtica catalana.
Ante este panorama, repetido una y otra vez, una posibilidad es enrocarse en la misma v¨ªa frustrada, autosugestion¨¢ndose para acabar creyendo que la democracia termina en los Pirineos. Vistas as¨ª las cosas es normal que cualquier iniciativa para modificar esta din¨¢mica sea atacada como un delito de lesa patria o que la mesa de di¨¢logo entre gobiernos sea caracterizada como la mesa de la infamia, para decirlo con la expresi¨®n de Pablo Casado en la ¨²ltima sesi¨®n de control en el Congreso. Pero tal vez no deba descartarse que tanta contundencia verbal hueca, en realidad, oculte algo incluso m¨¢s duro: la toma de conciencia de que, despu¨¦s del desprop¨®sito, ya va siendo hora de explorar una v¨ªa de normalizaci¨®n mesurada y productiva.