¡®Sex¡¯ o ¡®no sex¡¯
Los herejes e incr¨¦dulos son condenados al infierno de la cancelaci¨®n por otro episcopado no menos severo que el de anta?o
Para quienes nacimos un poco perversos (o sea, para cualquiera) los libros edificantes pueden tener usos muy distintos de lo imaginado por sus piadosos autores. As¨ª sucedi¨® en mi adolescencia con Energ¨ªa y pureza, un animoso alegato a favor de la castidad juvenil de Monse?or Tiham¨¦r T¨®th, obispo h¨²ngaro de obra pastoral muy difundida. Su estilo vehemente no retroced¨ªa ante met¨¢foras demasiado pict¨®ricas, como los lirios maculados en el lodazal, y se recreaba en un minucioso anecdotario de fechor¨ªas masturbatorias que m¨¢s que ahuyentar los malos pensamientos encend¨ªa la imaginaci¨®n. De e...
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Para quienes nacimos un poco perversos (o sea, para cualquiera) los libros edificantes pueden tener usos muy distintos de lo imaginado por sus piadosos autores. As¨ª sucedi¨® en mi adolescencia con Energ¨ªa y pureza, un animoso alegato a favor de la castidad juvenil de Monse?or Tiham¨¦r T¨®th, obispo h¨²ngaro de obra pastoral muy difundida. Su estilo vehemente no retroced¨ªa ante met¨¢foras demasiado pict¨®ricas, como los lirios maculados en el lodazal, y se recreaba en un minucioso anecdotario de fechor¨ªas masturbatorias que m¨¢s que ahuyentar los malos pensamientos encend¨ªa la imaginaci¨®n. De ese cat¨¢logo solo recuerdo el caso de un muchacho tan adicto al vicio solitario que en la cama, despu¨¦s de los oportunos onanismos, se ataba al pene un hilo que activaba una campanilla para no desperdiciar una casual erecci¨®n nocturna. ?Eso es vocaci¨®n! A m¨ª los ejemplos pintorescos y castigos llameantes del Monse?or me pon¨ªan bastante, contra lo pretendido por ¨¦l. M¨¢s adelante le¨ª otra obra del mismo autor titulada S¨¦ sobrio que no tuvo mejor suerte conmigo¡
El error del obispo era convertir todo lo referente al placer sexual en una imp¨ªa desviaci¨®n recreativa de una herramienta destinada a la reproducci¨®n (dentro del matrimonio, claro). Ahora los inquisidores (y las inquisidoras, nuestras preciosas rid¨ªculas) han buscado sus dogmas en el extremo opuesto. El fundamento biol¨®gico es cosa desde?able ante una autodeterminaci¨®n de g¨¦nero que reconoce identidades se?aladas por la mitad de las letras del alfabeto, todas amenazadas las pobrecillas, y que relega la reproducci¨®n a la artesan¨ªa del laboratorio. Los herejes e incr¨¦dulos son condenados al infierno de la cancelaci¨®n por otro episcopado no menos severo que el de anta?o. Ande, lean El laberinto del g¨¦nero de Pablo de Lora (Alianza) y aprendan a re¨ªrse de los catecismos.