El mejor Partido Popular
Las caricaturas se atraen: para la peor izquierda y el peor nacionalismo, no hay nada m¨¢s c¨®modo y seguro
Para la peor izquierda y para el peor nacionalismo nada hay m¨¢s c¨®modo y seguro. Las caricaturas se atraen. Si Pedro S¨¢nchez es Nicol¨¢s Maduro, Isabel D¨ªaz Ayuso es Donald Trump. Si Puigdemont es Mussolini, Pablo Casado es Francisco Franco. A la vista del fin de fiesta en la plaza de toros de Valencia y de la condescendencia de las autoridades acad¨¦micas con los autodenominados antifascistas en ...
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Para la peor izquierda y para el peor nacionalismo nada hay m¨¢s c¨®modo y seguro. Las caricaturas se atraen. Si Pedro S¨¢nchez es Nicol¨¢s Maduro, Isabel D¨ªaz Ayuso es Donald Trump. Si Puigdemont es Mussolini, Pablo Casado es Francisco Franco. A la vista del fin de fiesta en la plaza de toros de Valencia y de la condescendencia de las autoridades acad¨¦micas con los autodenominados antifascistas en sus exhibiciones de intolerancia en la universidad de Bellaterra, hay gresca para rato.
Polarizada como est¨¢ la sociedad espa?ola, una a?oranza irrealista de las ¨¦pocas violentas del siglo XX parece crecer en muchos corazones. Hay cruzadas anticomunistas como en los tiempos de la Guerra Fr¨ªa y consignas de clase contra clase como en los a?os treinta. Unos quieren desfilar con los tanques de la Brunete por la Diagonal de Barcelona y los otros regresar al frente de Madrid. Los de un lado, terminar con la autonom¨ªa del Pa¨ªs Vasco y de Catalu?a, prohibir los partidos independentistas y salvaguardar al Rey como si fuera patrimonio de la derecha. Y los del otro, reconocer el derecho de autodeterminaci¨®n, proclamar la rep¨²blica y dejar fuera de la ley a los fascistas de Vox, al menos.
La polarizaci¨®n tiene larga vida por delante, al menos hasta las pr¨®ximas elecciones. La peor izquierda no ha podido convertirse en hegem¨®nica ni el peor nacionalismo ha sacado nada de su cabalgada independentista. Pero al final, dale que dale, mientras los votos sumen, seguir¨¢n ambos en sus rumbos extraviados. Ni habr¨¢ un nuevo proceso constituyente ni Espa?a saltar¨¢ en pedazos, pero ambos extremos seguir¨¢n vociferando, porque quieren que las cosas se queden como est¨¢n.
Es tan ensordecedor el ruido de los extremos, que apenas quedan decibelios para la mayor¨ªa pluralista y moderada, centrista y centrada, autonomista y constitucional, vasca y catalana pero tambi¨¦n espa?ola, que todav¨ªa existe. Han olvidado algunos c¨®mo se hizo la Constituci¨®n, cuando estuvieron todos, socialistas, comunistas y antiguos fascistas, autonomistas y soberanistas, vascos y catalanes, vencedores y vencidos.
Sin la derecha, entonces Alianza Popular, ahora PP, nada se hizo entonces ni nada se podr¨¢ hacer ahora. Sin los nacionalistas, los vascos persistentes del PNV y los catalanes volubles de Converg¨¨ncia y ahora de Esquerra, tampoco se puede repetir. Tal como se alcanz¨® el consenso constitucional hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas hay que rehacerlo ahora. Espa?a merece un PP mejor, que no complazca tanto a la peor izquierda y al peor nacionalismo. Tambi¨¦n merece una mejor izquierda y un nacionalismo m¨¢s sensato, que no convoquen todos los viejos fantasmas de nuestros retrocesos hist¨®ricos.