Belarra rectifica: ahora debe explicarse
El ataque a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en el caso del diputado Alberto Rodr¨ªguez, ha sido el (ef¨ªmero) episodio m¨¢s grave de esta coalici¨®n
Hab¨ªa cuatro opciones distintas y un solo resultado verdadero. O la l¨ªder de Podemos, Ione Belarra, rectificaba por su cuenta. O Yolanda D¨ªaz la obligaba a enmendarse. O se iba a casa a provocar a su espejo. O el presidente del Gobierno tomaba cartas inapelables.
El ataque a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Hab¨ªa cuatro opciones distintas y un solo resultado verdadero. O la l¨ªder de Podemos, Ione Belarra, rectificaba por su cuenta. O Yolanda D¨ªaz la obligaba a enmendarse. O se iba a casa a provocar a su espejo. O el presidente del Gobierno tomaba cartas inapelables.
El ataque a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en el caso del diputado Alberto Rodr¨ªguez, ha sido el (ef¨ªmero) episodio m¨¢s grave de esta coalici¨®n. El problema pol¨ªtico no era la presunta patada de Rodr¨ªguez. Ni el ritmo o tino de la respuesta de Batet. Sino Belarra, que calific¨® su actuaci¨®n, mediante un tuit ¡ªese rastrero modo pol¨ªtico¡ª, de ¡°prevaricaci¨®n¡±. Y promovi¨® una querella contra la tercera autoridad del Estado.
El embate de Belarra afrentaba a los ministros podemitas del Gobierno, a quienes ocult¨® el movimiento. Atentaba desde el Ejecutivo contra el poder Legislativo, y pues, contra todo modo l¨®gico de dirimir diferencias en un sistema basado en la divisi¨®n de poderes. Violaba el manual de respeto entre partidos asociados en un mismo equipo, acusando de cometer delito a una de sus m¨¢s relevantes representantes institucionales. Ignoraba ¡ªesa t¨ªpica ignorancia jur¨ªdica, ya acreditada en varias ocasiones¡ª, que solo Rodr¨ªguez y no Podemos estar¨ªa legitimado para querellarse. Y desafiaba la autoridad del primer ministro.
As¨ª que la cosa ha capotado enseguida. Rodr¨ªguez opta al fin por defender sus derechos ante el Constitucional, algo m¨¢s normal que querellarse. Pero a Belarra no le bastar¨¢ el sinuoso abstencionismo, su habitual far niente. Debe explicarse, y reconocer que anunciar una acci¨®n criminal contra la presidenta del Congreso era letal. Para estar en el Gobierno hay que saber estar. Y saber que un ministerio no es un poder omn¨ªmodo, ni un gobiernito en s¨ª mismo. Y que la vicepresidenta primera, Nadia Calvi?o, no practica ¡°injerencias¡± (otra acusaci¨®n rid¨ªcula) cuando act¨²a sobre problemas comunes: despliega su autoridad.
Incidentes as¨ª requieren cura urgente. Josep Llu¨ªs Carod-Rovira desafi¨® el 4 de enero de 2004, como presidente accidental de la Generalitat, a su titular, Pasqual Maragall, ocult¨¢ndole una visita en Perpi?¨¢n a Josu Ternera y otros dirigentes etarras. Tras m¨²ltiples dudas y pulsos entre ambos, dimiti¨® casi un mes despu¨¦s, el 2 de febrero. La agon¨ªa de esa espera degrad¨® brutalmente la credibilidad del mejor presidente catal¨¢n contempor¨¢neo. Esta vez ha sido m¨¢s r¨¢pido. Que no se repita.