Uno de los nuestros
En los a?os de la degradaci¨®n del felipismo, el comisario Villarejo aprendi¨® a moverse en un territorio ambiguo y mafioso
El pasado mi¨¦rcoles, Jos¨¦ Manuel Villarejo compareci¨® en la comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la Operaci¨®n Kitchen. As¨ª la bautiz¨® ¨¦l mismo y con esa etiqueta ha sido popularizada. El comisario jubilado entr¨® en la sala vistiendo traje con el bot¨®n abrochado, una corbata elegante y bien anudada, en la mano izquierda una carpeta y mascarilla negra con la bandera de Espa?a. Durante tres horas la boca tapada, pero habl¨® sin parar. A veces comentaba la actualidad pol¨ªtica como el gato viejo de una sobremesa cortesana, en otras denunciaba su propio caso y de vez en cuando ampliaba un relato construido durante a?os, con escenas que ¨¦l ha protagonizado ¡ª¡±ponte a trabajar¡±, dice que le dijo Rajoy¡ª o conspiraciones en las que habr¨ªa estado implicado ¡ªarmas en Irak¡ª. Si todo fuese verdad, Espa?a ser¨ªa una cloaca.
?Es posible deslindar cu¨¢nto hay de cierto en lo que cuenta de lo que es una estrategia de defensa m¨¢s megal¨®mana que atemorizante? Ya no, probablemente. Con el paso del tiempo el hombre que sali¨® del alcantarillado parece haber quedado atascado en su propia trampa. Porque para amenazar debe redoblar su f¨¢bula desestabilizadora y as¨ª, parad¨®jicamente, cada vez resulta menos cre¨ªble. ?Qu¨¦ hay de verdad en su historia? Una respuesta tal vez pueda buscarse en su arranque profesional, explicado en su biograf¨ªa La Espa?a inventada. Villarejo es un producto del tardofranquismo y su posici¨®n se explica por la naturalizaci¨®n de parte de ese mundo en la nueva democracia.
En 1972, con 20 y muy pocos, oposita para entrar en el Cuerpo de Polic¨ªa, obtiene plaza y pide formar parte de la secreta. Su primer destino es el Pa¨ªs Vasco de la lucha contra ETA y, antes de la Transici¨®n, ya est¨¢ en Madrid bajo las ¨®rdenes del torturador Billy El Ni?o. Durante el proceso de cambio institucional se convierte en l¨ªder de un sindicato al que se afilian veteranos de la Brigada Social. Y aunque ya entonces se le abren diversos expedientes por conductas profesionales dudosas (incluidos algunos por filtrar informaci¨®n confidencial a la prensa, un cl¨¢sico), el Ministerio del Interior lo condecora premi¨¢ndolo al haberse infiltrado en una banda de atracadores de peleter¨ªas. As¨ª pudieron detenerlos. El 24 de febrero de 1981 llama al periodista Mariano Guindal para contarle un bulo desde el b¨²nker: el rey, implicado en el golpe, ha salido del pa¨ªs. La informaci¨®n llega a Zarzuela y pocas horas despu¨¦s Villarejo lo sabe y se lo hace saber al periodista. En 1984 crea su empresa: RyV Consultores de Investigaci¨®n. Siempre tendr¨¢ claro que necesita la mejor tecnolog¨ªa para descubrir la informaci¨®n m¨¢s comprometedora y para amenazar. A finales de los ochenta ¨¦l estar¨¢ all¨ª con sus dosieres y en las guerras de poder con Conde y De la Rosa demostrar¨¢ su capacidad para el doble juego. Cobrar de unos y de otros, y conservar fichas sobre todos.
Pero lo de veras an¨®malo es c¨®mo alguien con ese pasado turbio se reenganch¨® al Estado con la democracia consolidada. Y ocurri¨® en unas coordenadas muy determinadas, las de la degradaci¨®n del felipismo. Cuando el poder ejecutivo se corro¨ªa y la corrupci¨®n institucionalizaba la opacidad, o ¨¦l se ofreci¨® o lo llamaron. Aprendi¨® a moverse en un territorio ambiguo y mafioso, con una pata en el sector privado como detective y otra en el p¨²blico como agente encubierto. Su entramado empresarial se ramificar¨ªa al tiempo que ¨¦l trabajaba para el Ministerio del Interior. Ese ha sido durante a?os su espacio natural y radiactivo, tramando una red de favores donde poderes econ¨®micos y medi¨¢ticos se solapaban con demandas del Director Adjunto Operativo de la Polic¨ªa para dar la guerra sucia contra Podemos o contra el independentismo o contra B¨¢rcenas. Quiz¨¢ el comisario crey¨® que era uno de los nuestros porque los hilos de la red eran sus grabaciones. Olvid¨® que ¨¦l era un hilo de la trama. Ahora, hablando y hablando sobre ella, su propio hilo lo est¨¢ ahogando.
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