Huele a nueva era y ojal¨¢ no sea de Facebook
Podremos intentar ser felices en Meta, pero la verdad del planeta Tierra seguir¨¢ esper¨¢ndonos como la madrastra a las doce
El para¨ªso en la Tierra parece acercarse de la mano de Facebook, aunque para construirlo tan bonito, brillante y estimulante como nos anuncian haya que echar mano de algunos pedacitos de infierno. Veamos. La plataforma en la que circula el odio y crecen bulos gigantescos, donde las adolescentes se enganchan a modelos que les retuercen la autoestima y donde se jalea a los m¨¢s borricos del nacionalismo o la xenofobia se transmu...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
El para¨ªso en la Tierra parece acercarse de la mano de Facebook, aunque para construirlo tan bonito, brillante y estimulante como nos anuncian haya que echar mano de algunos pedacitos de infierno. Veamos. La plataforma en la que circula el odio y crecen bulos gigantescos, donde las adolescentes se enganchan a modelos que les retuercen la autoestima y donde se jalea a los m¨¢s borricos del nacionalismo o la xenofobia se transmutar¨¢ ¡ªpromete Zuckerberg¡ª en una ¨¢rea virtual donde todo ser¨¢n ventajas: compraremos, trabajaremos, amaremos y nos entretendremos en Meta, el lugar donde las gafas inteligentes nos permitir¨¢n a?adir capas paradis¨ªacas a nuestra pobre realidad.
Si uno vive en un piso compartido sin luz ni calefacci¨®n en Vallecas, por ejemplo, ser¨¢ formidable pasar el rato en Meta paseando virtualmente por Marte. Si llega cansado del reparto de paquetes en la furgoneta, podr¨¢ so?ar despierto en alg¨²n escaparate virtual y probarse ropas imposibles. Si no encuentra trabajo por tener m¨¢s de 50 a?os siempre podr¨¢ matar el d¨ªa jugando porque un nuevo ecosistema, como dice Zuckerberg, nos est¨¢ esperando.
Estos d¨ªas huele a cambio de era. Mientras anuncian que el Meta nos envolver¨¢ y arropar¨¢ como los universos que ya hab¨ªamos visto en Black Mirror y Matrix, tambi¨¦n surgen las preguntas. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando elijamos alguno de esos productos tan atractivos y, al otro lado de las teclas, pantallas, gafas, cables, bytes y canales por los que circular¨¢ nuestro deseo se encuentren unos camioneros que no logran cargar porque no hay contenedores? ?Y si los compa?eros de nuestro videojuego online contraen un c¨¢ncer que la sanidad de su pa¨ªs no es capaz de afrontar porque no paga suficientemente a los m¨¦dicos? ?Y si los pa¨ªses por los que pasa el aluminio, el cart¨®n y el principio activo necesarios para el paracetamol, por ejemplo, no lo est¨¢n sirviendo a tiempo porque algunos acaparan (China), porque otros no permiten currantes extranjeros (Reino Unido) o porque nuevas inclemencias debidas al cambio clim¨¢tico dificultan el transporte? Podremos intentar ser felices en Meta, pero la verdad del planeta Tierra seguir¨¢ esper¨¢ndonos como la madrastra a las doce.
Lo podemos ver en el rescate de los perros acorralados por la lava en La Palma. La tecnolog¨ªa se puso al servicio de esos pobres chuchos para sacarlos con drones ¡ªaunque m¨¢s tarde los rescat¨® un misterioso Equipo A¡ª mientras los inmigrantes mueren por cientos cerca de all¨ª. Es nuestro mundo y podemos llamarlo ecosistema o Meta, pero es un engendro.
Nos hemos globalizado impulsados por la avaricia, por los bajos costes de pa¨ªses lejanos, y estos d¨ªas comprobamos que lo que no hemos globalizado es la responsabilidad, los derechos, la cordura. Por ello, acompasar el para¨ªso virtual que promete Facebook con el infierno del mundo real que viven tantos ciudadanos con baj¨ªsimos sueldos, recursos precarios y escasas o nulas expectativas ser¨ªa el verdadero desaf¨ªo. Huele a nueva era y ojal¨¢ no se la regalemos a Facebook.