Colau y los molinos de viento
La propuesta de la alcaldesa de Barcelona para la sierra de Collserola resulta atrevida. M¨¢s, al venir de la cultura comunero-ecologista
La sierra de Collserola es el pulm¨®n perif¨¦rico que permite a los barceloneses respirar. Lo hiende esa excepci¨®n religioso-l¨²dico-comercial del Tibidabo. Pese a ello, el inmenso parque natural, frecuentado por caminantes, ciclistas, viejas, ni?os, ejecutivos veganos y gordos amables, es un milagro inmune a la especulaci¨®n. El clavo ardiente al que agarrarse para creer que uno no vive en Calcuta, sino en un sobrenatural y natural¨ªsimo Et in Arcadia ego.
Por eso, ...
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La sierra de Collserola es el pulm¨®n perif¨¦rico que permite a los barceloneses respirar. Lo hiende esa excepci¨®n religioso-l¨²dico-comercial del Tibidabo. Pese a ello, el inmenso parque natural, frecuentado por caminantes, ciclistas, viejas, ni?os, ejecutivos veganos y gordos amables, es un milagro inmune a la especulaci¨®n. El clavo ardiente al que agarrarse para creer que uno no vive en Calcuta, sino en un sobrenatural y natural¨ªsimo Et in Arcadia ego.
Por eso, la propuesta de Ada Colau de instalar molinos de viento (para la generaci¨®n el¨¦ctrica) en esa reserva de especial protecci¨®n (lo que de inicio proh¨ªbe instalar ah¨ª turbinas), resulta atrevida. M¨¢s, al venir de la cultura comunero-ecologista.
La formula por ¡°corresponsabilidad¡± con los habitantes de zonas saturadas con instalaciones antip¨¢ticas. Los vertederos, incineradoras, nucleares, depuradoras, cruces viarios, qu¨ªmicas, papeleras y cementeras a la antigua y dem¨¢s armatostes indispensables pero insalubres, atienden a ubicaciones urban¨ªsticas de clase. Acompa?an o disrumpen el sue?o de los barrios obreros de la Gran Barcelona (Badalona, Santa Coloma, Sant Adri¨¤...), o de las poblaciones industriales de Tarragona.
No hay instalaciones as¨ª, ?azar?, cabalgando el hilo conductor geogr¨¢fico del bienestar dorado. Ese que conecta Pedralbes y Sarri¨¤ con algunas mas¨ªas restauradas del Empord¨¤, ciertos apartamentos de nieve en la Cerdanya y las renovadas capitales del viejo carlismo, tipo Olot. Sin olvidar la vol¨¢til y ensoberbecida Girona, ayer dos veces inmortal por ser cu?a espa?olista y hoy capital uzbeca de la rep¨²blica fantasma.
Una sola turbina junto al Tibidabo desacraliza ese templo de lo cursi. Ecualiza los costes del desarrollo. Y destruye las coartadas paisaj¨ªsticas que descartan los parques e¨®licos frente a las mansiones marca nou ric de consellers plut¨®cratas, en la Costa Brava, y convierten a Catalu?a en colonia energ¨¦tica de Arag¨®n.
Iniciativas sorprendentes as¨ª son las que compensan (en parte) o redimen (del todo) ¡ªelijan¡ª, los vaivenes rectificativos de Colau, de negar el Mobile o el circuito de Montmel¨® a darles apoyo ferviente; o sus fallos pedag¨®gicos sobre el nuevo urbanismo t¨¢ctico/peatonal; o su unilateralismo antiecon¨®mico contra la ampliaci¨®n del aeropuerto. Todo eso que fermenta un aguerrido frente ¡°biempensante¡± antialcaldesa. Tan excitado como algunos de sus adoradores. Y de momento, sin propuestas mejores.