Que coman pasteles (sin az¨²car)
Bajo las lorzas y la etiqueta de ¡°obeso¡± hay un chiquillo al borde de la desnutrici¨®n no porque sus padres ignoren la pir¨¢mide de alimentos, sino porque el dinero no da para comida de verdad
Al ni?o barrig¨®n y rechoncho le han dicho que se van a prohibir los anuncios de boller¨ªa en los programas infantiles, que por su culpa ¨¦l est¨¢ barrig¨®n y rechoncho. O sea: que si est¨¢ gordo es porque entre El asombroso mundo de Gumball y Doraemon aparecen todos esos apetecibles productos presentados en v¨ªdeos de lo m¨¢s molones que le despiertan el hambre que no sab¨ªa que ten¨ªa. Y no hambre de lentejas, sino de m...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Al ni?o barrig¨®n y rechoncho le han dicho que se van a prohibir los anuncios de boller¨ªa en los programas infantiles, que por su culpa ¨¦l est¨¢ barrig¨®n y rechoncho. O sea: que si est¨¢ gordo es porque entre El asombroso mundo de Gumball y Doraemon aparecen todos esos apetecibles productos presentados en v¨ªdeos de lo m¨¢s molones que le despiertan el hambre que no sab¨ªa que ten¨ªa. Y no hambre de lentejas, sino de mullidos pastelitos que se derriten al entrar en contacto con la saliva, que casi no requieren esfuerzo alguno para masticarlos. O crujientes y estimulantes galletas que le provocan un agradable cosquilleo en la lengua y el paladar.
Qu¨¦ m¨¢s quisiera yo, piensa el ni?o, que poder comer algo de lo que sale en la tele. Su comida basura est¨¢ a a?os luz de alcanzar el nivel de los productos de marca que tienen presupuesto para publicidad. Lo que ¨¦l come es una copia barata de la comida barata que tiene nombre y apellidos. Sus meriendas y desayunos suelen llevar el mismo nombre que el del supermercado donde los compra su madre. Eso cuando se lo pueden permitir, claro. Muchos d¨ªas lo ¨²nico que hay en la cocina son los tristes paquetes de galletas mar¨ªa marca Cruz Roja. Boller¨ªa de marca es lo que comen los ni?os pijos y ¨¦l en muy contadas ocasiones, como cuando la abuela se gasta unos euros de m¨¢s en un capricho para el nieto.
Pero no se queja porque comer, come. Sus magdalenas aromatizadas con el pl¨¢stico en el que van envueltas, sus salchichas de Frankfurt baratas que solucionan la cena muchos d¨ªas, su pasta (tambi¨¦n marca Cruz Roja) con salsa de tomate recalentada. Si no fuera por el Banco de alimentos, los supermercados baratos y los productos ultraprocesados, el ni?o gordo estar¨ªa en los huesos porque no podr¨ªa ni matar el hambre (natural o inducida por la publicidad). En realidad bajo las lorzas y la etiqueta de ¡°obeso¡± hay un chiquillo al borde de la desnutrici¨®n no porque sus padres ignoren la pir¨¢mide de alimentos y sean unos irresponsables por no hacerle hamburguesas de quinoa y chips de kale a su hijo, sino porque las cuentas del poco dinero que entra en casa no dan para comida de verdad.
Los ni?os del pueblo no tienen pan del bueno para comer. Pues que coman muffins veganos sin az¨²car.