El discurso de una extrema derecha inquisitorial
Los lectores escriben sobre la ultraderecha, la inspiraci¨®n que les proporciona el diario, las insistentes llamadas telef¨®nicas con ofertas indeseadas y la depresi¨®n
El discurso de la extrema derecha es como una hidra de varias cabezas. La primera es la de ¡°los espa?oles, primero¡±, una proclama para despreciar a los forasteros, pero solo si son pobres (aporofobia) y de tez oscura (xenofobia, racismo). Otro mantra es su desprecio a la orientaci¨®n sexual que no es como Dios manda (homofobia, LGTBfobia). Tampoco les gusta la libertad para decidir sobre el propio cuerpo, como con la eutanasia o el aborto. Se oponen a que se regule la publicidad perniciosa para proteger a los menores (liberalismo mal entendido). Niegan el cambio clim¨¢tico (un invento de ...
El discurso de la extrema derecha es como una hidra de varias cabezas. La primera es la de ¡°los espa?oles, primero¡±, una proclama para despreciar a los forasteros, pero solo si son pobres (aporofobia) y de tez oscura (xenofobia, racismo). Otro mantra es su desprecio a la orientaci¨®n sexual que no es como Dios manda (homofobia, LGTBfobia). Tampoco les gusta la libertad para decidir sobre el propio cuerpo, como con la eutanasia o el aborto. Se oponen a que se regule la publicidad perniciosa para proteger a los menores (liberalismo mal entendido). Niegan el cambio clim¨¢tico (un invento de los progres), alardean de no vacunarse (negacionismo) y les parece que la violencia machista no existe (machismo). Y su principal se?a de identidad: les tiran las dictaduras (franquismo), pero ¨²nicamente las de su cuerda, las del ¡°atado y bien atado¡±. No deben estar muy orgullosos de su ideario porque cuando se les identifica como extrema derecha lo niegan, c¨®mo no, inquiriendo inquisitorialmente a quien as¨ª les califica, qu¨¦ es la extrema derecha. ?Y t¨² me lo preguntas?
Gonzalo de Miguel Renedo. Logro?o
Un peri¨®dico, un poema
Hay d¨ªas que en el peri¨®dico puedes encontrar inspiraci¨®n tanto para un poema como para una novela. De hecho, me acaba de ocurrir: leo la historia del ni?o senegal¨¦s que se ha creado un telescopio con latas, lentes y ca?as, con el que ha podido ver los anillos de Saturno. Tambi¨¦n he le¨ªdo que una directora afgana rodar¨¢ el primer beso de la historia del cine de Afganist¨¢n. Y lo leo el jueves 18 de noviembre de 2021. Es como si todo empezar¨¢ a nacer. El primer beso, las primeras estrellas. Y todo, en el n¨²mero 16.193 del diario EL PA?S.
Francisco Garc¨ªa Castro. Estepona (M¨¢laga)
Acoso telef¨®nico impune
Hist¨®ricamente, los espa?oles hemos estado recibiendo llamadas telef¨®nicas para que las compa?¨ªas de telefon¨ªa nos vendieran sus productos. Con el encarecimiento de la luz, las compa?¨ªas de energ¨ªa adoptaron ese mismo modelo para ampliar su negocio. Ahora, m¨¢s recientemente, son las empresas de paneles solares las que bloquean nuestros m¨®viles y fijos. Actuando as¨ª, no respetan ni la privacidad ni la intimidad de los ciudadanos, puesto que se sirven de nuestros tel¨¦fonos privados ¡ªque siempre son privados¡ª utilizan bases de datos de procedencia desconocida y, por ello, de dudosa legalidad, y nadie hace nada al respecto. Estamos ante una variante m¨¢s de acoso a la poblaci¨®n que deber¨ªa regularse o, incluso, prohibirse, porque es tan contagiosa como la pandemia.
Dionisio Rodr¨ªguez Castro. Villaviciosa de Od¨®n (Madrid)
A mi hermana, a la depresi¨®n
Te escribo a ti, aunque est¨¢s en muchos cuerpos. Te sientes lejos, vac¨ªa, con esa asfixia que te atrapa y no te deja respirar. La luz ilumina la habitaci¨®n, a veces quiero parar el tiempo en una sombra, impasible, y por un momento sentir que lo ¨²nico din¨¢mico es el tambaleo del abrazo que me das al verme. Te tiendo mi mano con estas palabras. Ojal¨¢ pudiera aliviarte un poco ese dolor. No me pidas perd¨®n por sentir esto, no estoy enfada. No est¨¢s sola. Te escucho. Estoy aqu¨ª. Estoy a tiempo de dec¨ªrtelo hoy, por si ma?ana ya no fuera posible.
Esther Mu?oz Vega. Madrid