No solo oro
Es duro para la acelerada sociedad actual leer como si fuera una novela de aventuras las casi 800 p¨¢ginas de imponentes octavas reales de ¡®La Araucana¡¯, de Alonso de Ercilla, pero ah¨ª est¨¢n
Cada vez que un grupo de beocios derriba una estatua de Col¨®n o exige nuestro perd¨®n, siento un abatimiento que supongo compartido no por ser espa?ol, sino como ciudadano de un pa¨ªs civilizado. Es el fascismo populista quien escupe odio y envenena a la gente. Los dem¨¢s tenemos gran respeto por lo que hicieron los hombres de anta?o. Hoy toca hablar de un conquistador.
Al cumplir los 15 a?os de edad entr¨® a f...
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Cada vez que un grupo de beocios derriba una estatua de Col¨®n o exige nuestro perd¨®n, siento un abatimiento que supongo compartido no por ser espa?ol, sino como ciudadano de un pa¨ªs civilizado. Es el fascismo populista quien escupe odio y envenena a la gente. Los dem¨¢s tenemos gran respeto por lo que hicieron los hombres de anta?o. Hoy toca hablar de un conquistador.
Al cumplir los 15 a?os de edad entr¨® a formar parte del grupo de pajes de Felipe II y como tal viajar¨ªa por Europa antes de embarcar para las Indias en 1555. Contaba Alonso de Ercilla 23 a?os cuando se sum¨® a la expedici¨®n que acudi¨® al Chile austral, tras la muerte de Pedro de Valdivia a manos de los indios araucanos. Era como el joven Ismael embarcado a la caza de la ballena blanca. Particip¨® en la guerra de Arauco entre ind¨ªgenas y colonos y de esa experiencia nacer¨ªa La Araucana, inmenso poema ¨¦pico que desde el t¨ªtulo evoca a Homero y Virgilio. En su obra, tan admirables son los ind¨ªgenas como los espa?oles y tienen la nobleza colosal de la estatuaria cl¨¢sica. El m¨¢s famoso de los jefes araucanos, Caupolic¨¢n, perdura en un c¨¦lebre soneto de Rub¨¦n Dar¨ªo.
Lo asombroso es que Ercilla canta tambi¨¦n el paisaje, la flora, la fauna y la dignidad humana de los nativos australes, como en la espl¨¦ndida escena que describe a las mujeres araucanas recogiendo las armas de sus maridos muertos en combate y lanz¨¢ndose fieramente al ataque. Hay momentos que anticipan la invenci¨®n rom¨¢ntica del buen salvaje que tendr¨ªa lugar siglos m¨¢s tarde.
Comprendo que es duro para la acelerada sociedad actual leer como si fuera una novela de aventuras las casi 800 p¨¢ginas de imponentes octavas reales, pero ah¨ª est¨¢n, reci¨¦n editadas por la Biblioteca Castro, para quienes Am¨¦rica no sea s¨®lo codicia, crueldad y oro, sino tambi¨¦n grandeza, alabanza y creaci¨®n.