Kiko y la coca
La culpa siempre es de las madres. Por lo que hacen, dicen, dejan de hacer o de decir en el pasado, presente y futuro
Un cocain¨®mano que no pueda o quiera admitirlo te mentir¨¢, chulear¨¢ y llamar¨¢ loca hasta hacerte dudar de tu cordura si se lo dices a la cara aunque lo conozcas como si lo hubieras parido y sepas que te la est¨¢ metiendo doblada. Un cocain¨®mano enganchado hasta el pescuezo sin querer o poder saberlo negar¨¢ toda evidencia de estar uncido a su yugo y, aunque lo trinques prepar¨¢ndose una raya de un dedo de gorda sobre la encimera de la cocina, te dir¨¢ que est¨¢ moliendo sacarina para que se le deshag...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Un cocain¨®mano que no pueda o quiera admitirlo te mentir¨¢, chulear¨¢ y llamar¨¢ loca hasta hacerte dudar de tu cordura si se lo dices a la cara aunque lo conozcas como si lo hubieras parido y sepas que te la est¨¢ metiendo doblada. Un cocain¨®mano enganchado hasta el pescuezo sin querer o poder saberlo negar¨¢ toda evidencia de estar uncido a su yugo y, aunque lo trinques prepar¨¢ndose una raya de un dedo de gorda sobre la encimera de la cocina, te dir¨¢ que est¨¢ moliendo sacarina para que se le deshaga mejor en el caf¨¦ de la comilona familiar de los domingos. Un cocain¨®mano que no pueda o no quiera pedir ayuda te negar¨¢ en tu jeta que el sol sale por las ma?anas y se pone por las noches, y t¨², que en el fondo quieres creerlo, lo dejar¨¢s pasar hasta la pr¨®xima, o hasta que el elefante sobre la mesa se levante y tengas que elegir entre encararlo o que se os lleve a todos por delante. Y quien dice un cocain¨®mano, dice un alcoh¨®lico, un lud¨®pata, un adicto a la comida, al sexo, a las compras, a internet, al porno. Un pobre esclavo, aunque no haya m¨¢s obediencia debida que su incapacidad para romper las cadenas de goma del amo.
Kiko Rivera, el peque?o del alma con piel de canela de Isabel Pantoja, le echa ahora la culpa de haberse metido cinco gramos de coca diarios de adulto a las ausencias de su madre cuando era ni?o. Que ella no quer¨ªa saber, pero deb¨ªa haber sabido y evitar su ca¨ªda y reca¨ªdas. Acab¨¢ramos, Kiko: la culpa siempre es de las madres. Por lo que hacen, dicen, dejan de hacer o de decir en el pasado, presente y futuro. Da igual por lo que ella estuviera pasando, siempre hay un fallo materno al que agarrarse para justificar las propias debilidades, sea por exceso o defecto. Igual respiro por alguna herida, pero me juego el tipo a que en muchas cenas de Nochebuena de muchas familias perfectas habr¨¢ muchos elefantes sobre la mesa. Esta, como todas, ser¨¢ una blanca Navidad muy negra para demasiados. Y no es un villancico.