Pero volver¡
Falta a¨²n para que aparezca el escritor, nacido ya en el exilio, que regrese a su aldea guipuzcoana para romper a preguntas el ata¨²d de silencio que a¨²n perdura
En un bonito libro editado por la elegante editorial KRK de Oviedo, el desaparecido escritor alem¨¢n W. G. Sebald responde a algunas entrevistas y lo hace con tan buen estilo como el de sus relatos y narraciones que, de haber vivido unos a?os m¨¢s, estoy persuadido le habr¨ªan valido el premio Nobel. En una conversaci¨®n con Eleanor Wachtel daba varias vueltas a su exilio alem¨¢n, a su pertenencia a Alemania y a la imposible separaci¨®n entre su literatura y la vida de los alemanes.
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En un bonito libro editado por la elegante editorial KRK de Oviedo, el desaparecido escritor alem¨¢n W. G. Sebald responde a algunas entrevistas y lo hace con tan buen estilo como el de sus relatos y narraciones que, de haber vivido unos a?os m¨¢s, estoy persuadido le habr¨ªan valido el premio Nobel. En una conversaci¨®n con Eleanor Wachtel daba varias vueltas a su exilio alem¨¢n, a su pertenencia a Alemania y a la imposible separaci¨®n entre su literatura y la vida de los alemanes.
Cuenta, por ejemplo, el caso del profesor Paul Bereyter, a quien profes¨® gran afecto, y a sus lecciones en el peque?o pueblo donde vivi¨® de ni?o. Solo m¨¢s tarde, cuando ya hab¨ªa abandonado Alemania, sinti¨® Sebald la necesidad de saber m¨¢s sobre aquel hombre que hab¨ªa sufrido una cruel persecuci¨®n durante el periodo nazi, antes de huir, pero que, una vez terminada la guerra, volvi¨® al pueblo. Lo que estremec¨ªa a Sebald era el silencio que rodeaba al profesor y aun cuando fue al pueblecito alpino con la sola intenci¨®n de hablar con ¨¦l, tampoco entonces, casi 20 a?os m¨¢s tarde, quiso Bereyter decir nada. Ni ¨¦l ni ninguno de sus vecinos. Hab¨ªan clavado un ata¨²d de silencio en torno al profesor. Y si bien Sebald sab¨ªa perfectamente lo que sin duda hab¨ªa sucedido, no consigui¨® que ni uno solo de quienes vivieron los a?os de asesinato y terror nazi dijera una sola palabra.
El arrojo de Sebald en aquel rinc¨®n alpino tratando de proyectar alguna luz sobre el suplicio que sus vecinos impusieron al profesor, me record¨® a los miles de vascos huidos durante los a?os de cr¨ªmenes nacionalistas. Se empiezan a escribir historias m¨¢s o menos novelescas sobre aquella ¨¦poca de terror, pero falta a¨²n un poco para que aparezca el escritor, nacido ya en el exilio, que regrese a su aldea guipuzcoana para romper a preguntas el ata¨²d de silencio que a¨²n perdura.