La competici¨®n
Nadie sabe por qu¨¦ estamos inmersos en tantas pugnas ni contra qui¨¦n ni para qu¨¦. Lo ¨²nico vital es seguir corriendo
Nos levantamos por la ma?ana y competimos en la b¨¢scula. Despu¨¦s, claro est¨¢, la competici¨®n para llegar a tiempo al cole de los ni?os y al trabajo. Al hilo de las noticias, compruebas que la competici¨®n no ha hecho m¨¢s que empezar. Lo primero son los datos sobre infecciones de covid. El n¨²mero de afectados por cada 100.000 habitantes y el recuento de ingresados y de camas UCI ocupadas. No te sientes afectado porque no se pronuncia un solo nombre, tan solo son cifras que compiten contra las del d¨ªa anterior para provocar la angustia de la expansi¨®n o la satisfacci¨®n de andar venciendo la curva. ?Qui¨¦n es la curva? Inmediatamente, llega la graduaci¨®n de di¨®xido de carbono en el aire de La Palma, que padece el estallido del volc¨¢n desde d¨ªas atr¨¢s. Los d¨ªas se cuentan, claro, con la esperanza de batir a las erupciones anteriores de las que se tiene conocimiento. Ya puestos a sufrir, que sea de r¨¦cord. No ha habido tiempo para reponerse del drama cuando ya estamos sabiendo a cu¨¢nto nos va a costar esa jornada el megavatio hora en el mercado el¨¦ctrico. Desconocemos la incidencia real de ese precio en la factura, pero el juego de oscilaci¨®n nos tiene fascinados. A unos porque les ayuda a castigar la labor del Gobierno, a otros porque les acrecienta la impresi¨®n de que por encima de los poderes pol¨ªticos hay otros mucho menos dependientes de la v¨ªa electoral.
Si hay suerte esa misma jornada conoceremos los datos del desempleo. Un diciembre mejor o peor que el del a?o pasado, y comparado con el de una d¨¦cada atr¨¢s a¨²n m¨¢s mejor o m¨¢s peor. Preocupados como estamos por el estado de la econom¨ªa nacional, nada mejor que atender a la subida de la inflaci¨®n. Fant¨¢stico guarismo que nos lleva a conclusiones particulares, la sensaci¨®n de que el coste de la vida est¨¢ por las nubes. Si te descuidas ese mismo d¨ªa puedes enterarte del volumen porcentual de la deuda del pa¨ªs, de la cifra redonda del producto interior bruto y hasta del precio de cambio del euro con respecto al d¨®lar. Para quienes no quieran someterse a estos mecanismos tan clasicotes, se le ofrece competir en la carrera antisistema: f¨ªjate lo que se ha apreciado el bitcoin. Y la cotizaci¨®n de Tesla, Amazon o Apple, que juegan en una liga propia. Si te interesa la salud, nada mejor que confirmar los datos de curaci¨®n del c¨¢ncer y competir en el men¨² por reducir los hidratos. Si por el contrario eres m¨¢s aficionado al arte, sabr¨¢s del precio que ha obtenido un cl¨¢sico en la ¨²ltima subasta. Por proseguir tu an¨¢lisis del panorama cultural, la competici¨®n se prolonga en el n¨²mero de entradas despachadas, la lista de libros m¨¢s vendidos y el n¨²mero de descargas del ¨²ltimo videoclip de ese artista que te tiene que gustar por obligaci¨®n psicosocial.
Para cuando llegamos a la competici¨®n deportiva ya estamos agotados. De hecho, nos suena a antiguo el tablero de la liga de f¨²tbol con la clasificaci¨®n por equipos. Ahora preferimos saber el n¨²mero de kil¨®metros que ha recorrido un mediocampista de media por partido o el porcentaje de goles a bal¨®n parado que marca nuestro rival del pr¨®ximo domingo o lunes o mi¨¦rcoles o s¨¢bado. Sinceramente, nadie sabe por qu¨¦ estamos inmersos en tantas competiciones ni contra qui¨¦n ni para qu¨¦. Lo ¨²nico vital es seguir corriendo, porque el cron¨®metro no se detiene. Corre, compite, vamos.
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