Sucesi¨®n sin reglas, tumulto seguro
China y Rusia, cada una a su manera, est¨¢n sembrando las semillas de una disputa sucesoria como la de Kazajist¨¢n
El poder es una sustancia peligrosa. Y m¨¢s peligrosa cuanto m¨¢s concentrada. Precisa de un extremo cuidado si hay que moverla o pasarla de unas manos a otras. Cualquier descuido puede provocar una deflagraci¨®n, una disputa descomunal entre quienes pretenden poseerla e incluso una guerra civil.
La f¨®rmula m¨¢s f¨¢cil y tradicional para evitarlo es asegurar que pase de padres a hijos siguiendo el derecho de primogenitura, aunque siempre habr¨¢ un Jacob que enga?e a Isaac y dej¨¦ a Esa¨² sin la herencia y con el rencor y la discordia. No es una garant¨ªa la monarqu¨ªa electiva, ni siquiera cuando...
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El poder es una sustancia peligrosa. Y m¨¢s peligrosa cuanto m¨¢s concentrada. Precisa de un extremo cuidado si hay que moverla o pasarla de unas manos a otras. Cualquier descuido puede provocar una deflagraci¨®n, una disputa descomunal entre quienes pretenden poseerla e incluso una guerra civil.
La f¨®rmula m¨¢s f¨¢cil y tradicional para evitarlo es asegurar que pase de padres a hijos siguiendo el derecho de primogenitura, aunque siempre habr¨¢ un Jacob que enga?e a Isaac y dej¨¦ a Esa¨² sin la herencia y con el rencor y la discordia. No es una garant¨ªa la monarqu¨ªa electiva, ni siquiera cuando se convierte en rep¨²blica de apariencia m¨¢s o menos democr¨¢tica. Cada elecci¨®n puede ser la ocasi¨®n para la destrucci¨®n del orden, hasta el punto de que la calidad del sistema se pone a prueba en la aceptaci¨®n de la derrota por el candidato descartado: ahora no la supera ni Estados Unidos.
El tr¨¢nsito se hace m¨¢s dif¨ªcil donde no hay sucesi¨®n hereditaria ni sistema de elecci¨®n reglado y fiable. Todo se aplaza al momento en que la enfermedad o la muerte se?alar¨¢n el trono vac¨ªo. Muchas revoluciones surgen como reacci¨®n a las pulsiones mon¨¢rquicas de quienes detentan el poder obtenido en golpes de Estado o en guerras civiles, justo cuando quieren asegurarlo para los suyos antes de morir. Los j¨®venes ¨¢rabes que salieron a las calles en 2011 quer¨ªan evitar que los dictadores fundaran dinast¨ªas, como los Kim en Corea del Norte. Y lo consiguieron, aunque la libertad que ambicionaron qued¨® luego en nada.
Tambi¨¦n la sangrienta crisis de Kazajist¨¢n tiene clave sucesoria. Nursultan Nazarbayev, en el poder desde 1984, cuando su pa¨ªs todav¨ªa formaba parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, hab¨ªa cedido el poder a Kassim-Jomart Tokayev en 2019, pero reservado para s¨ª la presidencia de la Comisi¨®n Militar, el t¨ªtulo de Elbasy o padre de la patria y el privilegio de dar su nombre de pila a la capital del pa¨ªs, antes Astana. La sucesi¨®n sin reglas, que entonces empez¨®, ahora termina con la destituci¨®n del viejo dictador de 81 a?os, sospechoso de alentar las protestas, y su plena sustituci¨®n por el nuevo, de 68.
La regla sucesoria es garant¨ªa de estabilidad y ant¨ªdoto contra la guerra civil. M¨¢s lo es todav¨ªa el l¨ªmite de mandatos, que asegura la desposesi¨®n del poderoso sin esperar a que muera, sea encarcelado o su cabeza caiga desmochada por el hacha. China y Rusia, las dos potencias m¨¢s atentas a la guerra por la sucesi¨®n kazaja, han retrocedido con Vladimir Putin y Xi Jinping en cuanto a la prevenci¨®n sucesoria. Estuvieron sujetos a la limitaci¨®n de mandato, pero ambos aut¨®cratas quieren agotar ahora todo el tiempo de sus vidas ¨²tiles para poseer el mundo. No es un retroceso tan solo, tambi¨¦n es una siembra. En China y Rusia, cada una a su manera, se est¨¢n esparciendo las semillas de un tumulto sucesorio como el que acaba de ocurrir en Kazajist¨¢n.