Esclavos de nuestra propia fatalidad
Los lectores escriben de la dependencia de la tecnolog¨ªa de algunos j¨®venes, los salarios de los investigadores, la clase pol¨ªtica y la sequ¨ªa
El otro d¨ªa, en clase, en la universidad, la profesora pidi¨® hoja y bol¨ªgrafo. Ning¨²n alumno llevaba ninguna de las dos cosas encima. La generaci¨®n de esta promoci¨®n no naci¨® con el smartphone, ni con la tableta ni el port¨¢til al alcance de la mano. Aun as¨ª, pudo crecer y evolucionar a la vez que la mayor¨ªa de estos dispositivos hasta el punto de crear una dependencia que predomina sobre la materialidad org¨¢nica de ciertos elementos tan sencillos y esenciales para generaciones pasadas: un folio, un boli. Queremos mejorar la condici¨®n humana a trav¨¦s del desarrollo y el progreso tecnol¨®g...
El otro d¨ªa, en clase, en la universidad, la profesora pidi¨® hoja y bol¨ªgrafo. Ning¨²n alumno llevaba ninguna de las dos cosas encima. La generaci¨®n de esta promoci¨®n no naci¨® con el smartphone, ni con la tableta ni el port¨¢til al alcance de la mano. Aun as¨ª, pudo crecer y evolucionar a la vez que la mayor¨ªa de estos dispositivos hasta el punto de crear una dependencia que predomina sobre la materialidad org¨¢nica de ciertos elementos tan sencillos y esenciales para generaciones pasadas: un folio, un boli. Queremos mejorar la condici¨®n humana a trav¨¦s del desarrollo y el progreso tecnol¨®gico, pero si se pretenden superar las limitaciones humanas fundamentales, ?no significar¨¢ eso que en vez de mejorar la condici¨®n humana estaremos m¨¢s bien transform¨¢ndola? ?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite entre lo estrictamente humano y lo antinatural? ?Queremos realmente despojarnos de aquella sensibilidad que nos caracteriza como humanos? Si acabamos tan atados a la tecnolog¨ªa y sus promesas, ?no acabaremos siendo esclavos de nuestra propia fatalidad?
Laura Leonelli. Barcelona
La aut¨¦ntica marca Espa?a
En febrero de 2022, en alg¨²n lugar de la provincia de C¨¢ceres, un diputado, Casero de apellido, con problemas para distinguir un s¨ª de un no, comprueba de forma rutinaria que, un mes m¨¢s, le llegan los 4.000 euros netos que percibe por sus actividades parlamentarias. Al mismo tiempo, en una peque?a habitaci¨®n de un piso compartido de una gran ciudad, una doctora en Bioqu¨ªmica que investiga buscando una cura para el alzh¨¦imer se resigna, un mes m¨¢s, a los 1.200 euros que recibe, casi como una limosna, por su impagable trabajo. Aut¨¦ntica marca Espa?a.
Daniel Castillejo Pons. Tomares (Sevilla)
Mal reflejo
Dicen que nuestros pol¨ªticos son reflejo de la sociedad. No s¨¦ si mi sociedad es distinta de la suya o vivo en otro pa¨ªs, porque el reflejo que yo veo no es ni por asomo parecido al de nuestros pol¨ªticos. Soy profesora de Formaci¨®n Profesional y las alumnas y alumnos que veo cada d¨ªa son capaces de trabajar en equipo, sacan lo mejor de cada uno, apoyan al que m¨¢s dif¨ªcil lo tiene; algunas son madres j¨®venes que dejaron los estudios y los han retomado ahora, otros compaginan tres trabajos, y lo m¨¢s sorprendente de todo, no se quejan, y respetan, cosa que me temo, no conocen nuestros pol¨ªticos cuando hablan de sacrificio.
Sabina S¨¢nchez Castillo. Granada
Una ayuda necesaria
Como cada a?o por estas fechas hay una presi¨®n en el sector primario: el agua. Estamos ante una sequ¨ªa nacional muy grave. Los ganaderos y agricultores son los que lo est¨¢n notando, y nosotros, los ¡°se?oritos¡± de ciudad, andamos pasivos ante nuestro egocentrismo. Quiero expresar mi disconformidad ante esta situaci¨®n y ante la pasividad de los dirigentes de este pa¨ªs, que est¨¢n dejando de lado a un sector que alimenta a la poblaci¨®n espa?ola. Es fundamental actuar para ayudar a este sector gravemente perjudicado.
Pedro Plasencia Carranza. Sevilla