Vetocracia
Aqu¨ª todos los grupos se consideran en posesi¨®n de la verdad con infalible superioridad moral sobre los dem¨¢s
En diez d¨ªas han ocurrido tres hechos alarmantes. El d¨ªa 3 se convalidaba por error con gran esc¨¢ndalo en el Congreso la reforma laboral acordada por concertaci¨®n social entre la patronal y los sindicatos. El jueves siguiente (10/02), The Economist publicaba su Democracy Index 2021 de calidad democr¨¢tica, por el que Espa?a desciende de rango de democracia ¡°plena¡± (puesto 16 en 2019, cuando el ¡°bloque de investidura¡± toma el ...
En diez d¨ªas han ocurrido tres hechos alarmantes. El d¨ªa 3 se convalidaba por error con gran esc¨¢ndalo en el Congreso la reforma laboral acordada por concertaci¨®n social entre la patronal y los sindicatos. El jueves siguiente (10/02), The Economist publicaba su Democracy Index 2021 de calidad democr¨¢tica, por el que Espa?a desciende de rango de democracia ¡°plena¡± (puesto 16 en 2019, cuando el ¡°bloque de investidura¡± toma el poder) a ¡°deficiente¡± (puesto 24). Y el domingo 13, las elecciones de Castilla y Le¨®n han arrojado un resultado muy fragmentado que abre la entrada de la ultraderecha iliberal a un gobierno auton¨®mico. ?C¨®mo entender esta regresi¨®n de nuestra democracia?
La mejor explicaci¨®n es interpretarla como producto de la vetocracia, definida por Mois¨¦s Na¨ªm o Francias Fukuyama como el bloqueo de la capacidad decisoria de un sistema por los vetos cruzados de sus agentes pol¨ªticos e institucionales. Lo que implica una degeneraci¨®n del liberalismo, basado en la divisi¨®n y separaci¨®n de poderes en equilibrio que se controlan unos a otros mediante el sistema de frenos y contrapesos (checks and balances), pero cuya excesiva fragmentaci¨®n en m¨²ltiples contrapoderes combinada con el ejercicio del poder de veto por todos ellos puede conllevar la par¨¢lisis del sistema. Es el fantasma de la peruanizaci¨®n que recorre Am¨¦rica Latina y que ya est¨¢ llegando a Europa con el ascenso de la ultraderecha de partidos como Vox.
Aunque entre nosotros cabr¨ªa llamarlo veto-acracia, pues con sus vetos todos tratan de reducir el poder a la impotencia imponi¨¦ndole chantajes maximalistas. Como hace el PP neg¨¢ndose a renovar el poder judicial, causa pr¨®xima de la degradaci¨®n de nuestra democracia en el Democracy Index 2021. Como hace Vox, exigiendo una vicepresidencia para investir a Alfonso Fern¨¢ndez Ma?ueco. Como han hecho Bildu, PNV y ERC, que vetaron el acuerdo de concertaci¨®n social al exigir cambios inasumibles que revelan su radical insolidaridad. O como hace Unidas Podemos, que veta los pactos transversales de ¡°geometr¨ªa variable¡± con el centroderecha, imponiendo a Yolanda D¨ªaz el cierre excluyente del ¡°bloque de investidura¡±. ?Qu¨¦ clase de progresismo es ese, capaz de extorsionar el com¨²n inter¨¦s general de las clases asalariadas?
Pero estas pr¨¢cticas veto-an¨¢rquicas no proceden del ordenamiento institucional, por lo que no se pueden superar con reformas legales, sino de nuestra cultura pol¨ªtica remota, heredera del monote¨ªsmo contrarreformista, que impide a todos los actores a derecha e izquierda transigir con el pluralismo de valores en conflicto teorizado por Max Weber o Isaiah Berlin. Aqu¨ª todos los grupos se consideran en posesi¨®n de la verdad con infalible superioridad moral sobre los dem¨¢s, como intolerantes absolutistas pol¨ªticos que persiguen inquisitorialmente el her¨¦tico polite¨ªsmo de disidentes o adversarios. Y cuando afirman reclamar el plurinacionalismo solo lo hacen de dientes afuera, pues en sus territorios imponen con intransigencia su monote¨ªsmo soberanista y ling¨¹¨ªstico. Este es nuestro pecado original, que nos hace caer en la paranoia antipluralista de la vetocracia antisistema.