Historia de una pandemia
¡®Scientific American¡¯, la revista decana de la alta divulgaci¨®n, aborda a trav¨¦s de 21 an¨¢lisis todos los ¨¢ngulos de las consecuencias de la covid y su impacto en el mundo
Los historiadores seguir¨¢n estudiando las consecuencias de la covid dentro de un siglo, pero los investigadores no parecen dispuestos a esperar tanto. Scientific American, la revista decana de la alta divulgaci¨®n, ha reunido un equipo de cerebros ...
Los historiadores seguir¨¢n estudiando las consecuencias de la covid dentro de un siglo, pero los investigadores no parecen dispuestos a esperar tanto. Scientific American, la revista decana de la alta divulgaci¨®n, ha reunido un equipo de cerebros para escribir 21 an¨¢lisis sobre todos los ¨¢ngulos del tema, de la refutaci¨®n del tosco mito del individualismo a la transformaci¨®n del periodismo cient¨ªfico pasando por la insuficiencia de las instituciones mundiales de la salud, la abulia sobrevenida en materia de cambio clim¨¢tico y el crecimiento de la desigualdad. La historiograf¨ªa pand¨¦mica ha quedado inaugurada con el mismo sentido de urgencia que caracteriz¨® el desarrollo de las vacunas contra la covid.
Un asunto local estadounidense nos ilumina a todos al refutar dos leyendas persistentes que llevamos oyendo desde el inicio de la pandemia. Pese a todas las previsiones de recesi¨®n mundial como consecuencia del SARS-CoV-2, lo cierto es que la econom¨ªa norteamericana creci¨® en 2021. Pero la otra cara de ese d¨®lar es que Estados Unidos registra el mayor n¨²mero de casos y de muertes del mundo. Parece obvio que el tipo de contabilidad que se usa para medir la riqueza de un pa¨ªs (el PIB) ignora de manera soberana el bien m¨¢s preciado que tienen sus habitantes, que es permanecer vivos. Pero ¡°no morirse es importante para la calidad de vida¡±, como dijo el premio Nobel de Econom¨ªa Paul Krugman. Los pol¨ªticos que se llenaban la boca declarando que no hab¨ªa conflicto alguno entre la salud y la econom¨ªa no pudieron equivocarse m¨¢s. Esa es la primera leyenda refutada.
La segunda es que las personas saldr¨ªan de la pandemia mejor de lo que entraron, es decir, convertidas en mejores personas, literalmente. Esta idea manifiesta una ingenuidad tan candorosa que da hasta pena criticarla. La psicolog¨ªa humana es extraordinariamente tenaz, y el ego¨ªsmo est¨¢ integrado en ella hasta la m¨¦dula oblonga, tambi¨¦n llamada bulbo raqu¨ªdeo. La pandemia no ha vuelto mejor a ninguna persona, ni m¨¢s unida a sociedad alguna. Un conocido pegamento para sociedades, siempre utilizado en la preparaci¨®n preb¨¦lica, es la construcci¨®n de un enemigo com¨²n. Esto es lo que intent¨® Donald Trump con sus proclamas contra el ¡°virus chino¡±, pero lo ¨²nico que consigui¨® fue radicalizar a una horda racista, anticient¨ªfica y t¨®xica que ha envenenado a¨²n m¨¢s a la sociedad estadounidense y por extensi¨®n a la de medio mundo.
Tal vez la peor consecuencia de la pandemia ¡ªpara aquellos que seguimos vivos¡ª sea la profundizaci¨®n de la desigualdad mundial. Entre 2020 y 2021, la riqueza de los milmillonarios creci¨® en cuatro billones de euros, mientras 100 millones de personas ca¨ªan por debajo del umbral de la pobreza, seg¨²n la contabilidad favorita de otro premio Nobel de Econom¨ªa, Joseph Stiglitz. La fractura no es solo entre pa¨ªses pobres y ricos, sino tambi¨¦n entre sectores de poblaci¨®n dentro de cada pa¨ªs. Los pobres tienen menos acceso a las bajas por enfermedad y m¨¢s razones para eludir hacerse pruebas o revelar sus resultados.
La p¨¦rdida de empleo suele ser m¨¢s grave para la gente peor pagada del sector servicios, como se ha visto en Espa?a, y estos trabajos son los que menos se pueden hacer desde casa. Ser pobre mata.