La pistola sobre la mesa
Someterse al chantaje inicial de un mafioso, uno solo por peque?o que parezca, es someterse a ¨¦l para siempre
El primer dilema al que hay que atender es si se puede negociar con alguien que se sienta en la mesa mientras juega con la pistola cargada. Habr¨¢ partidarios del di¨¢logo tan bondadosos que incluso en estas condiciones no tendr¨¢n inconveniente en discutir qu¨¦ pueden ceder uno y otro, aunque la historia nos permite conocer al dedillo el desenlace: quien tiene el arma en sus manos obtendr¨¢ lo que pide y la parte amenazada deber¨¢ contentarse con buenas palabras.
El pistolero es un artista. ...
El primer dilema al que hay que atender es si se puede negociar con alguien que se sienta en la mesa mientras juega con la pistola cargada. Habr¨¢ partidarios del di¨¢logo tan bondadosos que incluso en estas condiciones no tendr¨¢n inconveniente en discutir qu¨¦ pueden ceder uno y otro, aunque la historia nos permite conocer al dedillo el desenlace: quien tiene el arma en sus manos obtendr¨¢ lo que pide y la parte amenazada deber¨¢ contentarse con buenas palabras.
El pistolero es un artista. Domina el arte de la intimidaci¨®n. Sabe mantener siempre la iniciativa. Confunde y desconcierta. Nadie enga?a mejor. A cada propuesta responde con una nueva exigencia. Da la vuelta a cada acusaci¨®n, hasta convertirse en el amenazado. Da miedo, pero tacha de hist¨¦ricos a quienes se amedrentan. Deja la pistola encima de la mesa al alcance la mano sencillamente porque es suya y con lo suyo hace lo que le da la gana. Est¨¢ ah¨ª solo porque no sabe d¨®nde ponerla y considera un gesto de mala educaci¨®n que alguien se lo afee.
La novedad no es que alguien pretenda negociar as¨ª, tal como se acostumbra en las penumbras de las econom¨ªas ilegales y clandestinas, o en la geograf¨ªa violenta de las dictaduras y los Estados fallidos, el terrorismo y la gran delincuencia. As¨ª se hac¨ªan las cosas en Europa antes de 1945, cuando la diplomacia y la pol¨ªtica civilizada perd¨ªan la partida. Aunque el lenguaje violento de los g¨¢nsteres nunca ha desaparecido, desde entonces nadie osaba exhibirlo, acompa?ado de la imprescindible sonrisa c¨ªnica de los matones. La novedad es que el presidente de un gran pa¨ªs como Rusia luzca estos ademanes y pretenda obtener alg¨²n resultado de una diplomacia coercitiva totalmente opuesta a los principios y a la cultura pol¨ªtica de la Europa salida de la Guerra Mundial y de la Guerra Fr¨ªa.
Vlad¨ªmir Putin detesta a la Uni¨®n Europea y quiere destruirla. Solo quiere tratos con Estados Unidos, y si acaso con cada uno de los socios de la OTAN por separado. Setenta a?os de cooperaci¨®n europea y de multilateralismo son un p¨¦simo ejemplo para el aut¨®crata del Kremlin, temeroso de que cunda y encuentre ¨¦mulos en Rusia, como los ha encontrado en Ucrania, y antes en Bielorrusia o Georgia.
Los europeos est¨¢n empezando a percibir la amenaza. Seg¨²n una encuesta realizada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), en siete pa¨ªses que representan dos tercios de la poblaci¨®n europea, a diferencia de la anexi¨®n de Crimea y la rebeli¨®n en el Donb¨¢s en 2014, ahora se identifica como un peligro para la seguridad de toda Europa y merece como tal una respuesta, tanto por parte de la OTAN como de la UE.
Si Putin consigue negociar con la pistola cargada sobre la mesa habr¨¢ obtenido ya su objetivo. Someterse al chantaje inicial de un mafioso, uno solo, por peque?o que parezca, es someterse para siempre al mafioso.