Del amor, la valent¨ªa y la sumisi¨®n en un penal ruso
El nuevo juicio a Navalni encarna la pugna de valores en Europa oriental y central. La UE tendr¨¢ que demostrar hasta qu¨¦ punto est¨¢ dispuesta a involucrarse
La pareja se abraza. Los cuerpos se funden en la sala de juicio improvisada en el penal. Los brazos de ella van hacia arriba, hacia los hombros de ¨¦l. En la mano derecha sostiene una botellita de agua, como si una repentina inundaci¨®n de alegr¨ªa al ver al esposo, preso desde hace un a?o, le hubiese impedido la racionalidad del gesto de posarla en la mesa antes del abrazo. ?l la ci?e por la cintura. Ella se acerca a un lugar indefinido entre la mejilla, el cuello y la oreja, esa zona del cuerpo misteriosa, tan expuesta como ¨ªntima. Quiz¨¢ le da un beso, quiz¨¢ dice algo, quiz¨¢ las dos cosas. Se ve una sonrisa en el rostro de ¨¦l. Son el matrimonio Navalni, el pasado martes, d¨ªa de inicio del juicio en una nueva causa contra el disidente ruso, por la que le puede caer otra d¨¦cada larga de reclusi¨®n. No podemos saber exactamente qu¨¦ hay en sus corazones pero, si no lo es, se parece bastante al amor, en la acepci¨®n completa, la que incluye admiraci¨®n, atracci¨®n, cari?o y complicidad. Sorprende la idea del amor en un entorno como ese.
Alexei Navalny embracing his wife at kangaroo court in prison today - one that will likely extend term by 10 yrs. pic.twitter.com/GPEg3UffIL
— Oliver Carroll (@olliecarroll) February 15, 2022
Tampoco sabemos qu¨¦ hay en el coraz¨®n del otro protagonista de la sala, que no se ve en ese fragmento de la grabaci¨®n: el juez. Pero, con toda probabilidad, lo que hay es esa sumisi¨®n que es el estado postrado del alma de tantos que viven bajo reg¨ªmenes autoritarios. Actitud muy f¨¢cil de juzgar desde la comodidad de las garant¨ªas y seguridades democr¨¢ticas. Lo que s¨ª conocemos es la extraordinaria valent¨ªa de Alex¨¦i Navalni, que despu¨¦s de sufrir una larga persecuci¨®n por su actividad opositora y ser envenenado, decidi¨® seguir luchando y regresar a Rusia desde Alemania, donde recibi¨® atenci¨®n m¨¦dica. ¡°No tengo miedo de este tribunal, de este penal, de las armas qu¨ªmicas, de Putin y del resto. Teneros miedo ser¨ªa humillante¡±, dijo en la vista.
La escena resumida en ese penal ruso ¡ªtener que vivir con el dilema entre resignaci¨®n ante el abuso o hero¨ªsmo con consecuencias terribles¡ª es lo que ha empujado a tantos pa¨ªses de Europa central y oriental a abrazar el modelo y las instituciones occidentales. Es el motivo por el que una mayor¨ªa de ciudadanos de Ucrania tambi¨¦n lo desea. Y es la pesadilla que, probablemente, le da escalofr¨ªos a Vlad¨ªmir Putin, que ni quiere nombrar a Alex¨¦i Navalni y contempla con espanto la perspectiva de que la ciudadan¨ªa se rebele o que el pa¨ªs hermano pueda mostrar a la ciudadan¨ªa rusa que con historia y tradiciones parecidas es posible construir otro camino.
Y la Uni¨®n Europea debe decidir d¨®nde se sit¨²a ante lo que la escena del penal representa. En asuntos internacionales pero tambi¨¦n internos. El mismo d¨ªa de la vista, Olaf Scholz se reun¨ªa con Vlad¨ªmir Putin. En una conferencia de prensa posterior a la reuni¨®n, calific¨® de ¡°incompatible con el Estado de derecho¡± la persecuci¨®n judicial de Navalni. Las palabras son acertadas, pero lo importante son los hechos. Alemania ha mantenido durante mucho tiempo una actitud contemporizadora con Rusia, est¨¢ por ver hasta qu¨¦ punto est¨¢ dispuesta a cambiarla ahora. La UE ha impuesto sanciones como respuesta a desmanes rusos de los ¨²ltimos a?os, pero de baja intensidad. En la crisis actual, de momento, ha mantenido cierta unidad, pero est¨¢ por comprobar qu¨¦ clase de unidad ser¨¢ si esta se precipita. Hay muchas se?ales que indican que esto puede ser inminente. Algunos miembros est¨¢n dispuestos a armar a Ucrania, otros no; algunos optan por sanciones muy contundentes, otros no; algunos est¨¢n dispuestos a un consistente nivel de negociaci¨®n en el plano del control de armas, otros no tanto.
En clave interna, tambi¨¦n, quedan pendientes pruebas definitorias. Hasta qu¨¦ punto llegar en la lucha contra la erosi¨®n de la democracia y, en concreto, de la independencia judicial, en Polonia y Hungr¨ªa. La justicia europea ha avalado esta semana la derogaci¨®n de fondos a pa¨ªses que no mantengan ciertos est¨¢ndares. A ver cu¨¢ndo y c¨®mo se aplica, despu¨¦s de a?os de advertencias frustradas y de tolerancias interesadas, por las que, por ejemplo, el partido de Orb¨¢n estuvo abrigado en el PPE hasta hace poco con la anuencia de la CDU alemana o del PP espa?ol. La cuesti¨®n es de gran calado, y el riesgo de politizaci¨®n de la justicia afecta tambi¨¦n, con circunstancias diferentes, a democracias m¨¢s consolidadas. Conviene no olvidar el mensaje de WhatsApp del portavoz del PP en el Senado en el que, en 2018, presum¨ªa de que el principio de acuerdo para la renovaci¨®n del Poder Judicial alcanzado con el PSOE permit¨ªa a su formaci¨®n ¡°controlar por detr¨¢s¡± una importante sala del Supremo. Un s¨ªntoma, entre tantos, de una mentalidad peligrosa.
A ver, pues, donde se situar¨¢ la UE ante esa escena de sabor dostoievskiano. Hay un c¨¦lebre abrazo en un penal ruso en el ep¨ªlogo de Crimen y castigo. Rask¨®lnikov lanza sus brazos, por fin, alrededor de Sonia, completamente entregado. Aqu¨ª s¨ª sabemos qu¨¦ sienten los protagonistas. Amor, sin duda, de aquellos que hacen invencibles a quienes los sienten, de aquello que hacen resurgir, porque encierran ¡°en el coraz¨®n del uno infinitas fuentes de vida para el coraz¨®n del otro¡±. A ver hasta d¨®nde y c¨®mo est¨¢ la UE dispuesta a abrazar en nombre de la democracia.
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