?Est¨¢ cambiando Alemania?
La guerra volvi¨® a Europa la semana pasada. Y ha dado un giro al debate pol¨ªtico en el pa¨ªs germano. Un buen comienzo
En tan solo una semana, el Gobierno alem¨¢n ha anunciado el final del Nord Stream 2; ha aceptado la exclusi¨®n de Rusia del sistema SWIFT de comunicaci¨®n interbancaria; ha suministrado armas a Ucrania y se ha comprometido con el objetivo de gasto del 2% en d...
En tan solo una semana, el Gobierno alem¨¢n ha anunciado el final del Nord Stream 2; ha aceptado la exclusi¨®n de Rusia del sistema SWIFT de comunicaci¨®n interbancaria; ha suministrado armas a Ucrania y se ha comprometido con el objetivo de gasto del 2% en defensa que demanda la OTAN.
Son cambios grandes. Quiz¨¢ lo sea a¨²n m¨¢s el cambio de tono en el debate p¨²blico alem¨¢n. Por primera vez desde que yo recuerdo, hay indignaci¨®n p¨²blica contra los pol¨ªticos del SPD, como Gerhard Schr?der, Manuela Schwesig y un grupo de otras figuras destacadas del partido que Vlad¨ªmir Putin tiene en el bolsillo. Los medios de comunicaci¨®n alemanes han revaluado los 16 a?os de Angela Merkel, su pol¨ªtica energ¨¦tica y sus relaciones especiales con dictadores.
Han cambiado muchas cosas en una semana, pero no hay que ser autocomplaciente respecto a la magnitud de lo que todav¨ªa tiene que pasar. Y hay que fijarse en la letra peque?a. Las sanciones relacionadas con el sistema SWIFT excluyen las transacciones con petr¨®leo y gas. L¨®gico que sea as¨ª. Alemania no puede seguir importando gas y luego no pagarlo. Las armas que el pa¨ªs no est¨¢ dispuesto a mandar a Ucrania no afectar¨¢n al desenlace de la guerra. En cuanto al Nord Stream 2, no ten¨ªa elecci¨®n. Estados Unidos habr¨ªa sancionado a cualquier accionista, cliente o pol¨ªtico del SPD involucrado en el gasoducto. Fue una jugada inteligente adelantarse a ello.
Lo que todav¨ªa tiene que cambiar en Alemania, y no cambi¨® la semana pasada, es lo que yo llamar¨ªa mercantilismo de la cadena de suministro. Es una versi¨®n moderna del colbertismo, o la b¨²squeda de super¨¢vits comerciales como objetivo pol¨ªtico. No se trata de que los gobiernos defiendan los intereses de sus empresas. Todo el mundo lo hace. Ni siquiera se trata de las exportaciones. La cuesti¨®n son los excedentes de exportaci¨®n. Alemania considerar¨ªa un d¨¦ficit por cuenta corriente como un fracaso pol¨ªtico. Lo que nunca se escucha en un debate pol¨ªtico alem¨¢n es que, a escala mundial, las exportaciones tienen que ser iguales a las importaciones, y el ahorro a las inversiones. Hasta que Alemania no rectifique su mentalidad neomercantilista, el cambio se limitar¨¢ a apariencias superficiales, suficientemente buenas para impresionar, pero sin mucha sustancia.
El verdadero problema en este momento no es c¨®mo pagamos a Rusia, sino por qu¨¦ le pagamos. Alemania ha llegado a hacerse dependiente del gas ruso, una dependencia que no ser¨¢ f¨¢cil de revertir. Alemania lo necesita para generar electricidad y para la calefacci¨®n. Y lo que es m¨¢s importante, depende del gas ruso para reducir los costes energ¨¦ticos de su sector empresarial, que constituyen una amenaza en potencia para la competitividad. Olaf Scholz ha dado a su Gobierno la orden de examinar las alternativas al gas ruso. Es un buen comienzo. Pero no veo de qu¨¦ manera el pa¨ªs podr¨ªa compensar plenamente las importaciones de gas ruso durante una crisis de suministro. La dependencia de Rusia no desapareci¨® la semana pasada.
Si se quiere evaluar la magnitud de la transformaci¨®n alemana, mi consejo ser¨ªa centrarse en los cambios de la pol¨ªtica a largo plazo. Robert Habeck, ministro de Econom¨ªa, ha sido el impulsor de la estrategia de inversi¨®n en fuentes de energ¨ªa renovables. Esto har¨¢ que la energ¨ªa sea m¨¢s barata y m¨¢s limpia. Pero, como efecto colateral, tambi¨¦n aumentar¨¢ la dependencia alemana del gas. Como Los Verdes, el partido al que pertenece, se oponen tanto a la energ¨ªa nuclear como al carb¨®n, Alemania seguir¨¢ necesitando el gas por dos motivos: como fuente de energ¨ªa transitoria hasta que las energ¨ªas renovables alcancen su masa cr¨ªtica y como fuente permanente durante los periodos en los que la producci¨®n renovable sea baja. Los Verdes y los corporativistas del SPD no est¨¢n de acuerdo en demasiadas cosas, pero lo est¨¢n en lo que concierne al gas. Esto significa que Alemania seguir¨¢ dependiendo de Rusia mucho tiempo, a menos que la Uni¨®n Europea cree fuentes y canales de suministro alternativos, como por ejemplo el transporte de gas natural licuado desde Espa?a. Hasta que esto ocurra, yo me abstendr¨ªa de valorar la magnitud del cambio. Y el sector empresarial sigue siendo poderoso.
Pero partiendo de donde nos encontr¨¢bamos, la semana pasada fue una buena semana porque cambi¨® el debate. La prueba llegar¨¢ cuando Alemania tenga que tomar decisiones verdaderamente dif¨ªciles, y eso todav¨ªa no ha ocurrido.