Una Colombia sin Uribe
El expresidente, que manej¨® a Colombia como si fuera su finca durante m¨¢s de 20 a?os, es el gran derrotado en elecciones del 13 de marzo
Su derrota fue demoledora. Le fue mal con su partido, con su candidato y con la opini¨®n p¨²blica. Su partido, el Centro Democr¨¢tico, perdi¨® no solo el puesto que detentaba como la colectividad con el mayor n¨²mero de curules en el Congreso. Tambi¨¦n perdi¨® su honra. El uribismo fue superado en votaci¨®n por el partido de izquierda que lidera Gustavo Petro, el candidato que la derecha no puede ni ver en pintura. En el Senado perdi¨® cinco esca?os, pero su mayor descalabro lo tuvo en las c¨¢maras, consideradas como la base fundacional para construir cualquier proyecto pol¨ªtico porque es en donde se representa el voto de las regiones. All¨ª, el uribismo, que siempre hab¨ªa sido muy fuerte en las regiones, se desplom¨® como un castillo de naipes.
A su candidato presidencial, Oscar Iv¨¢n Zuluaga, le fue peor. Fue elegido luego de un proceso interno no muy transparente en el que intervino Uribe, con su dedazo, pero su candidatura nunca despeg¨®. Sus bailes impostados en Tiktok, en los que se le ve¨ªa entre inc¨®modo y rid¨ªculo, tampoco le ayudaron. Sin embargo, no todo fue su culpa. Ser el candidato de Uribe tiene sus costos en la Colombia de hoy. El expresidente tiene la imagen m¨¢s baja de toda su carrera. Uribe ya no embruja. Tampoco emociona a las multitudes como lo hac¨ªa en las ¨¦pocas de presidente en que su tefl¨®n le sirvi¨® para justificar sus abusos de poder. Su ca¨ªda comenz¨® cuando se firm¨® la paz con las FARC, porque Uribe se qued¨® sin enemigo. Hoy ni siquiera calan sus mentiras que tanto le sirvieron en el pasado para mantener atemorizado al pa¨ªs. Ni el miedo al castrochavismo, ni el miedo a Petro que tanto exacerbaron, les funcion¨®, porque el domingo los colombianos salieron a votar por otros, pero sobre todo por Petro y por una l¨ªder afro que sac¨® m¨¢s votos que Sergio Fajardo en la consulta del centro: Francia M¨¢rquez.
Qui¨¦n lo creyera. Al Uribe de hoy le ha tocado mendigar sus votos. Cada vez que hizo campa?a por su partido, acab¨® increpado por la gente que lo rechaz¨®. A su candidato invisible, tambi¨¦n se le dio esa misma medicina.
C¨®mo ser¨¢ el lastre que carga Uribe, que su candidato ni siquiera fue aceptado en la consulta que aglutin¨® a los candidatos de la derecha colombiana. Y fue rechazado no propiamente porque no supiera el baile del Tiktok, sino porque ten¨ªan la certeza de que si el candidato uribista aterrizaba en su pista pod¨ªa quitarles votos. Este lunes, un d¨ªa despu¨¦s de que se eligiera a Federico Guti¨¦rrez como el candidato de la coalici¨®n de la derecha, el arrinconado candidato de Uribe tuvo que renunciar para adherir a ese nombre. As¨ª de humillante ha sido la derrota del expresidente.
Hay quienes afirman que Uribe nunca apoy¨® a su candidato y que su gallo tapao siempre fue Federico Guti¨¦rrez, el exalcalde de Medell¨ªn que tiene pinta de ser una nueva versi¨®n de la derecha light que tan bien enarbola Iv¨¢n Duque.
De todas formas, ni un gallo tapao puede ocultar el hecho de que el uribismo, la fuerza que ha puesto los ¨²ltimos tres presidentes en Colombia, se qued¨® por primera vez sin candidato y que la derecha, siempre tan acostumbrada a acomodarse en el poder, por primera vez est¨¢ en problemas. Como puede, intenta agruparse en medio del ocaso l¨¢nguido del Gobierno de Iv¨¢n Duque que se va a ir del poder con el palmar¨¦s de ser la administraci¨®n que no quiso implementar el acuerdo de paz, que no pudo controlar los rebrotes de violencia y que gobern¨® durante la pandemia para los m¨¢s ricos.
Uribe, que todav¨ªa no entiende que este pa¨ªs ya no le copia, ha salido a insinuar que los verdaderos responsables de la derrota de su partido y del fracaso de su candidato son los que se han ensa?ado contra ¨¦l y le han afectado su reputaci¨®n. Para el expresidente, la culpa de su desgracia es de los periodistas que lo indagaron y de los magistrados que le abrieron una investigaci¨®n por manipulaci¨®n de testigos y en la que hay evidencias de sus relaciones con el bajo mundo y con abogados de narcos.
La reputaci¨®n de Uribe no se la da?¨® el periodismo independiente, ni los magistrados que lo han investigado. La fue acabando su obsesi¨®n por querer ser la eterna imagen del poder, por oponerse al proceso de paz con argumentos falaces y por habernos llenado de miedo. El domingo la gente vot¨® por otra Colombia.
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