Kant y Hobbes, la extra?a pareja
?No hab¨ªamos quedado en que los mandatos de la ONU eran la medida de nuestra acci¨®n exterior; o que decisiones de trascendencia como el acuerdo de Espa?a con Marruecos sobre el Sahara deb¨ªan contar al menos con el benepl¨¢cito de la oposici¨®n?
Con la guerra de Ucrania hemos entrado en modo hobbesiano. La prioridad no es ya la realizaci¨®n o consecuci¨®n de alg¨²n bien, sino evitar los males mayores. Se acab¨® el ensue?o de un orden internacional organizado a partir de grandes principios que garanticen la paz y la justicia. La seguridad manda y a ella ha de subordinarse todo lo dem¨¢s. No es lo que dese¨¢bamos, pero es a donde nos ha conducido la embriaguez b¨¦lica ...
Con la guerra de Ucrania hemos entrado en modo hobbesiano. La prioridad no es ya la realizaci¨®n o consecuci¨®n de alg¨²n bien, sino evitar los males mayores. Se acab¨® el ensue?o de un orden internacional organizado a partir de grandes principios que garanticen la paz y la justicia. La seguridad manda y a ella ha de subordinarse todo lo dem¨¢s. No es lo que dese¨¢bamos, pero es a donde nos ha conducido la embriaguez b¨¦lica de Vlad¨ªmir Putin. El miedo vuelve a hacer acto de presencia y este solo puede ser despejado recurriendo a la protecci¨®n del Estado y su provisi¨®n de eficaces medidas de defensa. Volvemos a donde nos dej¨® la pandemia. Antes se trataba de la seguridad sanitaria, ahora es la militar. El discurso dominante vuelve a estar representado por los ¡°realistas¡± hobbesianos. Y, como suele ocurrir cuando vuelve Hobbes, Kant se eclipsa, el apremio civilizatorio de los grandes principios que declar¨¢bamos con car¨¢cter universal cede ante los datos de la realidad.
Nada nuevo, siempre ha sido un poco as¨ª, y la prevalencia de lo que uno u otro representan depend¨ªa de la coyuntura pol¨ªtica espec¨ªfica. Kant nos ofrec¨ªa principios regulativos a partir de los cuales ajustar nuestras acciones, Hobbes nos recordaba la dificultad de su realizaci¨®n bajo circunstancias extremas. Uno se corresponde a momentos de tiempo despejado, otro al de condiciones atmosf¨¦ricas tempestuosas. La perplejidad que hoy sentimos seguramente deriva de nuestro optimismo ilustrado, pensar que la historia era un proceso imparable hacia mayores cotas de bienestar y desarrollo moral. Por eso Putin nos ha fundido los plomos mentales con su guerra de agresi¨®n a Ucrania, que tanto nos recuerda al siglo XX, envuelta adem¨¢s en un anacr¨®nico discurso imperial de pueblo y territorio. ?Pero qui¨¦n dijo que la historia no se repite? Todos los realistas pol¨ªticos ¨DTuc¨ªdides, Maquiavelo, el propio Hobbes¨D pensaban que esta era circular, que no existe algo as¨ª como un avance lineal dirigido a un progreso continuo.
Cuando hace un par de d¨ªas nos desayunamos con el acuerdo de Espa?a con Marruecos sobre el Sahara, no pude evitar sentir de nuevo el picor que a uno le deja la confrontaci¨®n de ambos autores. Sigo en cierto estado de shock. Es muy posible que, medido exclusivamente en t¨¦rminos de raz¨®n de Estado, dicho acuerdo represente un mal menor para nuestro pa¨ªs. ?Pero es justo? Ese Kant indomable que todos llevamos dentro se revuelve. ?No hab¨ªamos quedado en que los mandatos de la ONU eran la medida de nuestra acci¨®n exterior; o que decisiones de esta trascendencia deb¨ªan contar al menos con el benepl¨¢cito de la oposici¨®n? La forma en la que se ha gestado, hurt¨¢ndose al debate y sin consultarlo siquiera con los socios del Gobierno ni con la oposici¨®n, nos recuerda a los viejos arcanos del poder, no a la transparencia exigida en un pa¨ªs democr¨¢tico. Y las preguntas se agolpan. ?Qu¨¦ va a pasar ahora en nuestras relaciones con Argelia, de cuyo gas tanto dependemos, o, antes que nada, con los mismos saharauis?
No he tenido tiempo a¨²n de digerirlo del todo, aunque tampoco soy tan ingenuo como para no entender la espesa constelaci¨®n de intereses y las presumibles presiones que se hayan podido ejercer desde fuera para llegar a este resultado. Mi preocupaci¨®n deriva de este nuevo furor maquiv¨¦lico-hobbesiano suscitado por la guerra. ?No hab¨ªamos quedado en que esta coyuntura nos hab¨ªa unificado de nuevo en torno a nuestros grandes principios y valores, que es Kant quien mejor nos representa? ?Qu¨¦ malos tiempos!