El moritat de Gerhard Schr?der
El pol¨ªtico alem¨¢n no est¨¢ solo. Nadie llega por s¨ª solo a la Canciller¨ªa en Alemania
Moritat: g¨¦nero musical popular que germin¨® en el Medioevo alem¨¢n. Balada mon¨®tona y pegajosa que narra sin escandalizarse las andanzas de un malhechor, normalmente un asesino salteador de caminos, condenado a muerte y en fuga de sus verdugos. Puede traer o no moraleja.
Los doctos afirman que el nombre del g¨¦nero amasa en una sola las palabras ¡°muerte¡±, ¡°asesinato¡± y ¡°suceso¡±. Caracter¨ªstico del moritat es la socarrona simpat¨ªa por el protagonista. La moritat que con seguridad usted ha...
Moritat: g¨¦nero musical popular que germin¨® en el Medioevo alem¨¢n. Balada mon¨®tona y pegajosa que narra sin escandalizarse las andanzas de un malhechor, normalmente un asesino salteador de caminos, condenado a muerte y en fuga de sus verdugos. Puede traer o no moraleja.
Los doctos afirman que el nombre del g¨¦nero amasa en una sola las palabras ¡°muerte¡±, ¡°asesinato¡± y ¡°suceso¡±. Caracter¨ªstico del moritat es la socarrona simpat¨ªa por el protagonista. La moritat que con seguridad usted ha escuchado en la versi¨®n de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, es la de Mackie Messer ¨CMackie Navaja¡ªque en 1928 compuso en Berl¨ªn el genial, prol¨ªfico Kurt Weil.
Al a?o siguiente, justo el a?o del crac de la Bolsa de Nueva York, Bertold Brecht la incorpor¨® a su c¨¦lebre Dreigroschen Opera, en espa?ol, ¡°¨®pera de tres centavos¡±. No sobrar¨¢, espero, hacer notar que los tres centavos de Brecht le fueron inspirados por la ?pera de los mendigos, tragicomedia musical del dramaturgo ingl¨¦s John Gay, estrenada en 1728.
La verdad ha rendido lo suyo la pieza original de Gay que, apart¨¢ndose de las convenciones teatrales de su ¨¦poca, descend¨ªa al submundo de los p¨ªcaros de Londres. Brecht encontr¨® en ella pretexto para su pieza, la ¨²nica de todas las suyas que, a mi modo de ver, realmente engast¨® en su doctrinal de c¨®mo hacer teatro de denuncia.
Los brechtianos del mundo, una plaga del siglo XX tan obtusa y sectaria como la de los lacanianos, quisieron ver en ella una pieza did¨¢ctica sobre la relojer¨ªa oculta del capitalismo. ¡°Mira y aprende¡±, dice a menudo el chulo Macheath, mirando al p¨²blico de platea.
Mucha gente, hombres y mujeres de talento y val¨ªa, que anduvieron mundo revueltos con Brecht dieron, despu¨¦s, en acusarlo de ser una corneja ladrona de argumentos. Me es dif¨ªcil creerlo y pienso en William Shakespeare, la corneja que encontr¨® los motivos de Macbeth en las Cr¨®nicas de Hollinshed. Solo que fue ¨¦l quien puso las brujas en el p¨¢ramo y se invent¨® una esposa instigadora. Brecht, rescat¨® la pieza de Gay y supo aliarse con Kurt Weil, hace casi un siglo.
Llegada a nuestras costas, la ¨®pera de Brecht-Weil infundi¨® en Chico Buarque su ?pera do malandro, ambientada en el R¨ªo de Janeiro de 1941. Rub¨¦n Blades, rapsoda caribe?o de gran altura, transmut¨® el esp¨ªritu del moritat berlin¨¦s de Mackie Navaja en la entra?able y ya eterna Pedro Navaja. ? A qu¨¦ viene todo esto que ya parece guion de alg¨²n podcast divulgativo de la BBC?
Desde los d¨ªas en que Putin parec¨ªa solo estar amagando con invadir Ucrania me parec¨ªa ya que los hechos del excanciller alem¨¢n Gerhard Schr?der, gran alfil del partido socialdem¨®crata, y hoy alto ejecutivo de las energ¨¦ticas de Putin en Alemania, Nord Stream 2 y Gazprom, daban para un moritat de actualidad, interpretado por la gran Ute Lemper.
Sin embargo, la entrevista a Schr?der que public¨® The New York Times durante el fin de semana me hizo pensar, ya no en una maleva balada berlinesa de los a?os 20 del siglo pasado, sino en una ¨®pera did¨¢ctica en tres actos sobre el capitalismo globalizado e iliberal de estos nuestros locos a?os veinte, escrita por un ¨¦mulo contempor¨¢neo de Brecht.
Schr?der¡ªdice Norbert R?ttgen, antiguo ministro, parlamentario conservador y furibundo enemigo de Putin¡ª ¡°se aprovech¨® de la reputaci¨®n y la influencia de la Canciller¨ªa y se ofreci¨® como agente de los intereses rusos para hacerse rico¡±.
Schr?der¡ª reporta la corresponsal Karin Benhold¡ª, ¡°quien ahora tiene 78 a?os, se pavone¨® sin disimulo, soltando chistes pero, en lo esencial, argument¨® que si se hizo rico tambi¨¦n su pa¨ªs lo hizo. En cuanto al gas ruso, todo el mundo estaba a bordo, se?al¨®, burl¨¢ndose de sus detractores entre copiosas cantidades de vino blanco¡±.
Todo el mundo estaba a bordo, el bocadillo favorito de los chivos expiatorios. Schr?der, en efecto, no est¨¢ solo. Nadie llega por s¨ª solo a la Canciller¨ªa de la Rep¨²blica Federal Alemana. Bajo su cinismo circulan argumentos formulados con aplomo por el establishment pol¨ªtico alem¨¢n desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn hasta la v¨ªspera de la invasi¨®n a Ucrania.
Die Gazprom Opera. Uhm¡
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