Mejor una mala paz
Putin pretende que los aliados hagan entrar en raz¨®n a Zelenski, pero la responsabilidad y el derecho a tomar tal decisi¨®n corresponden solo al Gobierno de Kiev
Las victorias de Vlad¨ªmir Putin son escasas y miserables. Con el ca?¨®n y el espanto. Gracias a su inacabable arsenal de obuses y de soldados. Reclutados mediante enga?o, miserable soldada y derecho al saqueo. Ni siquiera sirve la propaganda. Los j¨®venes huyen despavoridos de las levas forzadas. Nadie siente esa patria rusa ni quiere sacrificarse por tan rancia y salvaje idea imperial.
As¨ª est¨¢ conquistando Donb¨¢s, espejo de su idea de Ucrania: tierra quemada pero rusa, mejor que viva pero ucrania. Una p¨ªrrica victoria que no compensa su humillante derrota, el asalto frustrado a Kiev para decapitar al Gobierno leg¨ªtimo. Hay empate en el campo de batalla, pero en la contienda pol¨ªtica su derrota es abultada. Ha conseguido ya lo contrario de lo que buscaba: la naci¨®n ucrania crece; la OTAN abre sus puertas a dos nuevos socios, vecinos de Rusia, y Bruselas se dispone a reconocer a Kiev como candidato al ingreso en la UE.
Y, sin embargo, la balanza todav¨ªa no se ha inclinado. Los avances rusos son lentos y costosos. Ser¨¢ dif¨ªcil que vayan m¨¢s all¨¢ de Donetsk y Lugansk. Tambi¨¦n es improbable la contraofensiva ucrania, a pesar de su admirable capacidad de defensa. Para pasar al ataque y a la reconquista de las ciudades y el territorio perdidos necesitar¨ªa unos aliados todav¨ªa mejor dispuestos al suministro de armas.
Putin no puede salir vencedor. Incluso si se conformara con Crimea y Donb¨¢s, para Ucrania es una cuesti¨®n existencial y para Europa de hegemon¨ªa. O, si se quiere, de someterse al derecho de veto ruso a la integraci¨®n pol¨ªtica y militar del continente. Nadie puede someterse a esas exigencias ni reconocer tales desplazamientos por la fuerza de las fronteras y luego dar por buenas las garant¨ªas que pueda ofrecer alguien que ha violado de forma tan flagrante la legalidad. Ser¨ªa un antecedente que animar¨ªa a Pek¨ªn a repetir la jugada con Taiw¨¢n.
La victoria es la ¨²nica garant¨ªa seria. El problema radica en su definici¨®n y en la determinaci¨®n de qui¨¦n debe realizarla. No son tiempos los actuales para admitir una paz sin indemnizaciones ni castigo a los responsables de la agresi¨®n, de los cr¨ªmenes de guerra y quiz¨¢s el genocidio. Las ideas ben¨¦volas y apaciguadoras pertenecen a otra ¨¦poca, antes de que Rusia cayera hace dos d¨¦cadas en la involuci¨®n putinista. A la vez, se hace dif¨ªcil esperar razonablemente la derrota absoluta de Putin, su retirada total de Ucrania y un r¨¦gimen de vigilancia internacional eficaz para que no vuelva nunca m¨¢s a las andadas.
Habr¨¢ un momento, ojal¨¢ sea m¨¢s pronto que tarde, en que tendr¨¢ todo el sentido la frase que recogi¨® Jacobo Garc¨ªa en su cr¨®nica desde el fondo de un autob¨²s de l¨ªnea en Krematorsk: ¡°Mejor una mala paz que una buena guerra¡±. Con el grifo de la energ¨ªa y el embargo de la cosecha de cereales, Putin pretende que los aliados hagan entrar en raz¨®n a Volod¨ªmir Zelenski, pero la responsabilidad y el derecho a tomar tal decisi¨®n corresponden solo y por entero al Gobierno de Kiev.
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