Meteorolog¨ªa
Tal y como van las cosas, los que intentamos mantener un rayo de esperanza no s¨®lo perdemos la batalla del porvenir, sino que tambi¨¦n nos estamos quedando sin planeta y sin futuro
Bochorno. El tiempo loco se ha convertido en un ciudadano hedonista, un caprichoso t¨ªpico de la sociedad de consumo. Est¨¢ dispuesto a hacer lo que le da la gana sin respetar el confinamiento de los calendarios y las costumbres seculares. Los term¨®metros bailan en las discotecas de la meteorolog¨ªa, mueven las caderas al ritmo de una m¨²sica esnifada. Ahora calor a destiempo, ahora fr¨ªo desmedido, ...
Bochorno. El tiempo loco se ha convertido en un ciudadano hedonista, un caprichoso t¨ªpico de la sociedad de consumo. Est¨¢ dispuesto a hacer lo que le da la gana sin respetar el confinamiento de los calendarios y las costumbres seculares. Los term¨®metros bailan en las discotecas de la meteorolog¨ªa, mueven las caderas al ritmo de una m¨²sica esnifada. Ahora calor a destiempo, ahora fr¨ªo desmedido, esto no es propio de junio, aquello no era propio de noviembre. Los archivos de la memoria y las burocracias del clima no dan cr¨¦dito, m¨¢s cr¨¦dito. ?Qui¨¦n le pasa la droga a las temperaturas? Las inquietudes del alma est¨¢n muy agitadas por la pobreza energ¨¦tica, el recibo del gas o la luz, las calefacciones y los aparatos de aire acondicionado. Siempre se ha hecho negocio con el sudor de nuestra frente, pero esto es excesivo.
El poeta ?ngel Gonz¨¢lez encontr¨® una estrategia modesta para pensar en el tiempo y resistir los a?os obscuros del franquismo. M¨¢s por convicci¨®n que por esperanza, quiso separar las posibilidades del porvenir y las del futuro. ¡°Te llaman porvenir porque no vienes nunca¡±, escribi¨® para denunciar la poca atenci¨®n que el destino prestaba entonces a los espa?oles sufrientes. Los buenos deseos no suelen ser un animal manso dispuesto a comer de nuestra mano. Por eso la ilusi¨®n se refugiaba a largo plazo en el tiempo absoluto de un futuro obligado a suceder de una manera o de otra.
Tal y como van las cosas, los que intentamos mantener un rayo de esperanza no s¨®lo perdemos la batalla del porvenir, sino que tambi¨¦n nos estamos quedando sin planeta y sin futuro. Mientras siguen a sus anchas los narcotraficantes de las temperaturas, el baile de los term¨®metros empieza a convertir en un desierto la filosof¨ªa, las preguntas sobre el ser y el no ser, sobre el todo y la nada. En fin, ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa.