Guerra con aceite de oliva
Mientras decapito boquerones y vac¨ªo sus blandas tripas, los se?ores m¨¢s poderosos del mundo se re¨²nen para preparar la guerra
Mientras decapito boquerones y vac¨ªo sus blandas tripas, los se?ores m¨¢s poderosos del mundo se re¨²nen para preparar la guerra. Me pregunto, al darme cuenta de la satisfacci¨®n que me provoca tener entre las manos los filetitos limpios y sin espinas, si no tendr¨¦ yo algo que ver con todos esos hombres trajeados, si no ser¨¢ que compartimos la misma pulsi¨®n asesina. Pero no, yo me arreglo mi medio kilo de pescado para alimentar a mi familia y no creo en la violencia gratuita, en que matar por matar sea algo ¨¦ticamente aceptable ni se me ha ocurrido nunca que las contiendas b¨¦licas puedan ser la s...
Mientras decapito boquerones y vac¨ªo sus blandas tripas, los se?ores m¨¢s poderosos del mundo se re¨²nen para preparar la guerra. Me pregunto, al darme cuenta de la satisfacci¨®n que me provoca tener entre las manos los filetitos limpios y sin espinas, si no tendr¨¦ yo algo que ver con todos esos hombres trajeados, si no ser¨¢ que compartimos la misma pulsi¨®n asesina. Pero no, yo me arreglo mi medio kilo de pescado para alimentar a mi familia y no creo en la violencia gratuita, en que matar por matar sea algo ¨¦ticamente aceptable ni se me ha ocurrido nunca que las contiendas b¨¦licas puedan ser la soluci¨®n a ning¨²n conflicto. No s¨¦ qu¨¦ libros de historia habr¨¢n le¨ªdo los se?ores de la OTAN pero hace ya tiempo que el diente por diente dej¨® de dar resultado y que sabemos que la guerra no es la paz, ni se construye fabricando destructores por muy orwellianos que se nos pongan.
Mientras me entretengo machacando, moliendo, picando y cortando en mi pac¨ªfica cocina escucho la noticia del redoble de presupuesto en armamento. Atraviesa mi pensamiento un mantra tantas veces repetido por mi madre y que ahora les transmito yo a mis hijos: antes de comprar m¨¢s, gasta lo que ya tienes. ?Para qu¨¦ fabricar m¨¢s armas, m¨¢s cohetes, m¨¢s instrumentos de destrucci¨®n si ya tenemos un arsenal cuyas dimensiones no alcanzamos ni a imaginar? Peor claro, el principio de econom¨ªa dom¨¦stica que me ense?o mi madre no se puede aplicar aqu¨ª: usar las armas que ya tenemos antes de comparar m¨¢s es un macabro escenario que no se visibiliza nunca cuando se debaten estos asuntos. ?Para qu¨¦ sirve una bomba, un tanque, un fusil? Para perpetuar asesinatos legitimados por el orden mundial, para acabar con la vida de personas reales de carne y hueso. ?Podemos nosotros, como ciudadanos, saber c¨®mo se usan las armas que se fabrican con nuestros impuestos?
Cuando mojo el pan en el denso aceite de mi familia veo que la secci¨®n femenina de la OTAN tambi¨¦n se ha entretenido con catas del oro verde y me pregunto: ?ser¨¦ yo como ellas? Pero no, nada tenemos que ver las mujeres que gestamos y parimos y criamos y alimentamos y sostenemos la vida con las acompa?antes de los se?ores de la guerra. Ellas son el brazo cultural, tur¨ªstico y floreado que blanquea lo que ellos debaten: c¨®mo, qu¨¦, cu¨¢ndo destruir. Pero querer la paz y menos armas es de ilusos, nos dicen. No como querer la muerte, que es de muy listos.