Acusaci¨®n en el espejo
En estos juegos de im¨¢genes se fraguan los genocidios. Porque Rusia se cree en peligro, hay que destruir a Ucrania
Se asoma al espejo como si fuera una ventana que se abriera sobre el rostro de su enemigo. A quien quiere destruir le endosa la culpa del horror que la visi¨®n le sugiere, que es suya por entero. Con este doble y perverso instrumento justifica sus atrocidades y las atribuye a la v¨ªctima que va a sufrirlas.
En estos juegos de im¨¢genes se fraguan los genocidios. Son del calibre de la guerra preventiva, que pretende anticiparse a un horror hipot¨¦tico y futuro mediante el horror cierto y presente, juzgar y castigar intenciones ajenas con los actos criminales e impunes propios.
Porque Rusia se cree en peligro, hay que destruir a Ucrania. Para evitar un genocidio imaginado de la comunidad rus¨®fona, hay que asesinar en masa a los ucranios y arrasar con la naci¨®n entera. Con el corolario de echar tambi¨¦n las culpas a quien auxilia a la v¨ªctima, convertido en responsable de prolongar la agresi¨®n y el sufrimiento.
En este espejo oscuro brillan los mitos y las palabras. El d¨¦spota sanguinario, nutrido de ideolog¨ªa nacionalista e imperial, se erige en heroico perseguidor de nazis y banderistas, la denominaci¨®n peyorativa para el nacionalismo ucranio. Con la causa sacralizada del antifascismo como monopolio de Rusia, heredada entera del legado estalinista.
Por haber vencido al fascismo, cuantos se opongan a sus arcang¨¦licas atrocidades ser¨¢n unos fascistas. Como los trotskistas en la guerra de Espa?a, ahora los ucranios. La Rusia de Putin se define as¨ª como una naci¨®n eterna que combate al nazismo eterno, y lo que es m¨¢s grave, la ¨²nica naci¨®n a la que los nazis combaten.
La acusaci¨®n en el espejo opone fascismo y antifascismo como si fueran p¨²giles de un combate mitol¨®gico e inmutable. No hay mejor defensa para el despotismo putinista. Ahora como en la ¨¦poca sovi¨¦tica, sigue deslumbrando a ciertas izquierdas henchidas de superioridad moral y siempre dispuestas a encontrar simetr¨ªas argumentativas para mantener su pureza.
Son antifascistas de sal¨®n, cazanazis de tertulia, afectados de una indulgencia hemipl¨¦jica hacia quienes conservan reminiscencias del lenguaje revolucionario y de la gesticulaci¨®n izquierdista, aunque sean todo lo contrario, como Putin y su r¨¦gimen de ultraderecha, el m¨¢s violento y autoritario del siglo XXI, s¨ªntesis y combinaci¨®n de lo peor del capitalismo y de los totalitarismos, el fascista y el comunista.
Las acusaciones en el espejo vienen de lejos y han pasado a los manuales de propaganda, recomendadas incluso como t¨¦cnicas por los genocidas, desde Goebbels hasta los dirigentes hutus. En ellas se leen las intenciones criminales. Detectarlas no es tan solo una cuesti¨®n de comprensi¨®n de los mecanismos de la agresi¨®n, sino que interesa tambi¨¦n cuando se trata de fundamentar la acusaci¨®n ante los tribunales.
Si algo caracteriza al crimen de cr¨ªmenes es la intenci¨®n expl¨ªcita de exterminar a un pueblo o colectividad como tal, declarada culpable por el mero hecho de existir, de ser lo que es.
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