Boris, Brexit, ¡®proc¨¦s¡¯
Al primer ministro le ha desvencijado un virus letal: su continuo atentado contra la primac¨ªa de la norma, fraguado en su batalla contra la UE
Pues claro que el colapso de Boris Johnson lo ha desencadenado el estado de juerga permanente (al menos, muy frecuente) en Downing Street, 10, mientras sus conciudadanos estaban confinados. La causa mediata radica en que el malestar social y de la dirigencia alcanz¨® as¨ª la regla de un no escrito NICA (Nivel de Indignaci¨®n Ciudadana Asumible) al fusionarse con otros problemas: la econom¨ªa pospand¨¦mica en la f...
Pues claro que el colapso de Boris Johnson lo ha desencadenado el estado de juerga permanente (al menos, muy frecuente) en Downing Street, 10, mientras sus conciudadanos estaban confinados. La causa mediata radica en que el malestar social y de la dirigencia alcanz¨® as¨ª la regla de un no escrito NICA (Nivel de Indignaci¨®n Ciudadana Asumible) al fusionarse con otros problemas: la econom¨ªa pospand¨¦mica en la fase hipertrofiada de la guerra, la debacle del unionismo norirland¨¦s, la reedici¨®n del desaf¨ªo escoc¨¦s.
As¨ª que la amalgama de todo eso propici¨® un s¨²bito (para un l¨ªder tan jaleado) despertar, empezando por el de los sumisos parlamentarios del partido tory temerosos de su futuro individual en sus circunscripciones personales. Y acabando por la censura al jefe de un ministro de reemplazo, designado apenas 24 horas antes, esa crueldad tan teatral.
Pero el factor ¨²ltimo del sobresalto s¨ª viene modulado por la asunci¨®n de un corte tajante con la Europa comunitaria, tras casi medio siglo de pertenecer a ella. El Brexit fue al cabo impuesto en su versi¨®n radical, la propalada por Boris Johnson incluso antes de alcanzar el cetro. Se presentaba como el b¨¢lsamo que aliviar¨ªa los males del reino: la inmigraci¨®n presuntamente galopante y extranjerizante, la contribuci¨®n presupuestaria supuestamente excesiva, la alteridad legislativa, la licuefacci¨®n de la soberan¨ªa nacional. Males enteramente imputados a la Uni¨®n Europea.
De repente, el futuro se presentaba luminoso. Lo que hubiesen aportado tantas d¨¦cadas (esenciales) a la modernizaci¨®n de la isla se sustituir¨ªa por una reedici¨®n de tratados con la apolillada Commonwealth. La soberan¨ªa recuperada conllevar¨ªa riqueza y bienestar. Y una voz determinante en el mundo. En la vida real todo eso se desplom¨®. En las estanter¨ªas de los supermercados de Belfast desaparecieron las sausages y el breakfast soberano se desvanec¨ªa.
Boris ya no era rebeld¨ªa graciosa, apariencia revoltosa, o revolucionarismo retr¨®grado entre bailoteos torpes. Le ha desvencijado un virus letal: su continuo atentado contra la primac¨ªa de la norma, fraguado en su batalla contra la UE: fuese la ley, los tratados ya firmados, los compromisos de Estado, el respeto al control del Parlamento. Como en el proc¨¦s, el proceso del secesionismo (de Europa) ha llevado a sus impulsores a un cul de sac. Se ha zampado a tres primeros ministros. Ha erosionado la concordia social y la cohesi¨®n pol¨ªtica. Y no ha mejorado la vida siquiera un penique.