Plantar un hijo, tener un ¨¢rbol
Las expectativas de los j¨®venes deber¨¢n transformarse: matar las ilusiones de un poeta del siglo XIX no es suficiente
¡°Cuidar un sobrino, leer un libro, regar una planta. Yo ya baj¨¦ mis expectativas¡±, escribe I?aki Goldaracena (@igoldark) en Twitter. Y lo peta. Casi 10 mil retuits y 76 mil me gustas. Es soltar esta perla y la frase enciende el coraz¨®n de miles de personas que ya no empatizan con la vieja y c¨¦lebre frase del poeta Jos¨¦ Mart¨ª (1853-1895): ¡°Hay tres cosas que cada persona deber¨ªa hacer durante su vida: plantar un ¨¢rbol, tener un hijo y escri...
¡°Cuidar un sobrino, leer un libro, regar una planta. Yo ya baj¨¦ mis expectativas¡±, escribe I?aki Goldaracena (@igoldark) en Twitter. Y lo peta. Casi 10 mil retuits y 76 mil me gustas. Es soltar esta perla y la frase enciende el coraz¨®n de miles de personas que ya no empatizan con la vieja y c¨¦lebre frase del poeta Jos¨¦ Mart¨ª (1853-1895): ¡°Hay tres cosas que cada persona deber¨ªa hacer durante su vida: plantar un ¨¢rbol, tener un hijo y escribir un libro¡±.
Por lo visto, las viejas expectativas est¨¢n de capa ca¨ªda y son muchos j¨®venes los que se animan a alterar las viejas prioridades. ¡°Llamar al sobrino, leer un paper, tener un cactus¡±, propone Tamara Aros B, como si quisiera aferrarse a la ley del m¨ªnimo esfuerzo. Manu Herrera sigue el hilo con una confesi¨®n: ¡°Yo estoy en¡ Tener mascota, leer un libro, ver c¨®mo la planta aprende a sobrevivir¡±. O mi favorita, la del usuario @jotaped, que tuitea: ¡°Yo estaba en: pasar por la puerta de un jard¨ªn de infancia, hojear un folleto que me den a la salida del metro y ver c¨®mo la lluvia moja las plantas que despu¨¦s crecer¨¢n¡±.
Hace no tanto, ser licenciado promet¨ªa un sueldo digno. Hoy, en cambio, el futuro profesional de los j¨®venes empieza siempre por la palabra precariedad. Hubo un tiempo en que hasta casarse y formar una familia era percibido como un horizonte de estabilidad, mientras que hoy augura un precipicio econ¨®mico y sentimental. Al mismo tiempo, la fama o la notoriedad social, parecieran garantizar antes el narcisismo del reconocido en cuesti¨®n que la excelencia de su trabajo. Porque hoy todo lo que viene es apocalipsis: en las pelis, en las series, en el clima, en el amor, en los peri¨®dicos, en el eur¨ªbor¡ Vivir se est¨¢ convirtiendo en prepararse para lo peor.
Personalmente, lo de vivir sin esperanzas lo celebro y se lo agradezco a la juventud. Despu¨¦s de todo, las esperanzas son tan inconmensurables como lo es contratar un plan de pensiones a los 45. ?C¨®mo sabes que llegar¨¢s a los 65? No tiene sentido que marque tu vida lo que no est¨¢ en tus manos y por eso vivir sin esperanzas no puede ser m¨¢s que un alivio. As¨ª que, sea: adi¨®s a las grandes obras, a los hijos perfectos, a la media naranja, al ¨¦xito profesional y a los planes de pensiones. Pero despedirse de las expectativas es dar un paso m¨¢s. Porque una expectativa es aquello que gu¨ªa un esfuerzo para conseguir un logro concreto, es precisamente eso que s¨ª depende de nosotros, como plantar un ¨¢rbol.
Reconozco que leo estos tuits despu¨¦s de haber tenido dos hijas, escrito algunos libros y plantado varios ¨¢rboles. As¨ª que si las expectativas fueran trampas (y en parte siempre lo son), yo he ca¨ªdo en todas. Aun as¨ª, me atrevo a defenderlas. Porque una vez muertas las esperanzas y aniquiladas las expectativas, lo siguiente en morir ser¨¢ el deseo. Y sin deseo no habr¨¢ acci¨®n que merezca un esfuerzo, lo cual podr¨ªa estar bien, pero tampoco habr¨¢ manera de valorar la propia vida. Porque matar el deseo significa acabar viviendo del deseo de los dem¨¢s, hasta que te lo acabas creyendo todo. O te lo acabas comprando todo: un perro, un cactus o un folleto gratuito. Los deseos merecen ser de cada uno y en este sentido las expectativas de los j¨®venes deber¨¢n transformarse: matar las ilusiones de un poeta del siglo XIX no es suficiente. Claro que muerto el deseo, hasta la juventud se volver¨¢ vieja.