El chollo de ser aut¨®nomo
Los trabajadores por cuenta propia tenemos una filosof¨ªa de vida parecida a la de los campesinos de anta?o: dependemos de las inclemencias y cambios del neoliberalismo como ellos del tiempo
Ser aut¨®nomo es de lo m¨¢s estimulante. A los trabajadores por cuenta propia no nos faltan emociones fuertes, constantes dosis de adrenalina generadas por los vaivenes de la constante incertidumbre. Tenemos una filosof¨ªa de vida muy parecida a la de los campesinos de anta?o: sabemos que dependemos de las inclemencias y cambios del neoliberalismo como ellos del tiempo. Cuando las cosas nos van bien, cogemos todo el trabajo que podemos porque sabemos que las malas cosechas est¨¢n a la vuelta de la esquina. En ello nos dejamos la salud, pero nadie se da cuenta porque enfermar es cosa de asalariados...
Ser aut¨®nomo es de lo m¨¢s estimulante. A los trabajadores por cuenta propia no nos faltan emociones fuertes, constantes dosis de adrenalina generadas por los vaivenes de la constante incertidumbre. Tenemos una filosof¨ªa de vida muy parecida a la de los campesinos de anta?o: sabemos que dependemos de las inclemencias y cambios del neoliberalismo como ellos del tiempo. Cuando las cosas nos van bien, cogemos todo el trabajo que podemos porque sabemos que las malas cosechas est¨¢n a la vuelta de la esquina. En ello nos dejamos la salud, pero nadie se da cuenta porque enfermar es cosa de asalariados y funcionarios. Nos comemos las vacaciones para terminar tareas pendientes, les robamos tiempo a nuestros hijos o los llevamos a cuestas para sacar la faena. Yo soy escritora, pero a veces me he visto como mis t¨ªas cuando segaban la cebada: con un cr¨ªo atado a la espalda y el otro sentado entre espigas. Somos muchas las madres que compaginamos la autoocupaci¨®n con la maternidad porque es una de las pocas formas que hemos encontrado para no tener que renunciar a la segunda. Y a todo esto, no tenemos ni idea de lo que ser¨¢ de nosotros el d¨ªa de ma?ana. Ni siquiera nos atrevemos a calcular la pensi¨®n que nos quedar¨¢ con lo que estamos cotizando. Si fu¨¦ramos labradores podr¨ªamos fiarlo todo a la solidaridad intergeneracional, a que nuestros hijos y nietos nos sostendr¨¢n cuando no podamos hacerlo por nosotros mismos, pero procrear en estas circunstancias es casi una locura, un lujo inalcanzable. As¨ª que los aut¨®nomos de hoy seremos los viejos pobres del ma?ana.
Con la muy anunciada y muy esperada reforma del modelo de cotizaciones deber¨ªamos estar muy contentos, nos dicen: quienes ganan hasta 670 euros netos pagar¨¢n 200 euros en vez de los casi 300 de ahora. Incluso los de letras nos damos cuenta de que, a pesar de la rebaja, quedan 470 euros para pasar el mes, una situaci¨®n de pura miseria que afectar¨¢ a cerca de un mill¨®n de personas en Espa?a. Quienes tengan unos ingresos m¨¢s boyantes ver¨¢n aumentadas las cuotas, pero sin que se haya anunciado ninguna contraprestaci¨®n a cambio. Nada hemos le¨ªdo estos d¨ªas que vaya a paliar la angustia casi existencia de depender ¨²nicamente de la propia fuerza de trabajo para seguir comiendo, como si nosotros no necesit¨¢ramos estar socialmente protegidos. Y este supuesto gran avance lo defienden las asociaciones que dicen representar nuestros intereses. Pues nada, a seguir labrando nuestra peque?a parcela, atentos al del tiempo y cuid¨¢ndonos mucho, mucho.