Cuotas justas y m¨¢s derechos para los aut¨®nomos
Estamos ante una oportunidad hist¨®rica para que esos 3,3 millones de trabajadores que no son asalariados salgan de los m¨¢rgenes del Estado de bienestar y puedan superar una situaci¨®n atravesada por la precariedad y la desigualdad
Cualquier trabajador aut¨®nomo, por poco que lleve ejerciendo como tal, se habr¨¢ dado cuenta de que hay algo que no es como le contaron: en los ¨²ltimos a?os, hemos escuchado muchos discursos oficiales sobre las bondades del emprendimiento, a la par que las propias transformaciones del mercado de trabajo han convertido el autoempleo en una alternativa de inserci¨®n laboral de cada vez m¨¢s gente. Sin embargo, ni el mantra del ¡°s¨¦ tu propia jefa¡± ni el relato ¨¦pico del exitoso hombre de negocios hecho a s¨ª mismo que empez¨® en un garaje se corresponden con el d¨ªa a d¨ªa de la inmensa mayor¨ªa de los aut¨®nomos de nuestro pa¨ªs, un colectivo que supera ya los 3,3 millones de cotizantes y que, con datos en la mano, est¨¢ profundamente atravesado por la precariedad y la desigualdad: baste recordar que la pensi¨®n media de jubilaci¨®n de un aut¨®nomo es un 40,6% inferior que la del r¨¦gimen general, y hasta un 50,6% menos en el caso de las mujeres aut¨®nomas.
Y parte de esa precariedad trae causa de la existencia de un sistema de seguridad social propio, alejado de la realidad a que nos refer¨ªamos, que resulta anacr¨®nico, injusto e incapaz de protegernos. Por eso, es imprescindible abordar una reforma del mismo que rompa con la incomprensible situaci¨®n que arrastramos desde hace d¨¦cadas, por la cual la base de cotizaci¨®n se elige voluntariamente y fija una cuota m¨ªnima que resulta muy alta para quien tiene unos ingresos bajos y reducida para quien con toda claridad podr¨ªa y deber¨ªa aportar m¨¢s, con un resultado insuficiente en t¨¦rminos de protecci¨®n. No es esta una posici¨®n personal: nos lo ha dicho Europa, la OCDE, y nos lo dice la dificultad de muchas de estas personas aut¨®nomas para afrontar las contingencias de enfermedad, maternidad o paternidad, o cese involuntario de la actividad. Ahora, por fin, el Ministerio de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones parece querer cambiar esto, pero la propuesta presentada nos indica de nuevo que algo no es como nos contaron.
Si, por un lado, estamos defendiendo que la cotizaci¨®n se haga en funci¨®n de los ingresos, deber¨ªa quedar definido con claridad el concepto. Los aut¨®nomos tienen muchos gastos asociados a su actividad, que deben deducirse de los rendimientos. Entre esos gastos deber¨ªan figurar necesariamente las amortizaciones de inversiones realizadas para el desarrollo o la viabilidad del peque?o negocio, o la propia cuota a la Seguridad Social. Por eso, es necesario hablar de beneficios netos reales para subrayar que nos referimos a los ingresos limpios, descontado todo aquello que supone un coste necesario para, sencillamente, poder trabajar. Una mirada r¨¢pida hacia el pasado m¨¢s reciente deber¨ªa servir para ver la volatilidad de los ingresos y el mantenimiento de los gastos.
No deber¨ªamos tener que discutir que la contribuci¨®n a la hucha com¨²n de la Seguridad Social tiene que realizarse en funci¨®n de la capacidad econ¨®mica de cada cotizante (exactamente igual que los asalariados, que hicieron este tr¨¢nsito hace d¨¦cadas) y se concrete en cuotas justas. Sin embargo, los planes del Gobierno fijan un esquema de cuotas por tramos de ingresos que sigue imponiendo una elevada barrera de entrada al sistema para los aut¨®nomos m¨¢s modestos. En la negociaci¨®n en marcha ya hemos trasladado desde UATAE una propuesta alternativa para que quienes tienen unos beneficios netos reales de hasta mil quinientos euros al mes puedan ver reducida su cuota, y el cambio ha de hacerse ya, sin tener que esperar los nueve a?os previstos por el ministro Escriv¨¢ para pagar lo que nos corresponde, y desde luego para mejorar en protecci¨®n social.
Porque el debate va m¨¢s all¨¢ de la cuant¨ªa de la cuota, la alternativa ha de ser trascender el discurso recaudatorio para planificar una mejora sustancial de las prestaciones y las coberturas sociales. Tenemos que ser iguales a los asalariados en obligaciones, s¨ª, pero tambi¨¦n en derechos. No se puede hablar de un nuevo sistema de cotizaci¨®n sin abordar, por ejemplo, la reforma del cese de actividad ¡ªel llamado ¡°paro de los aut¨®nomos¡±¡ª o la adaptaci¨®n de los subsidios por falta de actividad reconocidos para los asalariados.
Esta necesaria reforma es compatible con la sostenibilidad del sistema. Es m¨¢s, puede y debe mejorar su recaudaci¨®n si contamos con el esfuerzo necesario para bonificar las cotizaciones de los tramos inferiores e intermedios, algo que el Gobierno no deber¨ªa tener problemas en hacer, puesto que ya bonifica cada a?o muchas casu¨ªsticas en la contrataci¨®n para asalariados o para la constituci¨®n de empresas o sociedades de distintos perfiles.
Estamos ante una oportunidad hist¨®rica para que 3,3 millones de personas trabajadoras aut¨®nomas salgan de los m¨¢rgenes del Estado de bienestar. Del Gobierno depende cambiar el rumbo de sus planteamientos iniciales y escuchar la inquietud y el hartazgo de un colectivo que ya no representa una realidad perif¨¦rica del mundo del trabajo. Porque hay demasiadas cosas que no son como nos contaron, porque ahora queremos cuotas justas y m¨¢s derechos.
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