Imaginar el colapso
Abr¨®chense los cinturones: llegan curvas peligrosas, y trazarlas bien o despe?arnos depender¨¢ de nuestras propias decisiones, las de la ciudadan¨ªa. He ah¨ª la fortaleza (y la fragilidad) de las democracias
Es dif¨ªcil vivir con tranquilidad cuando resulta tan f¨¢cil imaginar el colapso. Nuestro estado de ¨¢nimo presiente los temblores del invierno. Europa ahorra energ¨ªa a la espera de que Putin decida si los hogares alemanes tendr¨¢n o no calefacci¨®n en los meses m¨¢s fr¨ªos del a?o. Pero antes de que esto suceda, hay tres momentos clave esper¨¢ndonos, y de c¨®mo se resuelvan depender¨¢ que aumente nuestro v¨¦rtigo o se mitigue. El primero ser¨¢ en Italia, que podr¨ªa des...
Es dif¨ªcil vivir con tranquilidad cuando resulta tan f¨¢cil imaginar el colapso. Nuestro estado de ¨¢nimo presiente los temblores del invierno. Europa ahorra energ¨ªa a la espera de que Putin decida si los hogares alemanes tendr¨¢n o no calefacci¨®n en los meses m¨¢s fr¨ªos del a?o. Pero antes de que esto suceda, hay tres momentos clave esper¨¢ndonos, y de c¨®mo se resuelvan depender¨¢ que aumente nuestro v¨¦rtigo o se mitigue. El primero ser¨¢ en Italia, que podr¨ªa desencadenar un terremoto por sus propias tensiones end¨®genas y por su relaci¨®n con Rusia. La l¨ªder neofascista, Meloni, podr¨ªa gobernar una coalici¨®n de extrema derecha complaciente con Vlad¨ªmir Putin. Su llegada al poder quebrar¨ªa la unidad en Europa, como lo har¨ªa tambi¨¦n, pero en Occidente, que Liz Truss ganase la pugna por el liderazgo del partido de Boris Johnson, nuestra segunda cita vertiginosa. Desde la herida del Brexit, el partido Tory est¨¢ instalado en una realidad paralela. En el caso de Truss, solo quiere demostrar que es la m¨¢s dura en todo: con China, con los solicitantes de asilo, con la presi¨®n fiscal y tambi¨¦n en pol¨ªtica internacional. Occidente prepara otro acuerdo nuclear con Ir¨¢n, y en alg¨²n momento la guerra de Putin se cerrar¨¢ con una negociaci¨®n (¡°Como acaban todas las guerras¡±, seg¨²n dec¨ªa Borrell). Si la nueva ¨¦mula de Thatcher lleva su mano de hierro a esas dos negociaciones, ser¨¢ harto dif¨ªcil contener la ya precaria unidad occidental.
Al otro lado del oc¨¦ano, el Senado norteamericano acaba de dar luz verde al plan de lucha contra el cambio clim¨¢tico m¨¢s ambicioso de su historia. Como sucedi¨® con la pandemia y las pol¨ªticas contrac¨ªclicas de Biden, EE UU vuelve a arrogarse el liderazgo econ¨®mico, esta vez para abordar la crisis del clima. La narrativa que aspira a marcar la conversaci¨®n global tiene dos ejes clave. Primero, la idea de que la revoluci¨®n clim¨¢tica ser¨¢ justa o no ser¨¢, y habr¨¢ que calibrarla socialmente. El movimiento de los chalecos amarillos por el impuesto sobre el carbono demostr¨® que, para ser eficaces, no hay que apuntar a los m¨¢s vulnerables, sino a los m¨¢s ricos, a los mayores contaminadores. Y dos: un cambio tan radical en los estilos de vida que tanto definen nuestra identidad debe abordarse desde los incentivos, no solo desde las restricciones. Biden los propone v¨ªa fiscal. ?Queremos converger estrat¨¦gicamente con esa filosof¨ªa? El renovado liderazgo de EE UU en la conversaci¨®n global podr¨ªa desaparecer si, como dicen las encuestas, los dem¨®cratas pierden el Congreso en noviembre ¡ªnuestra tercera gran cita¡ª y los republicanos bloquean todas las pol¨ªticas de Biden el resto de su mandato. As¨ª que abr¨®chense los cinturones: llegan curvas peligrosas, y trazarlas bien o despe?arnos depender¨¢ de nuestras propias decisiones, las de la ciudadan¨ªa. He ah¨ª la fortaleza (y la fragilidad) de las democracias.