La utilidad de reinar
Las democracias necesitan un jefe del Estado neutral e Isabel II ha cumplido sus obligaciones meticulosamente a este respecto
La noticia de que Isabel II estaba gravemente enferma tuvo un profundo efecto en la mayor¨ªa de la poblaci¨®n brit¨¢nica, incluida la minor¨ªa republicana del pa¨ªs. Hay muchas razones para ello. No me considero mon¨¢rquico, pero comparto el sentimiento mayoritario por la siguiente raz¨®n. Como he manifestado en muchos escritos y entrevistas sobre el rey Juan Carlos en Espa?a, creo que las democracias necesitan un jefe del Estado neutral....
La noticia de que Isabel II estaba gravemente enferma tuvo un profundo efecto en la mayor¨ªa de la poblaci¨®n brit¨¢nica, incluida la minor¨ªa republicana del pa¨ªs. Hay muchas razones para ello. No me considero mon¨¢rquico, pero comparto el sentimiento mayoritario por la siguiente raz¨®n. Como he manifestado en muchos escritos y entrevistas sobre el rey Juan Carlos en Espa?a, creo que las democracias necesitan un jefe del Estado neutral. Isabel II ha cumplido sus obligaciones meticulosamente a este respecto. De hecho, desde que accediera al trono en 1952, rara vez ha dado un paso en falso tanto en lo personal como en lo pol¨ªtico. Esa es una de las razones por las que el efecto de su fallecimiento sobre la mayor¨ªa de la gente en las islas brit¨¢nicas es una mezcla de tristeza e inquietud por el futuro.
Una de las iron¨ªas de la pol¨ªtica del siglo XXI es que la monarqu¨ªa espa?ola y la brit¨¢nica tengan unos niveles de apoyo popular tan opuestos. Dado que solo una minor¨ªa de mon¨¢rquicos totalmente comprometidos en ambos pa¨ªses, quiz¨¢s m¨¢s en Espa?a que en Gran Breta?a, cree que lo que justifica que un monarca sea el jefe del Estado deriva del derecho divino, lo que sirve de base a la monarqu¨ªa hoy es la utilidad que se considera que tiene. En el caso de Espa?a, la monarqu¨ªa de Juan Carlos I logr¨® superar su pecado original, que era que fue dise?ada por el general Franco con el fin de garantizar la continuidad de los principios esenciales del Movimiento. Este estigma, que constituy¨® un enorme obst¨¢culo para que los dem¨®cratas aceptaran la monarqu¨ªa, se super¨® gracias a la funci¨®n que desempe?¨® el Rey en la transici¨®n a la democracia, especialmente durante el golpe de Tejero. Sin embargo, el logro de la monarqu¨ªa borb¨®nica de haber pasado la prueba de la utilidad se ha visto anulado en los ¨²ltimos a?os por los diversos esc¨¢ndalos que llevaron a la abdicaci¨®n y el posterior exilio de Juan Carlos. Inevitablemente, esto ha creado obst¨¢culos para su hijo y heredero.
En cambio, la monarqu¨ªa brit¨¢nica no ha tenido que enfrentarse a semejante prueba de fuego. Isabel II ha sido una mandataria inmensamente popular durante 70 a?os, y dejar¨¢ al pa¨ªs en un momento de profunda crisis. La reina ha tenido su cuota de experiencias traum¨¢ticas durante su ¨¦poca, habiendo tenido que lidiar con la p¨¦rdida de un inmenso imperio mundial y, m¨¢s recientemente, con el proceso del Brexit, una separaci¨®n de Europa que se sabe que le caus¨® un considerable desasosiego. En las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles, con dignidad y sentido com¨²n, Isabel II ha vivido el declive de Gran Breta?a en la escena internacional, r¨¢pidamente acelerado por el Brexit y los incumplimientos frecuentes de las leyes internacionales que lleva aparejados. Resulta dif¨ªcil saber c¨®mo se sent¨ªa la reina cuando, el 28 de agosto de 2019, orden¨® al Parlamento del Reino Unido que suspendiera sus actividades siguiendo el consejo del primer ministro conservador, Boris Johnson, un consejo que m¨¢s tarde se declarar¨ªa ilegal. El que un primer ministro brit¨¢nico arrastrara a la monarqu¨ªa a una feroz lucha pol¨ªtica partidista, socavando as¨ª su legitimidad constitucional matizada, constituy¨® un hecho sin precedentes.
Aunque los esc¨¢ndalos provocados por los problemas conyugales de sus hijos han contribuido a que desaparezca gran parte de la magia de la que tiene que depender una monarqu¨ªa para que est¨¦ justificada, ella nunca se vio envuelta en ning¨²n esc¨¢ndalo personal. Adem¨¢s, debido a la inmensa riqueza de la familia real brit¨¢nica, nunca tuvo que realizar actividades en las que le podr¨ªa haber salpicado alg¨²n esc¨¢ndalo financiero. Su matrimonio con el pr¨ªncipe Felipe fue duradero y s¨®lido hasta la muerte de este hace 18 meses, a la edad de 99 a?os. La dignidad de la que hizo gala cuando tuvo que asistir sola a su funeral debido al confinamiento de la covid increment¨® su popularidad y explica por qu¨¦ la noticia de su fallecimiento ha provocado tanta tristeza.
Quiz¨¢ lo ¨²nico que empa?¨® la constante popularidad de la reina fue la frialdad que transmiti¨® durante la gran ola de emoci¨®n nacional tras la muerte de la princesa Diana. La ilusi¨®n de intimidad con la gente normal y corriente que foment¨® la princesa Diana durante su vida, y que se intensific¨® en el duelo masivo que precedi¨® a su funeral, posiblemente perjudic¨® a la monarqu¨ªa. La aparente cercan¨ªa entre grandes franjas de la poblaci¨®n y Diana, tanto en vida como despu¨¦s de su fallecimiento, pusieron de relieve la distancia entre la reina y sus s¨²bditos. Esa distancia se redujo en los a?os posteriores cuando la familia real brit¨¢nica fue d¨¢ndose cuenta muy poco a poco de que era necesario tomar medidas para mantener su popularidad. Esto se pudo comprobar recientemente en la respuesta de la reina ante el esc¨¢ndalo que salpic¨® a su segundo hijo, Andr¨¦s, al que despoj¨® de su t¨ªtulo de alteza real y apart¨® de sus funciones militares.
He dicho anteriormente que su fallecimiento provoca inquietud. Eso se debe a que, aunque haya sido una monarca inmensamente popular durante 70 a?os, ha dejado al pa¨ªs en un momento de profunda crisis. Debido al Brexit, a la covid, a los 12 a?os de Gobierno conservador y especialmente al comportamiento fr¨ªvolo de Boris Johnson, la libra esterlina se encuentra en su nivel m¨¢s bajo desde 1985 y la econom¨ªa sufre un grave declive. El fallecimiento de Isabel II coincide con la llegada de Lizz Truss, una primera ministra sin experiencia en el cargo, que, en una encarnaci¨®n pol¨ªtica anterior, ped¨ªa apasionadamente la abolici¨®n de la monarqu¨ªa. Su llegada va a coincidir con la sucesi¨®n al trono del pr¨ªncipe Carlos. No hay muchas cosas que den pie a la esperanza en Gran Breta?a.