?Qu¨¦ probabilidades hay de un ataque nuclear de Rusia?
Lo m¨¢ximo que podemos hacer es formular juicios intuitivos y mejorarlos sobre la marcha. Hay buenas razones para que Putin no lo intente, pero debemos abordar el escenario de la guerra at¨®mica con humildad y duda
Durante los ¨²ltimos d¨ªas he recibido varios correos electr¨®nicos de corresponsales que afirman que el ¡°riesgo¡± de una guerra nuclear es ¡°peque?o¡±, o que es ¡°poco probable¡±. Merece la pena reflexionar detenidamente sobre el significado de estas predicciones. ?Qu¨¦ significa ¡°poco probable¡± cuando hablamos de una guerra nuclear?
Se lo puedo traducir. Significa: ¡°No tengo ni idea. Pero tengo un presentimiento¡±. Ese presentimiento se basa en...
Durante los ¨²ltimos d¨ªas he recibido varios correos electr¨®nicos de corresponsales que afirman que el ¡°riesgo¡± de una guerra nuclear es ¡°peque?o¡±, o que es ¡°poco probable¡±. Merece la pena reflexionar detenidamente sobre el significado de estas predicciones. ?Qu¨¦ significa ¡°poco probable¡± cuando hablamos de una guerra nuclear?
Se lo puedo traducir. Significa: ¡°No tengo ni idea. Pero tengo un presentimiento¡±. Ese presentimiento se basa en suposiciones que pueden parecernos plausibles, pero de las que no podemos estar seguros. Creemos saber lo que Vlad¨ªmir Putin considera de inter¨¦s estrat¨¦gico para ¨¦l. Creemos que alg¨²n alma valiente de la estructura de mando rusa se negar¨ªa heroicamente a cumplir una orden presidencial de lanzar un ataque nuclear. Podr¨ªamos pensar que estas armas son tan disfuncionales como sus tanques, que estallar¨ªan en el momento del lanzamiento o en pleno vuelo. O pensamos que podr¨ªa haber un golpe de Estado para derrocar a Putin antes de que tenga la oportunidad de apretar el gatillo.
Podemos evaluar la probabilidad de un terremoto y asignarle un n¨²mero. Pero con esto no hay manera de hacerlo. No tenemos datos ni distribuci¨®n de probabilidades, y las habituales palabras huecas tampoco nos sirven.
Lo ¨²nico que tenemos es informaci¨®n de fuentes p¨²blicas y de nuestros servicios de seguridad. Es posible que tengan informaci¨®n sobre si alguien est¨¢ conspirando contra Putin. O sobre si Putin se enfrenta a oposici¨®n interna. Pero tenemos que tratar esa informaci¨®n con profesionalidad. ?Recuerdan la debacle de las armas de destrucci¨®n masiva? En aquel entonces, muchos gobiernos occidentales no aplicaron los m¨¢s altos est¨¢ndares de verificaci¨®n. Debemos preguntarnos: ?Es fiable la fuente? ?Hay una segunda fuente? ?Hay una corroboraci¨®n adicional? ?Tienen esas fuentes una agenda que les pueda llevar a distorsionar la verdad o a mentir?
Nuestro pensamiento occidental sobre el riesgo tiene sus ra¨ªces en el concepto moderno de probabilidad, desarrollado por el gran matem¨¢tico ruso Andr¨¦i Kolmogorov en la d¨¦cada de 1930. La probabilidad y la estad¨ªstica nos permiten calcular la probabilidad num¨¦rica de un terremoto o nos ayudan a hacer pron¨®sticos sobre la econom¨ªa.
Pero este marco no resulta ¨²til en este caso. En estos momentos, lo mejor es pensar no en el riesgo cuantificable, sino en la incertidumbre no cuantificable. Una d¨¦cada antes de que Kolmogorov lanzara sus famosos axiomas de la probabilidad, el economista estadounidense Frank Knight desarroll¨® un concepto de incertidumbre derivado del conocimiento parcial, tambi¨¦n conocido como incertidumbre knightiana. En este marco, lo m¨¢ximo que podemos hacer es formular juicios intuitivos y mejorarlos sobre la marcha. Y as¨ª exactamente es como debemos abordar el escenario de la guerra nuclear: con humildad y duda.
Claramente, hay escenarios que hablan en contra del uso de armas nucleares por parte de Rusia. Pero se me ocurren dos en los que finalmente la bomba estalla. El primero es uno en el que Putin se da cuenta de que ha perdido la guerra, en el que sabe que no sobrevivir¨¢ personalmente, y en el que decide llevarse por delante al enemigo europeo occidental. Lo que habla en contra de este escenario es que la ¨¦lite rusa podr¨ªa impedirlo. Evidentemente, no tienen el m¨¢s m¨ªnimo deseo de perecer en un holocausto nuclear. Est¨¢ claro que mi escenario no se producir¨¢. Pero tambi¨¦n es posible que una intervenci¨®n de ¨²ltima hora de los generales y los oligarcas no se produzca, o que se produzca y fracase, o que se produzca y tenga ¨¦xito, pero llegue demasiado tarde. No pretendamos que est¨¢ en nuestra mano escribir el final de este particular guion de Hollywood.
En mi segundo escenario, Putin calcula que el lanzamiento de un arma nuclear t¨¢ctica m¨¢s bien peque?a en Ucrania dividir¨ªa a la alianza occidental. En concreto, romper¨ªa el eje Biden-Scholz. Desde el comienzo de la guerra, he sostenido que los alemanes son el eslab¨®n d¨¦bil de la alianza occidental. Eso tambi¨¦n lo sabe Putin, que podr¨ªa llegar a la conclusi¨®n de que esta es su mejor arma.
As¨ª es como podr¨ªa desarrollarse este escenario: Joe Biden ha afirmado que una detonaci¨®n nuclear en Ucrania activar¨ªa la cl¨¢usula de defensa colectiva del Art¨ªculo 5 de la OTAN, sobre la base de la propagaci¨®n de la radiaci¨®n a los territorios cercanos de la Alianza. Me cuesta ver c¨®mo los alemanes aceptar¨ªan este argumento. No puedo estar seguro de ello, aunque solo sea porque se trata de una situaci¨®n sin precedentes. Lo que s¨ª s¨¦ por experiencia personal es que los alemanes son los m¨¢s paranoicos del mundo en todo lo relacionado con lo nuclear. A pesar de la grave escasez de gas y de la subida de los precios de la electricidad, est¨¢n dispuestos a apagar las centrales nucleares que les quedan en invierno y primavera. ?De verdad pensamos que los alemanes tienen la misma percepci¨®n de riesgo nuclear que los brit¨¢nicos o los estadounidenses? Lo que se lee procedente de los grupos de expertos alemanes no es representativo del sentir general del pa¨ªs.
Pensemos ahora en las otras cosas que suceder¨ªan en este caso: las bolsas mundiales se desplomar¨ªan, al igual que el euro y la libra; la industria alemana dejar¨ªa de producir; Europa se hundir¨ªa en la peor depresi¨®n econ¨®mica de su historia.
Hay buenas razones para que Putin no lo intente. Hay muchas m¨¢s formas de que salga mal que de que salga bien. Pero como escenario estrat¨¦gico, este no es menos plausible que el escenario del soldado desconocido que se niega a apretar el bot¨®n.
No puedo atribuir probabilidades a mis escenarios. Pero creo que ustedes tampoco pueden. Lo que creo que debemos hacer es analizarlos con la mente abierta.
Esta es la ¨²nica predicci¨®n num¨¦rica que estoy dispuesto a arriesgar. Las probabilidades de que esto ocurra son casi nulas. Si finalmente hay una guerra nuclear, vendr¨¢ precedida de m¨²ltiples previsiones sobre su alta improbabilidad.