La ONU bajo amenaza
Las bravatas de Vlad¨ªmir Putin sobre el uso de las armas nucleares ponen al Consejo de Seguridad ante su crisis m¨¢s grave desde 1950
Vlad¨ªmir Putin no parece haber entendido, con sus bravatas sobre armas nucleares, que el problema actual tiene precedentes aleccionadores. Putin no ha hecho sus deberes en relaci¨®n con la amenaza nuclear, y eso que en su entorno debe haber gente que conoce el tema, que no es otro que el del c¨¢lculo racional cuando hay ...
Vlad¨ªmir Putin no parece haber entendido, con sus bravatas sobre armas nucleares, que el problema actual tiene precedentes aleccionadores. Putin no ha hecho sus deberes en relaci¨®n con la amenaza nuclear, y eso que en su entorno debe haber gente que conoce el tema, que no es otro que el del c¨¢lculo racional cuando hay armas nucleares encima de la mesa. Y lo m¨¢s grave es que con sus bravatas est¨¢ poniendo al Consejo de Seguridad de la ONU ante su crisis m¨¢s grave desde 1950.
Y ?qu¨¦ pas¨® en 1950? La ONU afront¨® con la Guerra de Corea (1950-1953) su primera gran crisis apenas cinco a?os despu¨¦s de su creaci¨®n, y casi no sobrevive a ella. Los hechos: en junio de 1950, Corea del Norte, r¨¦gimen comunista instaurado en 1945 por China y la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la mitad norte de la pen¨ªnsula coreana, agrede e invade (sin previo aviso) Corea del Sur, que con la partici¨®n de 1945 a la altura del paralelo 38 queda bajo la tutela de Estados Unidos. Tan sorpresiva fue la acci¨®n que en pocas semanas los comunistas no solo ocuparon Se¨²l, sino que arrinconaron en el sur a las tropas de Estados Unidos. Era el primer gran desaf¨ªo de manual a la Carta de Naciones Unidas, con un claro caso de agresi¨®n de un Estado miembro a otro Estado miembro. Se reuni¨® el Consejo de Seguridad con urgencia, y en una decisi¨®n que ahora ser¨ªa impensable, aprovechando la ausencia del delegado de la URSS, el Consejo de Seguridad forz¨® la interpretaci¨®n ?de que la URSS se hab¨ªa abstenido! y se cre¨® al amparo del Cap¨ªtulo VII de la Carta una fuerza de intervenci¨®n encabezada por Estados Unidos, pero en la que participaron varios pa¨ªses, incluyendo Francia y el Reino Unido.
La URSS mont¨® en c¨®lera, amenaz¨® con abandonar la organizaci¨®n (con todos sus aliados) y ello en plena guerra y con varias guerras de descolonizaci¨®n en medio mundo. Se impuso la realpolitik de inmediato, se pact¨® una reforma parcial del reglamento ¡°de procedimiento¡±, y se precis¨® que ante estos supuestos, el voto a favor, en contra, o la abstenci¨®n de los cinco miembros permanentes no era interpretable, ten¨ªa que ser un voto presencial. La guerra de Corea no se interrumpi¨® y dur¨® tres a?os, con al final m¨¢s de dos millones de muertos. De paso, cuando Estados Unidos estaba en plena dificultad ¡°operativa¡±, el general Douglas MacArthur se atrevi¨® a sugerir el uso del arma nuclear. Nada menos. En cuesti¨®n de horas, el presidente Harry S. Truman (s¨ª, el de Hiroshima y Nagasaki) destituy¨® al general, para recordar que solo el presidente decide en Estados Unidos sobre el arma nuclear, y que en todo caso el poder civil, presidencial, est¨¢ por encima del ¡°poder militar¡±, incluso en situaciones cr¨ªticas.
A partir de ah¨ª, durante toda la Guerra Fr¨ªa, Estados Unidos y la URSS gestionaron fr¨ªamente sus desacuerdos, evitaron choques militares directos entre sus soldados respectivos, desde Berl¨ªn a Vietnam o Afganist¨¢n, aunque se tantearon mediante socios interpuestos, esp¨ªas, etc. Y en cambio, gestionaron conjuntamente la salida de algunas guerras de descolonizaci¨®n sin apoyar nunca directamente a Francia, Reino Unido, no digamos ya B¨¦lgica (Congo) o Portugal (su imperio de ultramar).
Doble lecci¨®n, pues, y con aquella guerra, a pesar de que Estados Unidos perdi¨® casi 40.000 soldados, se pudo medir la capacidad de elecci¨®n racional de las superpotencias (China comunista no ser¨ªa aceptada en la ONU hasta 1972, su silla la ocupaba Taiw¨¢n) sobre todo ante un hipot¨¦tico choque militar de grandes proporciones y con el arma nuclear encima de la mesa. La lecci¨®n, que no deber¨ªa olvidarse, se resume en la racionalidad en la confrontaci¨®n. Algo que se vio, sobre todo, con los grandes acuerdos sobre armas nucleares de los a?os seteta y ochenta, Salt I, Salt II y START.
Y a Putin, en su arrogancia, todo esto le da igual. El otro d¨ªa, en su glorioso m¨ªtin en la Plaza Roja, recordaba a Hitler y sus m¨ªtines en Nuremberg. Es que no aprenden.