No se puede convencer a un ni?o de que los Reyes Magos no existen
Mucha gente seguir¨¢ viendo en Putin una v¨ªctima de la opresi¨®n otanista porque necesita verlo as¨ª. Reconocer los hechos tal y como son derrumbar¨ªa de golpe todas sus creencias
El an¨¢lisis geopol¨ªtico m¨¢s original y divertido que he escuchado ¨²ltimamente se lo debo a un ilustre asturiano que, al final de un almuerzo pantagru¨¦lico en Oviedo, nos explic¨® que todo este l¨ªo terminar¨ªa con una Rusia dividida entre China y Estados Unidos (y, por extensi¨®n, la Uni¨®n Europea). Seg¨²n esta hip¨®tesis asturiana, China necesita praos para su exceso demogr¨¢fico, y Estados Unidos quiere las riquezas geol¨®gicas. Por eso habr¨ªan firmado una especie de pacto de Molotov-Ribbentrop, a mi juicio descompensado: los occidentales nos quedar¨ªamos con el Bolsh¨®i, y los chinos, con el permafrost.
Delirios parecidos o peores se avientan a diario en foros serios, avalados por voces de autoridad. No pasa un d¨ªa sin que alguien respetable (o con apariencia de tal) presente a Vlad¨ªmir Putin como un paria del imperialismo yanqui o se?ale a Volod¨ªmir Zelenski como un nazi o un criminal de guerra (sic). Tambi¨¦n se acusa de beligerancia y sed homicida a quienes apoyan la lucha ucrania. Las barbaridades que dijo Putin en ese discurso que ya ocupa un cap¨ªtulo en la historia universal de la infamia son lugares comunes de varios movimientos pol¨ªticos y de ciertos ambientes intelectuales, en los que el mundo democr¨¢tico occidental ¡ªen el que viven¡ª se pinta como un infierno.
Los padres del colegio de mi hijo tenemos un debate sobre la ingenuidad de los ni?os, que a¨²n creen mayoritariamente en los Reyes Magos. Algunos sostienen que nos enga?an, que saben el secreto, pero se lo callan por seguirnos la corriente. Yo no creo que sean tan ladinos ¡ªentre otras cosas, porque lo demostrar¨ªan en otras facetas¡ª, sino que viven presos de un defecto muy humano: el sesgo de percepci¨®n selectiva. Descartan cualquier indicio que haga peligrar sus creencias. Si uno se ha convencido de que all¨ª hay gigantes, no importan los gritos de Sancho advirtiendo de que son molinos. Incluso despu¨¦s de estamparse contra ellos, defender¨¢ que son gigantes.
Mucha gente seguir¨¢ viendo en Putin una v¨ªctima de la opresi¨®n otanista porque necesita verlo as¨ª. Por m¨¢s matanzas que se le pongan delante, sostendr¨¢ delirios parecidos a esa teor¨ªa asturiana del reparto de Rusia, porque reconocer los hechos tal y como son derrumbar¨ªa de golpe todas sus creencias, y con ellas se ir¨ªa al traste su identidad. Todo esfuerzo argumental es in¨²til contra ellos, pero como no son ni?os en la noche de Reyes ni hidalgos manchegos en las p¨¢ginas de un libro, hay que perseverar en el di¨¢logo de besugos, por frustrante que sea y por divertidas que suenen sus teor¨ªas en la sobremesa.
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