Las Tejer¨ªas y el Marco de Sendai
Lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas en el coraz¨®n de Venezuela removi¨® entre nosotros el recuerdo amargo de la llamada tragedia de Vargas, en 1999
El deslave de las cordilleras, los aludes de barro que arrasan con pueblos enteros en nuestra regi¨®n pueden preverse. Es la opini¨®n de muchos expertos. En casi todos los relatos de estas cat¨¢strofes recurren, cl¨¢sicamente ya, graves y muy autorizadas advertencias jam¨¢s atendidas. Constatar, mirando atr¨¢s, que la desidia, la de los Estados tanto como la de los particulares, puede causar tanta mortandad entre la poblaci¨®n suma remordimiento al desconsuelo.
Lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas en...
El deslave de las cordilleras, los aludes de barro que arrasan con pueblos enteros en nuestra regi¨®n pueden preverse. Es la opini¨®n de muchos expertos. En casi todos los relatos de estas cat¨¢strofes recurren, cl¨¢sicamente ya, graves y muy autorizadas advertencias jam¨¢s atendidas. Constatar, mirando atr¨¢s, que la desidia, la de los Estados tanto como la de los particulares, puede causar tanta mortandad entre la poblaci¨®n suma remordimiento al desconsuelo.
Lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas en la ciudad fabril de Las Tejer¨ªas, en el coraz¨®n de Venezuela, removi¨® entre nosotros¡ªal menos entre quienes tienen edad suficiente para ello¡ªel recuerdo amargo de la llamada tragedia de Vargas, en 1999.
Una temporada de fuertes lluvias caus¨® entonces no uno, sino una serie de colosales riadas y deslaves. La cat¨¢strofe mayor sobrevino en el litoral que en tiempos de Espa?a se llam¨® ¡°costa de Caracas¡± y hoy constituye el populoso Estado Vargas, rebautizado La Guaira por el r¨¦gimen de Maduro. Poblados imprudentemente construidos desde hac¨ªa d¨¦cadas en el cono de deyecci¨®n de varios r¨ªos que descienden por la vertiente norte de la Cordillera de la Costa fueron arrastrados por un alud de lodo y piedras hasta el mar Caribe.
Muchas poblaciones, fundadas en el siglo XVIII, quedaron aisladas durante semanas porque la ¨²nica v¨ªa costanera fue tapiada por el alud de pantano y pe?ascos. La l¨ªnea costera hubo de ser trazada de nuevo en todos los mapas.
Los da?os materiales son a¨²n hoy incalculables pues se trata de un per¨ªmetro que comprend¨ªa hoteles, centros comerciales, residencias vacacionales, marinas y urbanizaciones de clase media. Nunca se sabr¨¢ con precisi¨®n la cifra de muertes, pero nadie duda de que fueron decenas de miles de personas.
Hugo Ch¨¢vez presid¨ªa aquel fat¨ªdico y lluvioso fin de semana el refer¨¦ndum que consagrar¨ªa la Constituci¨®n bolivariana que ¨¦l hab¨ªa ordenado hacer a su medida. Mientras diluviaba en todo el pa¨ªs y surg¨ªan informes cada vez m¨¢s alarmantes de la cat¨¢strofe natural, la poblaci¨®n desesperaba ante el silencio y la inacci¨®n del Gobierno: Ch¨¢vez opt¨® por no suspender por fuerza mayor aquella elecci¨®n tan crucial para su proyecto.
Ca¨ªa la noche cuando, fiel a s¨ª mismo, Ch¨¢vez reaccion¨® en televisi¨®n con una desafiante cita de Bol¨ªvar que sus seguidores aplaudieron. La frase, seguramente ap¨®crifa, habr¨ªa sido proferida por Bol¨ªvar entre las ruinas que dej¨® el mort¨ªfero terremoto que dej¨® diez mil muertos en Caracas el Jueves Santo de 1812
Los sacerdotes mortificaban a los fieles aterrados gritando que el sismo ven¨ªa en castigo de la Declaraci¨®n de Independencia proclamada el a?o anterior. La leyenda quiere que Bol¨ªvar derribe de un empell¨®n a un cura mon¨¢rquico que arengaba a los atribulados caraque?os sobre un mont¨®n de escombros. El jacobino de 29 a?os que entonces era Bol¨ªvar dizque exclam¨®: ¡°?Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!¡±.
De las figuraciones heroicas de Bol¨ªvar, la del ciego y denodado voluntarismo era la favorita de Ch¨¢vez. Le sirvi¨® en aquella ocasi¨®n para enmascarar su desaprensi¨®n ante lo que estaba ocurriendo. Apenas comenzaba su prolongado mandato y ya dejaba ver su teatral propensi¨®n populista hacia el monopolio personal de la filantrop¨ªa.
Una flota de la marina estadounidense, muy experimentada en el auxilio de este tipo de calamidad tropical, se acercaba a toda m¨¢quina con buques cargados de campamentos prefabricados, hospitales y cocinas de campa?a, ingenieros, equipos de rescate, helic¨®pteros y bulldozers.
A falta de ¨®rdenes superiores¡ªCh¨¢vez se mantuvo todo el tiempo encerrado y silente en su residencia, atento ¨²nicamente al buen desarrollo de su refer¨¦ndum¡ª, el ministro de la Defensa, abrumado por la emergencia, hab¨ªa solicitado aquel auxilio. Ch¨¢vez lo desautoriz¨® airadamente horas m¨¢s tarde, antes de dar la contraorden de no dejar atracar los barcos gringos. Ch¨¢vez contar¨ªa luego que actu¨® aconsejado por Fidel Castro.
Los damnificados de las barriadas m¨¢s pobres fueron reubicados en bloques multifamiliares construidos por contratistas bielorrusos mientras, r¨¢pidamente, toda la zona de desastre se convert¨ªa en coto cerrado de la incipiente, predadora satrap¨ªa militar. Grandes fortunas de especulaci¨®n inmobiliaria en la tur¨ªstica costa Caribe emergieron as¨ª de aquella cat¨¢strofe.
Quiz¨¢ resulte aleccionador saber que los efectos de la riada que al momento de escribir esta nota ya augura m¨¢s de 100 muertos para Las Tejer¨ªas, pudieron haber sido previstos con razonable antelaci¨®n gracias a modelos matem¨¢ticos de predicci¨®n del impacto hidrol¨®gico.
Son los modelos que fundamentan el Marco de Sendai para la Reducci¨®n del Riesgo de Desastres 2015-2030 adoptado en la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas, celebrada en Sendai, Jap¨®n ( de all¨ª su nombre) hace m¨¢s de un lustro. Venezuela ratific¨® su adherencia al Marco de Sendai en 2019. Es muy posible que Nicol¨¢s Maduro ignore por completo esto ¨²ltimo y siga culpando del desastre de Las Tejer¨ªas al fen¨®meno de la Ni?a.
Maduro viaj¨® a la zona del desastre en medio de extremas medidas de seguridad y prometi¨® a los sobrevivientes reponer en breve cada casa, cada f¨¢brica y cada taller familiar destruido. La censura y el acoso militar y policial a los periodistas y a la ayuda humanitaria privada no se han hecho esperar.
Todo augura, ?ay!, para Las Tejer¨ªas la misma suerte corrida por Vargas: convertirse en feudo de militares ¡°emprendedores¡±. Y del protervo y tentacular Tren de Aragua, la organizaci¨®n criminal teledirigida desde el penal de Tocor¨®n que se ha ense?oreado en la regi¨®n con sus extorsiones.
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