Escritores dopados
Qui¨¦n sabe cu¨¢ntas p¨¢ginas memorables les debe la literatura al whisky, al tabaco incesante, a las anfetaminas o a la coca¨ªna. A m¨ª que me registren
En cierta ocasi¨®n, un olor penetrante desafi¨® las fosas nasales de Johann Wolfgang von Goethe, de visita en casa de Friedrich Schiller, con quien hac¨ªa buenas migas. Fue la esposa de este quien mostr¨® al visitante medio mareado unas manzanas podridas dentro de varias gavetas, en el cuarto de trabajo donde su marido compon¨ªa los dramas y poemas que le dieron fama. Goethe descubri¨® as¨ª que Schiller gustaba de inducir e...
En cierta ocasi¨®n, un olor penetrante desafi¨® las fosas nasales de Johann Wolfgang von Goethe, de visita en casa de Friedrich Schiller, con quien hac¨ªa buenas migas. Fue la esposa de este quien mostr¨® al visitante medio mareado unas manzanas podridas dentro de varias gavetas, en el cuarto de trabajo donde su marido compon¨ªa los dramas y poemas que le dieron fama. Goethe descubri¨® as¨ª que Schiller gustaba de inducir el rapto creativo por la v¨ªa de embriagarse con el tufo de la fruta descompuesta, lo que, visto desde la perspectiva actual, no deja de ser una forma de dopaje. Se sabe tambi¨¦n que Honor¨¦ de Balzac trabajaba de noche y que sosten¨ªa su ingente producci¨®n de novelas bebiendo litros y litros de caf¨¦. Ya fuera por las manzanas, ya por el caf¨¦, ninguno de los dos alcanz¨® a poner un pie en la senectud.
No son estos los ¨²nicos ni los primeros escritores que acudieron a sustancias incentivadoras de la inspiraci¨®n, del rendimiento y la resistencia f¨ªsica. ?pocas hubo en que la absenta flu¨ªa en cantidades abusivas por la garganta de los literatos. Qui¨¦n sabe cu¨¢ntas p¨¢ginas memorables les debe la literatura al whisky, al tabaco incesante, a las anfetaminas o a la coca¨ªna. A m¨ª que me registren.
Hasta la fecha, los escritores est¨¢n dispensados de someterse a controles antidopaje. Ya puestos, tampoco los pintores, los m¨²sicos o los cineastas. A los deportistas, por el contrario, se les analiza cada dos por tres la sangre, la orina y lo que haga falta, a la busca de sustancias prohibidas. Si los pillan, recibir¨¢n la correspondiente sanci¨®n, ser¨¢n tildados de infractores y tramposos, y la prensa no desde?ar¨¢ vituperarlos hasta lograr su desprestigio. M¨¢s de uno perdi¨® por ello sus t¨ªtulos y medallas. Claro que retirar de la circulaci¨®n obras maestras compuestas bajo el efecto del alcohol o los psicotr¨®picos tampoco es plan.