Lula y la integraci¨®n estancada
Las expectativas de un relanzamiento de la integraci¨®n latinoamericana est¨¢n por los cielos. Pero estas ocultan la seria divergencia sobre modelos de integraci¨®n que subsiste dentro de la propia izquierda
El triunfo de Lula da Silva en las pasadas elecciones brasile?as, acotado por la consolidaci¨®n del bolsonarismo en el Congreso y las gubernaturas estatales, limitar¨¢ el margen de acci¨®n del presidente en pol¨ªtica dom¨¦stica, pero puede relanzar, de manera decisiva, el papel de Brasil en la regi¨®n. Bajo la presidencia de Jair Bolsonaro, la pol¨ªtica exterior brasile?a confirm¨® su tradicional l¨®gica de continuidad: Itamaraty mantuvo su apuesta por los ...
El triunfo de Lula da Silva en las pasadas elecciones brasile?as, acotado por la consolidaci¨®n del bolsonarismo en el Congreso y las gubernaturas estatales, limitar¨¢ el margen de acci¨®n del presidente en pol¨ªtica dom¨¦stica, pero puede relanzar, de manera decisiva, el papel de Brasil en la regi¨®n. Bajo la presidencia de Jair Bolsonaro, la pol¨ªtica exterior brasile?a confirm¨® su tradicional l¨®gica de continuidad: Itamaraty mantuvo su apuesta por los BRICS, profundiz¨® sus v¨ªnculos con China y Rusia, y, tras un arranque complicado con la Administraci¨®n de Joe Biden, se reposicion¨® dentro del sistema interamericano en la reciente Cumbre de las Am¨¦ricas de Los ?ngeles.
Sin embargo, el abierto trumpismo de Bolsonaro y su orientaci¨®n ideol¨®gica hacia un anticomunismo retro complicaron la relaci¨®n de Brasil con varios de sus vecinos, en un momento de ascenso de nuevos gobiernos progresistas como los de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador en M¨¦xico, Alberto Fern¨¢ndez en Argentina, Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia. En 2019, Brasil abandon¨® Unasur y, a principios de 2020, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Entonces el canciller Ernesto Ara¨²jo sostuvo que el foro no daba resultados y conced¨ªa protagonismo a gobiernos no democr¨¢ticos como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
El presidente Bolsonaro no asisti¨®, en consecuencia, a la sexta cumbre de la Celac celebrada en M¨¦xico, en septiembre de 2021, donde L¨®pez Obrador, en calidad de presidente pro t¨¦mpore del organismo, propuso una integraci¨®n de toda Am¨¦rica Latina y el Caribe a Estados Unidos y Canad¨¢, siguiendo el modelo de la Uni¨®n Europea. Brasilia tampoco envi¨® representantes a las sendas reuniones de cancilleres de la Celac en Buenos Aires, a fines de octubre de este a?o, una de ellas con Josep Borrell, el alto representante de la Uni¨®n Europea para Asuntos Exteriores y Pol¨ªticas de Seguridad, donde se trat¨® el tema de la invasi¨®n rusa a Ucrania.
El presidente argentino, que actualmente ejerce la autoridad pro t¨¦mpore de la Celac, viaj¨® a S?o Paulo, poco despu¨¦s de la elecci¨®n, y se reuni¨® con Lula, quien asegur¨® la pronta reincorporaci¨®n de Brasil a ese foro. Por su parte, L¨®pez Obrador acaba de anunciar que tanto Fern¨¢ndez como Lula viajar¨ªan eventualmente a la Ciudad de M¨¦xico, donde en un par de semanas tendr¨¢ lugar una cumbre de la Alianza del Pac¨ªfico, entidad centralmente comercial, creada en 2011 por Chile, Per¨², Colombia y M¨¦xico, en la que intervendr¨¢n los presidentes Boric, Castillo y Petro.
Como salta a la vista, las expectativas de un relanzamiento de la integraci¨®n latinoamericana, con Lula, est¨¢n por los cielos. Pero esas expectativas, generalmente envueltas en una ret¨®rica triunfalista sin verdadero sustento geopol¨ªtico, ocultan la seria divergencia sobre modelos de integraci¨®n que subsiste dentro de la propia izquierda latinoamericana. Como ha podido constatarse en los ¨²ltimos a?os, el gobierno mexicano tiene como prioridad la integraci¨®n a Am¨¦rica del Norte, de ah¨ª que su latinoamericanismo est¨¦ siempre mediado por ese v¨ªnculo. Y, a la vez, otras izquierdas en el poder, como la argentina, la chilena, la peruana o la colombiana, a diferencia de las ¡°bolivarianas¡±, no creen incompatibles el latinoamericanismo y el interamericanismo.
Lula, en efecto, puede aportar a ese regionalismo menguante el apoyo del Gobierno m¨¢s poderoso de Am¨¦rica Latina, que no es poco, y la profesional diplomacia de Itamaraty. Pero Lula, dif¨ªcilmente, pondr¨¢ en riesgo la pol¨ªtica exterior de Estado de Brasil, que, como se confirm¨® bajo un liderazgo tan extravagante como el de Bolsonaro, sigue pautas de equilibrio global como los BRICS, la colaboraci¨®n Sur-Sur y el interamericanismo. En todo caso, lo m¨¢s esperable ser¨ªa que Lula apueste por un enfoque latinoamericano que, sin abandonar la plataforma interamericana, no siga la l¨ªnea de integraci¨®n hemisf¨¦rica propuesta por L¨®pez Obrador, ni la bolivariana ¡°antimperialista¡± que impulsan Maduro, Ortega y D¨ªaz-Canel.
Lula seguramente simpatizar¨ªa tambi¨¦n con un regreso de Venezuela y Nicaragua al cauce de la democracia constitucional ¨Cdurante su ¨²ltima campa?a hizo cr¨ªticas expl¨ªcitas a la falta de libertades p¨²blicas en ambos pa¨ªses-, pero cualquier gesto suyo, en ese sentido, estar¨¢ subordinado a la demanda del fin de la exclusi¨®n de esos dos gobiernos, y el cubano, de foros internacionales. La condici¨®n de potencia media y protagonismo global de Brasil se traduce, bajo un liderazgo como el de Lula, en el ¨¦nfasis sobre la cr¨ªtica a las sanciones y el aislamiento como herramientas de la democratizaci¨®n.
Las altas expectativas en torno al papel de Lula en la reactivaci¨®n del integracionismo tienen que ver con ese obsesivo maquillaje simb¨®lico de las diferencias o los disensos dentro de la izquierda latinoamericana, pero tambi¨¦n con la comprobaci¨®n f¨¢ctica de que el regionalismo no repunta en el nuevo ciclo progresista. Tradicionalmente, esas izquierdas responsabilizan de cualquier retroceso a las derechas o a Estados Unidos, pero lo cierto es que, en gran medida, la integraci¨®n no ha avanzado por divergencias profundas que subsisten entre los propios gobiernos de la izquierda latinoamericana. En algunos casos, esas diferencias, en lo que ata?e a temas centrales de cualquier agenda, como la democracia, los derechos humanos o las relaciones con Washington, son irreconciliables, aunque se proyecte lo contrario.
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