Sigue la fiesta democr¨¢tica
A rega?adientes, la extrema derecha derrotada ha reconocido el resultado electoral, tanto en Brasil como en Estados Unidos
Para Trump nunca fue una fiesta, sino una timba, una historia de jugadores tramposos y perdedores que derriban la mesa si no ganan; un garito con derecho de admisi¨®n, como en sus casinos, donde los tah¨²res conciertan las apuestas y dividen los beneficios a costa de los perdedores de siempre. Es dif¨ªcil saber c¨®mo sucedi¨® el percance, hasta llegar a poner en peligro la democracia ante la complaciente sonrisa de Putin y Xi Jinping. Y si hay que remontarse a Ronald Reagan para explicar los remotos or¨ªgenes de la instalaci¨®n de este payaso mentiroso en la Casa Blanca.
La cuesti¨®n es que ...
Para Trump nunca fue una fiesta, sino una timba, una historia de jugadores tramposos y perdedores que derriban la mesa si no ganan; un garito con derecho de admisi¨®n, como en sus casinos, donde los tah¨²res conciertan las apuestas y dividen los beneficios a costa de los perdedores de siempre. Es dif¨ªcil saber c¨®mo sucedi¨® el percance, hasta llegar a poner en peligro la democracia ante la complaciente sonrisa de Putin y Xi Jinping. Y si hay que remontarse a Ronald Reagan para explicar los remotos or¨ªgenes de la instalaci¨®n de este payaso mentiroso en la Casa Blanca.
La cuesti¨®n es que lo consigui¨® en 2016, con tres millones de votos menos que Hillary Clinton, gracias a la legislaci¨®n electoral, pero fracas¨® en 2020, cuando Biden le super¨® en siete millones de sufragios. Se convirti¨® en un loser, un perdedor, el peor insulto para su peculiar sentido del honor, y no se conform¨® con el resultado. Quiso hacer trampas, impedir luego el recuento, y promover incluso un asalto sedicioso del Congreso.
Ahora ha anunciado que aspira de nuevo a la presidencia y con su decisi¨®n avala inadvertidamente el resultado de las anteriores elecciones, las presidenciales en las que perdi¨® y las de mitad de mandato en las que son precisamente sus candidatos los que tambi¨¦n han perdido. Su ¨¦mulo y admirador, Jair Bolsonaro, se le adelant¨® en el gesto. A rega?adientes encaj¨® m¨¢s que acept¨® el veredicto electoral, aunque est¨¢ por ver si no seguir¨¢ los pasos de Trump el d¨ªa en que Lula tome posesi¨®n. Id¨¦ntico camino han tomado casi todos los candidatos trumpistas, los deniers o negacionistas que todav¨ªa ven a Biden como un presidente ileg¨ªtimo pero han reconocido sus respectivas derrotas.
No es la ¨²nica iron¨ªa que acompa?a a esos magn¨ªficos artefactos que son las urnas, tan err¨¢ticas y aguafiestas. Gracias a Trump no hubo el temido tsunami republicano ni subi¨® un pelda?o en su segunda ascensi¨®n a la presidencia. Esta vez no le ser¨¢ tan f¨¢cil vencer en las primarias republicanas, y, si lo consigue, no podr¨¢ contar con gobernadores ni altos cargos c¨®mplices que le echen una mano en la manipulaci¨®n de los recuentos estatales, puesto que los candidatos trumpistas han perdido las elecciones. Entretanto, deber¨¢ someterse al escrutinio de un nuevo fiscal especial, Jack Smith, un prestigioso juez del Tribunal Especial encargado de los cr¨ªmenes de guerra en Kosovo, que le investigar¨¢ por su papel en el violento tumulto del 6 de enero de 2021 y por llevarse documentos confidenciales de la Casa Blanca.
Aunque cabizbaja, la extrema derecha negacionista ha dado su aval a la democracia de Estados Unidos y tambi¨¦n a la autoridad presidencial de Joe Biden, despu¨¦s de haberlo hecho con la democracia brasile?a y la legitimidad de Lula. Derrotada la timba trumpista, parece que regresa la fiesta de la democracia. A Putin y a Xi Jinping se les ha quebrado la sonrisa.